En España, en la década de los setenta, estuvieron en boga los avistamientos. Uno de los más populares, sin duda, fue el expediente Manises, la noche del 11 de noviembre de 1979, cuando un avión Super Caravelle de la compañía TEA, que hacía la ruta Salzburgo-Palma de Mallorca-Tenerife, aterrizó a las 22:45 (hora zulú) en el aeropuerto valenciano tras comunicar que un objeto no identificado le perseguía por el cielo sobre el Mediterráneo. Nunca más se supo de aquel suceso, hasta que se desclasificó el expediente 79111, que se puede consultar en la biblioteca virtual del Ministerio de Defensa –148 páginas–.
¿Existió o no existió ese ovni aquel 11 de noviembre de 1979? Hay quien defiende que sí, sin pruebas. De la misma manera que quien, también sin pruebas, niega esa posibilidad. La teoría más aceptada es que las luces que vio el piloto del vuelo JK297 fueron el reflejo de las llamaradas de las chimeneas de la refinería cartagenera de Escombreras, que debido a unas condiciones meteorológicas muy particulares, generaron ese efecto óptico sobre la tripulación. Hubo quien apunto que las luces podrían venir de algún avión militar de la VI Flota estadounidense, que maniobraba por la zona en esas fechas, pero el Major General de las Fuerzas Aéreas de EE.UU. negó esa posibilidad en un documento firmado el 15 de noviembre de 1979.
Una de las teorías que se han puesto encima de la mesa, aunque no hay ningún documento ni visual ni por escrito que lo pruebe, pero que sí se mueve en los mentideros de aquellos que investigan el caso, es que todo fuera una operación urdida para sacar al hermano del piloto de aquel avión de España.
¿Quién estaba al mando del Super Caravelle de la compañía TEA? El comandante era Francisco Javier Lerdo de Tejada, con 14 años de experiencia, madrileño y separado. Piloto militar –en la época, muchos pasaron a la actividad comercial–, de profundas creencias católicas y con una familia muy próxima a los postulados de Fuerza Nueva. De hecho, Blas Piñar, líder del partido, fue testigo en la boda de su hermano Luis Augusto Lerdo de Tejada, celebrada en El Toboso el 22 de enero de 1977.
Dos días después de aquel enlace, se produjo el suceso que marcaría de por vida a la familia Lerdo de Tejada. Uno de los hermanos, Fernando, fue uno de los tres terroristas de extrema derecha que entró en el despacho de abogados del número 55 de la calle Atocha. José Fernández Cerra (31 años) y Carlos García Juliá (21 años ) –sujetaba la bandera en los mítines de Fuerza Nueva– fueron los pistoleros que acabaron con la vida de cinco abogados laboralistas del Partido Comunista y de Comisiones Obreras. Mientras se consumaba la matanza, Fernando Lerdo de Tejada (23 años) ejercía labores de vigilancia en la puerta del despacho.
Los tres fueron posteriormente detenidos y encarcelados. Lerdo de Tejada fue apresado en La Unión, horas después de asistir a un mitin de Blas Piñar en el que amenazó con una pistola a los asistentes que no levantaron el brazo mientras se cantaba el 'Cara al sol'.
El problema vino a principios de abril de 1979, cuando Fernando Lerdo de Tejada ya no volvió a la cárcel de Ciudad Real, después de que el magistrado Gómez Chaparro, el instructor del caso Atocha, le concediera un permiso por Semana Santa que nunca nadie entendió –no se dio parte ni al fiscal ni a la acusación–. El detenido por los crímenes de la calle Atocha nunca más volvió al penal y la última vez que se le vio fue a finales de ese mes en París, en la redacción del seminario fascista Minute.
¿Se tragó la tierra a uno de los tres miembros del comando de ultraderecha que atentó en la calle Atocha? Fernández Cerra y García Juliá fueron condenados a 193 años de cárcel por los cinco asesinatos y a 63 años a Francisco Albaladejo, por ser el autor intelectual de los hechos –Blas Piñar llegó a declarar en ese juicio como testigo–. Fernando Lerdo de Tejada no se sentó en el banquillo de los acusados y nunca más se supo de él. ¿Y qué relación tiene la matanza de la calle Atocha con el ovni de Manises? No hay prueba documental pero hay quien defiende que aquel caso no fue más que un montaje para sacar a Fernando Lerdo de Tejada de España, con la colaboración necesaria de su hermano Francisco Javier, que no era otro que el piloto del Super Caravelle.
La lógica cronológica es uno de los argumentos de peso para armar esta versión, que no cuenta con ningún testimonio ni dato. En cambio, la disparidad de criterios sobre el suceso es lo que cimenta la posibilidad de que el piloto ayudara a su hermano, prófugo de la justicia.
Fernando desapareció en abril de 1979, se le vio unos días después y ya no se supo nunca más de él. Ni entonces ni cuando prescribieron sus delitos ha dado señales de vida. Como si hubiera sido abducido por un ovni, quizá el que seis meses después vio su hermano Javier desde la cabina de su avión.
¿Por qué aterrizó en Valencia el Super Caravelle cuando podría haberlo hecho en Alicante? Es una de las grandes preguntas sin respuesta. Los expertos que han estudiado el caso aseguran que el avión estaba más cerca de El Altet –la ruta era Palma-Tenerife–, y en cambio optó por dirigirse a Valencia, donde además tuvo que hacer en el aire varias maniobras para gastar combustible, ya que pesaba mucho para aterrizar. ¿Si hay un objeto no identificado por tu ventana no es más normal aterrizar cuanto antes para poner a salvo al pasaje? La única explicación que cabe es que en Valencia estaba la base militar, algo que le podría dar más seguridad al piloto –el número dos en cabina, Ramón Zuazo, también declaro haber visto las luces–.
Desde la base de Los Llanos de Albacete despegó un Mirage F-1, pilotado por el capitán, Fernando Cámara, que asegura que también se encontró con las luces de extraña procedencia.
Las dos últimas páginas del expediente 791111, que analizan la interpretación oral del diputado Enrique Múgica, detallan un apartado de conclusiones donde se pone en tela de juicio la existencia de un ovni aquella noche del 11 de noviembre de 1979.
El informe apunta que aquellas luces que obligaron al Super Caravelle a desviar su rumbo no eran ningún avión, «sino simplemente una ilusión óptica» y no se tuvo contacto de radar con él. Además, no se pudo calificar como «tráfico» aéreo. Tampoco hubo ningún aparato que obligara al despegue del Mirage F1, «sino una comunicación telefónica hecha desde Valencia sobre la observación de unas luces en la zona, lo que indujo al jefe del servicio a ordenar la salida del F1 a comprobar a si correspondían a un avión o a un objeto volante, que no había sido detectado por el radar de tierra». ¿Y sobre las interferencias en el canal de emergencia 121,5? Ni consta que la llamada fuera localizada ni que realmente fuera una llamada. «Más parece la emisión de una radio baliza de supervivencia, que llevan los aviones y muchos barcos».
La refinería de Escombreras, la VI Flota de Estados Unidos o la posible fuga de Lerdo de Tejada se han convertido en la cara B del expediente del ovni de Manises.