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Cada año fallecen en España unas 35.000 personas por muerte súbita y en todo el mundo la enfermedad cardiovascular es la principal causa ... de muerte, por encima del cáncer. Los expertos coinciden en que el ejercicio físico es fundamental para prevenir estos problemas y este viernes en Valencia en el VIII Congreso Nacional sobre la muerte súbita, han destacado la importancia de un ejercicio adaptado a las características de cada persona y que se aumenten las pruebas y medidas preventivas con los deportistas minoritarios.
Las personas que combaten el sedentarismo con ejercicio físico reducen en un 33% las probabilidades de sufrir una muerte súbita, según un informe del 'European Journal of preventive cardiology'. Los cardiólogos expertos que han intervenido en la jornada celebrada en CaixaForum Valencia, organizada por la Fundación Quaes e impulsada por Ascires Grupo Biomédico, han lanzado el mensaje unánime de que «el ejercicio físico es vida, pero ante una cardiopatía hay que ajustarlo a unos límites seguros».
La coordinadora de Cardiopatías familiares y muerte súbita en La Fe, Esther Zorío, ha señalado: «Hay que hacer deporte de forma segura, y readaptar la forma de hacerlo si se sufre una cardiopatía. Nos dimos cuenta de que era necesidad no cubierta, que la gente fallecía. Por tanto si es algo genético la familia puede estar en riesgo, hay que dar medidas preventivas, un tratamiento, un desfibrilador si es necesario, pero si no haces un diagnóstico no lo puedes tratar». En cuanto a la puesta en práctica, Zorío ha añadido que se intentó «en todos los jugadores federados poner en marcha medidas preventivas, como que pasen reconocimientos médicos, y así se han detectado patologías y se ha reducido la muerte súbita».
El cardiólogo del hospital de Palma de Mallorca Tomás Ripoll apunta que la miocardiopatía hipertrófica es la más frecuente, y es de origen genético. «Se da en menores de 35 años y afecta más a hombres y aparece en deportes como fútbol y ciclismo en España. Aunque la mayoría de casos pasan fuera de la práctica deportiva. El deporte puede desencadenar una arritmia si tienes predisposición genética, pero es beneficioso y supera con mucho los posibles riesgos incluso en pacientes con cardiopatía», asegura. «Las guías antiguas no recomendaban hacer deporte de competición a estos afectados pero eso ha ido cambiando. Las guías actuales dicen que en casos de mucho riesgo no pueden competir pero en casos leves sí se puede, porque mejora el consumo de oxígeno, es beneficioso el deporte para pacientes», destaca.
Ramón Ejeda es triatleta profesional y reclama más controles para los deportes minoritarios. «Cuando te alejas de un centro de alto rendimiento es más difícil encontrar un lugar donde realizar una prueba que controle que tienes todos los parámetros adecuados para practicar deporte. En el fútbol hay más control, todos tenemos en mente los casos de Antonio Puerta o del Kun Agüero cuando dejó el fútbol. Hay mucho más dinero y los controles son mayores, pero tendrían que llegar más estos controles a todos los deportes y que pudiésemos estar todos controlados. El triatlón por ejemplo es muy extenuante, tenemos más problemas, situaciones de estrés en aguas abiertas. Siempre es recomendable un reconocimiento completo», apunta.
En este sentido, la cardióloga deportiva Amelia Carro también va en esa dirección. «El fútbol está muy controlado pero hay muchos deportes no representados en los programas de cribado. Hacer un deporte minoritario te pone en una situación más vulnerable frente a todo. Un triatleta se marea en el agua y ya no sale de ahí. Si no se le ha detectado y nadie le atiende no tiene oportunidades de sobrevivir. Una gimnasta que le puede caer una maza en la cabeza, un escalador que se puede caer, esos deportes tienen una serie de riesgos añadidos y deberían estar mucho más supervisados, pero no lo están por ser minoritarios. Tu riesgo para la salud es mayor«, expone Carro. Por ello el doctor Ripoll añade: »Se debería hacer un electrocardiograma incluso a deportistas aficionados, con eso ayudaría mucho a la prevención«.
El ejercicio físico mejora la calidad de vida de los pacientes en su recuperación por problemas cardiacos, como demuestra Patricia Palau, cardióloga del Hospital Clínico de Valencia. «Se reduce la hospitalización, mejora la tolerancia al ejercicio. La rehabilitación es segura en pacientes con insuficiencia cardiaca, se recomienda que hagan ejercicio físico», comenta. «Hay pacientes con cuadros agudos, que deben hacer una prueba de esfuerzo cardiopulmonar más exhaustiva para evaluar el riesgo y la intolerancia al ejercicio para ajustar de forma exacta qué ejercicio e intensidad puede hacer, y así evaluar cómo aumenta la frecuencia cardiaca, cómo responde al ejercicio y eso permite prescribir un programa de ejercicio lo más personalizado al paciente», indica.
Palau añade que «una prueba de esfuerzo permite conocer qué tipo de intensidad, frecuencia o fatiga tienen los pacientes y deben personalizarse, en función de la capacidad cardiopulmonar, programas de ejercicio que pueden ser continuos, interválicos, de alta o media intensidad», explica. Ripoll advierte que los pacientes de muy alto riesgo sólo deberían hacer ejercicio a ritmo suave o disciplinas que no requieran una gran intensidad.
Sara Bandrés es una joven valenciana que hacía deporte a diario hasta que le detectaron en La Fe una cardiopatía. «Encajar esta información es complejo, lloré mucho. Me implantaron un DAI subcutáneo, tuve miedo, fantasmas en la cabeza, me olvidé del deporte hasta que una amiga me motivó a coger la pelota. Cogí ese balón y no lo solté, volví a terapia, recuperé la actividad y ahora todas las semanas me bajo al río con un entrenador a hacer deporte», asegura. «Si no hago deporte me noto más cansada, me va bien. »Tengo que dormir siempre de un lado para que no me afecte el desfibrilador, he ido aprendiendo mucho en este tiempo«, explica. Y la deportista de paraescalada Lucía Martínez indica: »Tengo amigos que han tenido que llevar marcapasos o han estado en parada cardiorrespiratoria. La prevención es fundamental cuando hay antecedentes familiares y cuando haces deporte que requiere un sobreesfuerzo te deberían hacer un electrocardiograma«.
Y para la profesora de la UCAM de Murcia Isabel López «el ejercicio es el único que trata problemas para los que no existe aún ningún fármaco», comenta. «He desarrollado el primer estudio que incluye el ejercicio físico como un fármaco para prescribir la dosis exacta de entrenamiento. Hicimos una medición exhaustiva a los pacientes y programamos el entrenamiento entre 100 personas de unos 55 años. Ejercicios de fuerza y cardiorrespiratorios, con intensidad de cargas progresivas para programar el grado de esfuerzo y un número de repeticiones individualizado para cada paciente», determina sobre su investigación. «Las conclusiones fueron que el ejercicio debe ser tratado como un fármaco, controlado y ajustando la carga para provocar una mejora de la salud y la condición física de los pacientes», apunta López.
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