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J. BATISTA
VALENCIA.
Martes, 16 de octubre 2018, 01:02
El Palau de les Arts acogió ayer el acto de investidura como doctor honoris causa a título póstumo de Adolfo Suárez González por la Universidad Católica de Valencia. Su hijo, Adolfo Suárez Illana, recogió el birrete y el resto de símbolos del nombramiento en un hecho insólito, pues es la primera vez que acude a una ceremonia que implica recibir honores que corresponden a su padre. En su intervención, en la que en varios momentos no pudo reprimir las lágrimas, instó a recuperar el entendimiento entre españoles, como hace 40 años, en una clara referencia a la situación política marcada por el desafío independentista catalán. Habló de «concordia», palabra vinculada para siempre a la memoria del expresidente.
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«La concordia entre españoles está amenazada, pero no me preocupa, sólo lo haría si no fuésemos capaces de conjurar esa amenaza que se cierne sobre nosotros», dijo en la fase final de la intervención, que concluyó con un guiño a una expresión universal de su progenitor: «Debemos mantener la esperanza de hacer renacer la concordia entre todos los españoles, y les puedo prometer y les prometo que voy a dedicar el resto de mi vida a que sea posible».
También defendió la ejemplaridad de la Transición, de la que más allá de la figura del rey o de la de su padre destacó la «forma excepcional» de llevarla a cabo en apenas tres años. «Un país dividido tras una guerra y sin libertades fue capaz, sin quebrantar una sola ley, de llegar a un Estado de derecho en forma de monarquía parlamentaria y comparable a los mejores de hoy en día», defendió. «La concordia fue posible», concluyó. A su juicio, la 'receta', válida para la situación actual, pasó por «fijar objetivos comunes y aceptar sacrificios personales».
La universidad del Arzobispado, que existe en parte gracias al impulso dado por Suárez a estas instituciones académicas, reconoce de esta forma con su máxima distinción al expresidente del Gobierno por su papel clave en la Transición. La ceremonia estuvo presidida por el cardenal Antonio Cañizares, el rector José Manuel Pagán, la consellera de Justicia Gabriela Bravo y el exministro Marcelino Oreja. El también Arzobispo de Valencia, amigo de ambos políticos, defendió que Suárez trabajó «por la unidad, el diálogo y el entendimiento entre españoles». Virtudes, dijo, necesarias hoy en día.
Por su parte, Bravo destacó su figura como «arquitecto de la recuperación de derechos y libertades» y defendió que «su capacidad de abrazar, de entender al otro, es un mérito del que debemos aprender». También defendió que los valores de la Constitución -que pidió actualizar- son «necesarios en una época de polarización extrema», y recordó que entonces «la sociedad supo navegar, con Suárez como timonel, hacia un puerto democrático y hacia un país próspero».
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En cuanto al rector, Pagán señaló que el expresidente «nos enseñó que por encima de los intereses particulares está el bien común» y recordó que «conquistó para nosotros el valor de la tolerancia, la reconciliación y el diálogo político».
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