El campo y la música llenaron su existencia

Quienes conocieron a Nicanor Villanueva Ortiz, fallecido el 4 de abril por el Covid-19, resaltan de él su carácter «bromista y afable». Nacido hace 88 años en Antella, tuvo, además de su familia, dos grandes pasiones: la agricultura y la música. Sus primeros recuerdos son los de los traslados a Valencia como ordinarios en unos viajes mucho más complicados que los actuales, a bordo de animales, recuerda su hijo.

Antella fue siempre su municipio con un paréntesis para residir en Sumacàrcer. En Antella se casó y comenzó su aventura vital con Elvira Calvo Martorell. El matrimonio escogió sus propios nombres para sus hijos: Elvira, la hermana mayor, y Nicanor.

Su labor profesional, siempre abnegada, le llevó a trabajar las tierras de sus primos y hermanos que residían en Valencia. Pero, junto a esta labor, en sus momentos de ocio le dedicó también tiempo a la música, en concreto a la percusión. Fue miembro de la Banda del Empastre y también formó parte de las agrupaciones musicales de Sumacàrcer y Antella.

En sus últimos años, pasaba muchas horas en la entrada del municipio, donde, sentado en una silla, hablaba de muy diversos temas, de la agricultura a la música sin olvidar la política.

Y es que sus últimos meses de vida estuvieron marcados por los problemas de salud. Pasó largas horas en el Hospital Universitario de la Ribera tratándose de una diálisis. Salía de su pueblo a las seis de la tarde y no regresaba hasta bien entrada la madrugada. Un día del pasado mes de marzo comenzó a tener fiebre e ingresó en el centro sanitario, donde fallecería algunas jornadas después.

Pese al duro trance por el que están pasando, la familia ha querido tener palabras de agradecimiento para quienes cuidaron de Nicanor durante sus últimos meses. En una carta de agradecimiento resaltan la labor que se está haciendo contra el Covid-19 desde el centro alcireño: «Estamos muy agradecidos con el trato que, incansablemente, han ofrecido a nuestro padre, el cual, como muchos otros, no ha resistido ante esta cruel y despiadada enfermedad».