F.R/P.M.
Domingo, 8 de agosto 2021, 09:23
El viento de levante alza columnas de humo y cenizas. El olor a pino quemado es penetrante. Caen pequeñas gotas del cielo medio cubierto por las nubes. No es la ansiada lluvia que necesitan las montañas de Rafelguaraf y Barcheta para apagar los rescoldos del fuego, sino restos del líquido que acaba de dejar caer un helicóptero para refrescar la zona. «Ya han hecho más de medio centenar de descargas hoy», comenta un bombero del Consorcio en el linde donde llegó el fuego en la madrugada del domingo.
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El incendio, que se dio por controlado este domingo sobre las 20 horas, se ha llevado por delante 180 hectáreas, 177 de masa forestal, pinada y monte bajo, indicaron desde el Centro de Coordinación de Emergencias. También ha tocado una zona que ya sufrió el zarpazo del fuego hace cinco años. Eso ha impedido que se propagara con mayor rapidez. De la zona quemada pertenece 154,4 hectáreas a Rafelguaraf y 22,79 a Barcheta.
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El fuego no fue fruto de un rayo ni tampoco de un descuido. Cuando sopla viento de poniente, con 40 grados a la sombra, y se inicia en un barranco, en una zona de difícil acceso, de cara a la noche, y tiene varios focos, no suele ser fortuito.
La alcaldesa de Rafelguaraf, Rafaela Aliaga, así lo piensa y no duda en asegurar que «hubo varios focos» y por eso sostiene que fue «intencionado». Las rachas de poniente de 30 y 40 kilómetros por hora, las altas temperaturas de unos 40 grados a la sombra y la sequedad del ambiente por la ponentada del sábado hicieron el resto y dificultaron las tareas iniciales de extinción en la que se volcaron tanto medios terrestres como aéreos: hasta 10 avionetas y helicópteros trataron en vano de pararlo.
Aliaga manifestó que vivieron «una noche de angustia» ante el temor de que el fuego llegara a las casa de las dos urbanizaciones desalojadas, una de ellas la Solana, en el término de Barcheta, cuyo alcalde, Vicente Mahiques, mostraba ayer cara de preocupación, de no haber dormido demasiado. Como la alcaldesa. La otra, casas diseminadas.
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Valentín, un vecino de Rafelguaraf, tampoco tiene duda alguna. «El incendio ha sido intencionado. Desde la terraza de mi casa ví que había cuatro focos. Y si había fuego en cuatro sitios distintos a la vez cuando empezaba el incendio, no hay ninguna duda», relataba mientras tomaba el aperitivo en un bar de la plaza junto al ayuntamiento de Rafelguaraf.
La titular de Justicia, Interior y Administración Pública, Gabriela Bravo, no tenía tan claro que el incendio fuera provocado, pero no lo descartó de manera tajante. La consellera llegó al puesto de mando avanzado, situado junto a la entrada del cementerio de Rafelguaraf al medio día. Los mandos forestales y de bomberos le explicaron la situación. Bravo declaró que las fuerzas de seguridad estaban investigando los «indicios» sobre las causas del fuego. Y aunque hizo especial hincapié en el viento de poniente y las altas temperatura, dijo que «aún no hay indicios que apunten a que sea provocado», pero matizó que aún no se dispone de toda la información.
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Al preguntarle sobre cuantos focos ocasionaron el siniestro, la consellera se limitó a manifestar que el fuego empezó en el barranco de la Guerrilla y que lo extendió el viento de poniente.
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Precisamente, el poniente ayer ya había desaparecido. Soplaba viento del mar. Era húmedo y traía nubes, pero ni durante la noche, cuando habían estado trabajando unos 150 hombres en tratar de controlar las llamas, ni durante el día, descargaron lluvia donde más se necesitaba para extinguir un fuego que llegó a reavivarse sobre una cresta cerca de los chalés desalojados. «El viento empujaba hacia las casas», comentó un bombero del Consorcio. «Pero lo hemos controlado», agregó con satisfacción y alivio.
Desde que este domingo empezaron a volver a volar aviones y helicópteros realizaron más de medio centenar de descargas, apunto el agente.
La consellera realizó un llamamiento a los vecinos desalojados para que esperaran a volver a sus casas a que se lo indicaran las autoridades ante el riesgo de que hubiera un rebrote, no se pudiera controlar y pusiera en riesgo la vida de esas personas. Bravo también destacó la coordinación de las fuerzas que participaron en sofocar el siniestro y en la dificultad añadida de que a la vez tuvieron que atender el incendio de Chiva y Palma de Gandia
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