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Han pasado catorce años y ahí siguen. En un estado de obras que parece que va a ser casi permanente. Casi tres lustros después del inicio de la actuación los depósitos de tormenta diseñados para frenar la entrada de vertidos en la Albufera siguen ... sin terminarse. Las estimaciones más optimistas fijan el fin de los trabajos en el tercer trimestre de este año, pero no se descarta que haya que esperar a final de 2024 para ver estas infraestructuras acabadas.
Si hay una característica que haya marcado la construcción de los tanques de tormenta ha sido la de los retrasos. Ya el comienzo de los trabajos acumuló demoras. Las obras fueron declaradas de urgencia en 2004 dentro de las actuaciones previstas por el Programa Agua, diseñado por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para llevar a la agua a la Comunitat tras la derogación del trasvase del Ebro. Sin embargo, no fue hasta 2010 cuando se iniciaron los trabajos. El plazo de finalización previsto era 2015.
Las obras se paralizaron por un error en el proyecto de construcción dos años después, en 2012. Lo que parecía una demora a corto plazo, se convirtió en un parón en las obras de nueve años. Las complicaciones se fueron acumulando. Los problemas con el proyecto se agravaron y tardaron años en solucionarse. Cuando parecía que se habían solucionado la parte técnica, fue la empresa la que puso empezó a poner pegas.
La mercantil pidió una actualización de precios, ya que los costes se habían incrementado mientras la obra había estado paralizada. Al final no hubo acuerdo y la empresa se retiró y no quiso continuar con las obras. Hubo que encontrar una nueva contrata. En este caso fue Tragsa, la empresa pública dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, la que asumió los trabajos.
Las obras se reiniciaron en septiembre de 2021 y la previsión era terminarlas a mediados de 2023. Pero no ha sido así. El plazo de finalización se retrasó hasta mayo de 2024. No fue la última demora ya que ahora el fin de los trabajos se ha pospuesto hasta el tercer o cuarto trimestre de este año. Un nuevo retraso y se cumplirán quince años de demoras en unas obras que fueron consideradas de urgencia.
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Mientras, la Albufera ha seguido recibiendo vertidos. Estas infraestructuras están diseñadas con la suficiente capacidad para poder retener las primeras aguas pluviales en un episodio de fuertes precipitaciones. Estas suelen estar muy contaminadas por todos los arrastres de los polígonos y poblaciones de la zona. De esta forma, se contendrían los vertidos y no entrarían en el parque natural.
Además, el problema se agrava porque el colector oeste, diseñado para la recogida de vertidos de los municipios ubicados al oeste del parque, está colapsado y es necesario ampliarlo o construir uno nuevo. Cualquier lluvia provoca que se desborde y las aguas residuales acaban en la Albufera. En este sentido, las obras de los depósitos también permitirán descongestionar este colector cuando se encuentre trabajando a plena presión evitando su colapso y los desbordamientos que también acaban en el paraje protegido.
Pero los retrasos no es el único problema al que se enfrenta. Ahora en la fase final de las obras, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), Miguel Polo, se ha referido a una serie de problemas que se estaban encontrando las obras. En concreto, señaló a la Conselleria de Medio Ambiente como responsable
La idea es que estos tanques de tormenta no se podrán poner en marcha de forma inmediata una vez terminadas las obras porque la depuradora de Pinedo está funcionando al límite y no puede asumir más residuos.
Pero desde la Conselleria de Medio Ambiente se ha recordado que en el proyecto original no contemplaba en ningún punto que estas aguas tuvieran que ir a la depuradora de Pinedo. Por eso, el departamento que dirige Salomé Pradas ha instado al Gobierno a terminar las obras.
El proyecto de esta infraestructura contemplaba también el desvío de la Acequia de Favara por fuera de las poblaciones para evitar su contaminación, la ejecución de una extensa red de colectores interceptores y una serie de siete depósitos de detención enterrados, con un volumen total de 100.000 metros cúbicos, para almacenar el agua contaminada interceptada en episodios de lluvias, para su posterior bombeo al colector oeste, cuando las condiciones hidráulicas de la red de saneamiento lo permitieran.
La construcción de estas infraestructuras supone la adecuación de casi 8,8 kilómetros de un entramado de ramales de la acequia de Favara y 9,6 kilómetros de tuberías diversas. Los depósitos son en total siete: Silla norte, Silla sur, Beniparrell, Albal, Catarroja, Alfafar y Sedaví. La inversión supera los 30 millones de euros. Cuando se paralizaron en 2012 se habían gastado un total de 27,42 millones, lo cual representaba el equivalente al 70 % de lo presupuestado.
Los expertos y los sectores implicados en la Albufera han pedido reiteradamente la finalización de estas obras como una forma de controlar los vertidos que están llegando al parque natural. En este sentido, Investigadores del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universitat Politècnica de València (UPV) han elaborado un estudio sobre el lago en el que destacan que la situación es mejor que la de los años 80 del siglo pasado pero aún queda mucho trabajo por hacer. En este sentido, para los investigadores la finalización de las obras de los tanques de tormenta junto a la Pista de Silla son de gran importancia.
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