Buscan dinero bajo la piscina y en las paredes del chalet del exjefe de la Guardia Civil en el puerto de Valencia

El capitán Jesús Fernández Bolaño pasará este sábado a disposición judicial junto a otros cuatro detenidos en el marco de la operación, que ha sido realizada por Agentes de Asuntos Internos de la Guardia Civil y coordinada por la Audiencia Nacional, que le investiga por presuntos delitos de tráfico de drogas, cohecho, blanqueo, organización criminal y omisión del deber de perseguir delitos.

El exalto cargo de la Benemérita había sido detenido el miércoles por su supuesta colaboración con una red albanesa responsable de introducir al menos una tonelada de cocaína en el puerto de Valencia.

La Guardia Civil ya vigilaba desde el día de su detención por la tarde el chalet de Cullera para controlar si se producía algún movimiento en su interior. Un vehículo no habitual en la zona fue visto en un camino cercano. Sin embargo, no fue hasta el jueves a primera hora de la mañana cuando los agentes, cargados con maletas y cajas con diverso material para el registro, entraron en esta vivienda junto al mar.

Los trabajos se centraron en buscar dinero y droga por todos los rincones del inmueble, tanto en el interior como en el exterior. Así se vio a los agentes picando algunas paredes del primer piso para comprobar si había algo escondido en los muros. Pero también se movió la piscina desmontable y los guardias estuvieron excavando la tierra del patio trasero del chalet de Cullera. Unas labores exhaustivas que continuaron hasta la caída del sol.

Tras el paso de los agentes de la Guardia Civil, la casa ha quedado cerrada a cal y canto y sólo llama la atención que la piscina esta a medio desmontar y colocada en un sitio diferente al que era el habitual.

Esta vivienda adosada en la urbanización el Dorado es la segunda residencia del exjefe de la Guardia Civil en el puerto de Valencia aunque según comentan los vecinos acudía en pocas ocasiones hasta Cullera, tan sólo algunos días en verano.

Fernández Bolaño se mantenía amable y discreto en su trato con el resto de residentes de esta tranquila zona del sur de Cullera donde apenas hay una docena de viviendas. No hablaba del trabajo por lo que muchos desconocían el alto cargo que ostentaba en el puerto de Valencia hasta hace unos meses.