Nicolás Van Looy
Domingo, 3 de abril 2022, 00:14
La situación sanitaria, el devenir geopolítico y la lucha contra el cambio climático han irrumpido de forma clave en el escenario mundial y, por supuesto, en el tablero de juego turístico para, junto a otros factores de menor entidad, redibujar por completo algunos de ... los dogmas que hasta hace muy poco tiempo se daban por sentados.
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La pandemia, cuyos efectos colaterales siguen muy vigentes pese a la relajación de medidas que ha permitido la exitosa campaña de vacunación en el mundo desarrollado, sigue marcando buena parte de los desvelos del sector y, muy especialmente, en lo que se refiere a la exploración de nuevos mercados. Si hasta principios de 2020 Asia y, muy especialmente, China aparecían en el mapa como un potencial nicho de mercado, la irrupción del coronavirus ha frenado de forma muy significativa esa posibilidad. Aunque con carácter temporal, el revés sufrido por aquellos que miraban a Oriente como gran caladero de nuevos viajeros ha sido enorme. De momento, nadie se atreve en el sector turístico valenciano a predecir cuándo llegará el instante de volver a centrar los esfuerzos en esa parte del mundo.
Tachado de la lista el gigante asiático, Rusia se convirtió en otro de los grandes objetivos de multitud de campañas promocionales, pero la invasión de Ucrania por parte de Vladímir Putin ha hecho estallar también esa opción sin que, por el momento, se vislumbre opción alguna de retomar esos lazos y con la preocupación añadida de saber qué ocurrirá con aquellos ciudadanos rusos que ya contaban con propiedades en España y que ahora, a raíz de las sanciones económicas, podrían ver congelados sus activos.
Además, apuntan los expertos, la guerra ha lastrado las opciones en los mercados de largo radio como el americano ya que, desde la lejanía, Europa (de donde llega la principal aportación de visitantes) se concibe como una unidad territorial relativamente pequeña y la proximidad de España con el conflicto es, en esos términos relativos, demasiado grande para esos clientes.
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Centrados pues, una vez más, en el mercado europeo, la lucha contra el cambio climático aparece en el horizonte como el nebuloso último gran escollo. Muchos países, sobre todo nórdicos, desarrollan una gran conciencia sobre el impacto de los viajes de largo recorrido sobre el medio ambiente y, por lo tanto, buena parte del sector teme una paulatina caída de los vuelos provenientes del entorno escandinavo.
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