Las pérdidas agrícolas derivadas de las inundaciones son incalculables y van mucho más allá del valor de las cosechas perdidas: está en juego el futuro de un sinfín de explotaciones agrarias que se encuentran inutilizadas, paralizadas y en muchísimos casos incluso incomunicadas, sin posibilidad de ... llegar hasta ellas. Las infraestructuras están muy tocadas y no se han iniciado aún tareas de reparación ni limpieza general en los campos, cuando urge reponer los servicios imprescindibles para seguir adelante.
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Innumerables redes de riego han quedado rotas e inutilizadas. Por todas partes se ven tuberías agujereadas, despegadas, machacadas, desgajadas... De gran calibre y de pequeño; de las que distribuyen grandes caudales de riego para amplias áreas y de las que sirven para aplicar el gota a gota en parcelas. Los ramales de superficie, los tubos que llevan los goteros, han desaparecido de la escena en muchos casos: habrán ido a parar al mar o la Albufera. También se ven enredados por todas partes entre palets, cajones, depósitos, plásticos, neumáticos, montones de gravas y piedras y porquería de toda índole que el agua descontrolada depositó sobre los bancales e incluso encaramó en lo alto de los naranjos o caquis.
Hablamos de daños no cubiertos por ninguna clase de seguro. Las pólizas de Agroseguro responden de la producción y en todo caso de los árboles arrancados o tronchados, que también los hay en abundancia, pero no de las infraestructuras de todo tipo que han quedado seriamente perjudicadas y comprometen la producción agraria a futuro.
El gran peligro latente es que este desastre sea la puntilla para un sinfín de explotaciones que ya estaban en el filo de las dificultades y falta de rentabilidad, o en manos de gente mayor y sin sucesión en el campo. Si no se resuelven los innumerables problemas con celeridad, la desesperanza se puede generalizar y cundiría mucho más el abandono que ya venía siendo notable antes de este golpe.
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La situación es catastrófica. En estos momentos no hace falta regar, naturalmente, pero si no se actúa con diligencia, cuando llegue el momento necesario tampoco podrán regar muchísimos agricultores.
Las tomas de varias comunidades de regantes del Turia están deshechas, medio kilómetro del canal de Benagéber ha quedado aterrado por grandes desprendimientos de rocas y tierra, en muchos pozos y estaciones de bombeo se han averiado todo tipo de mecanismos eléctricos y electrónicos. El agua ha inundado cuadros de maniobra, programadores y variadores de frecuencia, lo que equivale a dejarlos fuera de juego y en la mayoría de casos sin posibilidad de reparación: cuesta más el arreglo que adquirir material nuevo, si es que hay bastante utillaje y maquinaria a disposición, porque la demanda será numerosísima.
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Urgente va a ser la de reponer las comunicaciones en el medio rural, donde miles de caminos han quedado deshechos e infinidad de tareas de recolección, reparación y cultivo son imposibles en estos momentos, porque no se puede acceder. También dificulta el normal trabajo de recolección, ahora en plena campaña de cítricos y caquis, el hecho de que muchas carreteras permanezcan cortadas.
A esta gran problemática en el plano general, que se extiende sobre una superficie de unas 120.000 hectáreas, se añade lo que ha sufrido cada agricultor en su propio campo o explotación: desde acumulación de todo tipo de trastos y porquería sobre sus plantaciones a la caída de muros de contención, maquinaria estropeada, inservible tras la inundación o incluso desaparecida a causa de las avenidas. También se registran robos de desaprensivos que aprovechan la situación, como en los cascos urbanos de los pueblos, pero en este caso sin suficiente vigilancia.
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La Conselleria de Agricultura todavía no dispone de datos totales que abarquen la envergadura de la catástrofe en el campo, pero está recopilando información y ha pedido a comunidades de regantes, cooperativas, asociaciones agrarias, etc. que aporten con urgencia todas las incidencias, averías y demandas, a fin de componer una idea global de lo que se necesita y definir actuaciones y líneas de ayuda, propias, en colaboración con el Ministerio de Agricultura y quizás también con aportaciones extraordinarias de fondos europeos.
Hasta el momento, las actuaciones más urgentes se han orientado a salvar animales de granjas, resolver los accesos precisos a las mismas, retirar cadáveres de reses y aportar agua, piensos y paja a las explotaciones ganaderas necesitadas.
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Al mismo tiempo se ha urgido a Agroseguro que acelere las peritaciones de daños sobre unas 20.000 hectáreas afectadas y aseguradas en cítricos, caquis y otras producciones. Pero esto, que es imprescindible, no abarca la parte más gruesa de las infraestructuras ni la limpieza de las parcelas individuales, que quedarán para el final y no se sabe si aún habrá dispositivos solidarios para echar una mano. La empresa pública Tragsa parece que se encargará de reparar caminos y riegos, para
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