BELÉN HERNÁNDEZ
Martes, 21 de diciembre 2021, 00:05
La hostelería es la gran resentida de la sexta ola, observando cómo el miedo de la población por contraer el virus se traduce en la cancelación de las reservas. Mesas casi preparadas para recibir a los comensales ahora se encuentran vacías ... . El gerente del restaurante El Palacio de la Bellota, José Jordán, de 56 años, ya se ha dado de golpe con las llamadas de anulación. «Cerramos en Nochebuena y en Navidad pero para Nochevieja y el día de Reyes ya han cancelado cerca de 50 personas», declara con resignación desde su establecimiento situado en el Paseo de Ruzafa. Atribuye esto a la inseguridad de la población de juntarse en grupos grandes de personas, dado que la mayoría de sus clientes «son familias grandes».
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Las consecuencias son evidentes: «Económicamente nos puede repercutir bastante mal, dado que cuentas con unos ingresos que no van a llegar y eso hace bastante daño». De cara a un futuro y aunque no contempla un confinamiento total, Jordán sí que considera que «la gente está esperando a que digan si van a imponer limitaciones más fuertes como limitación de horarios y reducción de personas por mesa».
La sexta ola se ha llevado consigo la esperanza de los hosteleros. «Esta situación ha tirado por tierra todas las previsiones de un sector, que había encontrado en la Navidad un salvavidas con el que pasar los meses de enero y febrero que históricamente son malos para nosotros», declara el presidente de la Coordinadora Empresarial de Ocio y Hostelería de la Comunitat, Lalo Díez. Su objetivo ahora es poder llegar a afrontar el periodo de devolución de los préstamos ICO en abril y mayo. «Las cancelaciones son evidentes por las reservas anuladas y el padrón de la venta de la Nochevieja. Necesitamos que el Estado responda, llevamos casi dos años sin actividad normal».
Un panorama similar reina en aquellos que pasan las festividades dentro de su hogar. Mylene Le Blevec, propietaria de la pastelería Lambert que se encuentra en la calle Pintor Benedito también ha notado el descenso de demanda en los encargos de Navidad. «Nuestras ventas se han reducido a la mitad desde que comenzó la pandemia». El motivo es que «la gente no quiere hacer colas en la puerta que se deben realizar por motivo de aforo del local y eso resta a las empresas». Además, y al reducirse el número de comensales que se juntará, «los encargos han pasado de ser para diez o quince personas a ser para unas cinco».
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En lo que respecta a los servicios de catering para las cenas de empresa, las cifras también descienden en un 50% en relación a los encargos que tenían en años anteriores a la crisis sanitaria. El pensamiento general de los valencianos reside en extremar las precauciones durante estas fiestas y llevar a la práctica las medidas para la contención del coronavirus. Así, el objetivo de la población parece que está claro: impedir con todas sus fuerzas que el Covid se siente a cenar en sus mesas por Navidad.
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