Gracias a su esfuerzo, este joven ha recibido el primer Premio Sapiencia en la categoría de Ciencias de la Vida y de la Tierra, otorgado por la Red de Universidades Valencianas para el fomento del I+D+I y la Generalitat Valenciana. Con la candidez de quien está comenzando a introducirse en 'el mundo real', Giménez responde:«Invertiré los 4.000 euros del premio en pagarme el carnet de conducir y un coche».
Ante una problemática que mantiene en vilo a la Comunidad Valenciana, la imaginación juvenil es capaz de encontrar una vía de salida cuando todas las puertas parecen cerradas. «Cogimos agua de la Albufera y, gracias a sus bacterias, fango y a la ruta metabólica que siguen podemos partir de poca electricidad para generar hidrógeno», explica el creador de la revolucionaria idea.
La situación en la que se encuentra la Albufera viene determinada por los aportes de aguas residuales de tipo industrial y urbano que se producen desde los polígonos industriales que la rodean. El problema es anterior a su urbanización, puesto que hasta que no llegaron las primeras legislaciones de control de drenajes de polígonos industriales y de los tratamientos de aguas residuales en los años 70, hubo barra libre para estos vertidos. Además, en la actualidad soporta el constante aporte de aguas procedentes de las depuradoras cercanas.
El proyecto de Juan de Marco Giménez no solo ayudaría a mejorar de forma notable la calidad del agua, sino que abarataría los costes de producción del hidrógeno, también llamado 'combustible verde', que suelen ser bastante elevados. Como aclara el joven premiado, «no es descabellado hablar del hidrógeno como la energía del futuro, la que podría sustituir los carburantes fósiles contaminantes». La economía del hidrógeno supone un antes y un después en el compromiso global por frenar el cambio climático. En el caso del proyecto galardonado con el Premio Sapiencia, sería posible gracias a la investigación de las células de electrólisis microbiana y su gran aportación para la consecución de este combustible.
La génesis del proyecto
La idea surgió casi por casualidad, «a partir de un proyecto que hicimos en clase en el que había que tirar un huevo desde un segundo piso. Entonces, yo pensé en poner algo que flotase en un globo para que el huevo cayera despacio. Como el hidrógeno es el gas que más flota, comenzamos a plantearnos maneras a partir de las cuales poder generar hidrógeno», explica el galardonado, quien subraya la aportación de sus tutores, Julia Romero y José Luis Marques. Tanto es así que fue Romero quien le sugirió que comenzara a investigar las formas en las que era posible fabricar el hidrógeno.
«Al tratarse de la primera edición del Premio Sapiencia pensé que tenía posibilidades de ganar, pero tampoco estaba del todo seguro ya que los proyectos que presentaron otros estudiantes también estaban relacionados con aportaciones para detener el cambio climático», confiesa el estudiante de segundo de bachiller.
Sin más ambición que poner su granito de arena, Juan de Marco Giménez explica:«No he pensado en continuar con la investigación porque para ello se necesita una gran inversión. Somos un instituto del barrio de Tormos-Marxalenes y no disponemos de la capacidad suficiente como para poder llevarlo a cabo a largo plazo». Sin embargo, se muestra entusiasmado ante la idea de solicitar alguna ayuda para proseguir con este proyecto, que constituye todo un referente en el mundo de la ciencia y más teniendo en cuenta que proviene de un joven de 17 años que, comenta, practica la filosofía de disfrutar del día a día.
«Por el momento estoy centrado en prepararme la EBAU para poder conseguir la mejor nota posible. Mi idea es acceder a una carrera de ingeniería, aunque todo está por ver», destaca. El mundo de la ciencia le espera impaciente.