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Valencia se ha convertido en una especie de yincana en la que los usuarios tienen que pasar diferentes obstáculos para circular por la ciudad. Concretamente ... el carril bici que la Concejalía de Movilidad ha habilitado entre la Avenida de Maestro Rodrigo y los puentes de Campanar y Nueve de Octubre, unas de las zonas más concurridas de la ciudad.
Un recorrido por esta avenida es más que suficiente para comprobar que algo no anda bien. Peatones, bicicletas, coches y vehículos de transporte público intentan convivir en este tramo en el que según la opinión de los vecinos «no hay suficiente espacio para todos. Circular por aquí se ha convertido en una odisea», indican. Un total de siete badenes, varios accesos a garajes, acera en mal estado o falta de señalizaciones son algunas de las trabas a las que se enfrentan los ciudadanos continuamente para superar este punto de la ciudad.
El trayecto comienza con un paso de cebra que cruza el carril bici en dos direcciones distintas. Apenas cinco metros más adelante otro paso de cebra conecta con una parada de autobús en el que una familia con dos niños pequeños y una pareja de personas mayores intentan cruzar asegurándose de que su vida «no corra ningún riesgo. Es un peligro, hay patines y bicicletas que vienen muy deprisa y nosotros ya estamos mayores para correr», indica Adela M, una de las vecinas que intenta acceder a la parada del autobús con un andador.
Pero eso era sólo el comienzo de la aventura. A continuación, seis contenedores de basura ubicados en el lado izquierdo del carril es la siguiente prueba a la que se enfrentan tanto los vecinos que intentan acceder a los contenedores como los vehículos de movilidad personal que circulan por el carril bici. «Han convertido toda la ciudad de Valencia en una yincana, no sólo este tramo. Tienes que ir circulando con cuatro ojos y encima con miedo», indica José, uno de los usuarios que circula con patinete.
Ahora agárrate, que vienen curvas. En el siguiente tramo nos tropezamos con una ligera curva estrecha sin señalizar, otro paso de cebra y a continuación otro de los puntos más conflictivos del carril: el acceso a la entrada de la ITV. «Esto es un desastre. Esto es una vía de servicio y nos han dejado únicamente con un carril. Ya veremos cómo lo hacen cuando se estropee algún coche o haya algún accidente, el colapso que se va a formar», indica Rafael Simón, organizador del centro de inspección.
Del mismo modo, Carlos Lavara, trabajador del centro, cuenta que ahora el carril lleva muy poco tiempo, pero no quiere ni imaginar lo que sucederá durante los meses de verano cuando más afluencia de clientes tienen. «Antes los coches podían esperar en un carril sin molestar a nadie. Ahora esto va a ser un auténtico caos», explica el trabajador.
Manuel, vecino del barrio desde hace once años asegura que nunca había visto «este desastre». Y cree que una de las soluciones sería «quitar el carril bici o trasladar el centro de la ITV a las afueras de la ciudad», afirma el vecino.
El recorrido continúa y con él los consiguientes obstáculos. Entradas y salidas de garajes, acera en mal estado o cruce de carril bici en diferentes direcciones que predicen el peligro de los usuarios. «Es una vergüenza. Todos los carriles bici que han hecho en Valencia son un desastre y un peligro para los ciudadanos. Fíjate cómo han dejado la ciudad», indica una de las vecinas del barrio. Algo con lo que está de acuerdo Amparo López, otra de las vecinas de la zona «este carril es un poco absurdo teniendo un carril bici en el río a escasos metros», explica Amparo.
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Muchos de los usuarios coinciden en que es muy favorable el fomento del uso de la bicicleta y la movilidad sostenible por la ciudad «pero no llevado a este extremo. Son necesarios los carriles bici pero eso no quiere decir que haya que colapsar la ciudad de carriles bici», indica Francisco, vecino del barrio.
A todo esto le sumamos la escasa visibilidad en algunos tramos. «Si hay coches aparcados no te permiten ver bien el carril bici. Tienes que ir con muchísimo cuidado y precaución», indica Amparo. Y así es cómo algunos carriles bici hacen que circular por Valencia se convierta en un deporte de alto riesgo para los ciudadanos.
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