Secciones
Servicios
Destacamos
N. Roca y A. Talavera
Alzira
Lunes, 28 de abril 2025, 00:53
Diferentes tipos de negocio, poblaciones distintas, más o menos metros de agua y barro pero un denominador común: las dificultades para reabrir los establecimientos seis ... meses después de la dana. El comercio local sigue siendo uno de los grandes afectados con muchos negocios cerrados o en reformas pero pese a todas las complicaciones la mayoría sigue adelante con optimismo y con el apoyo de su clientela, sus vecinos, que al igual que ellos saben mucho de resiliencia y de unión en momentos difíciles.
En el Centro de yoga Viuyoga en Massanassa entró metro y medio de agua y fango sobre las esterillas. «Tenía el centro abierto desde 2023 en la calle Palleter y aunque no tenía ni maquinaria ni grandes equipos informáticos, el suelo quedó destrozado, y en esas condiciones donde la gente viene a cuidar de su bienestar, no podía abrir sin que estuviese todo a punto. Y tardó bastante, porque no había manera de quitar la humedad», comenta la propietaria Vicenta Casañ.
Una situación parecida a la que vivieron los comercios de Catarroja. En la tienda Moños de fallera Carla Ramos el agua superó los dos metros y medio ya que está ubicada justo al lado del barranco del Poyo y lo destrozó absolutamente todo, paredes, azulejos, instalación eléctrica. «Al principio lo ví todo muy oscuro y pensé en no volver pero mi marido me empujó a seguir. He cambiado todo y lo he dejado mucho más alegre para que no me recuerde a lo anterior», explica Carla que su tienda contrasta con la imagen de gran parte de su calle que todavía sigue con locales arrasados. Esta emprendedora, pese a perder todo el material en la riada, estuvo trabajando en casa para preparar los moños de falleras para sus clientas ya que el local estaba en obras. Varias semanas después de su vuelta, Carla reconoce que cuando llueve todavía tiene cierto temor al estar muy cerca del barranco.
Noticia relacionada
Ana, que tiene una zapatería en la calle Joaquín Olmos de Catarroja, se encontró todo el calzado flotando. «Toda la entrada de la tienda era de parquet y, claro, nos tocó arrancar todo. Al ser todo paredes lisas, pues tuvimos que rehacer todas las paredes y esperar a que desapareciese la humedad de la tienda y del almacén para poder reparar y pintar las paredes», recuerda esta comerciante que desde hace unos meses ya ha podido retomar la actividad.
En cada pueblo afectado por la riada, día a día, se van reabriendo comercios que no han sucumbido a la tragedia. En Picanya, Amparo lovivió desde el otro punto de vista, como trabajadora de un negocio. La barrancada le pilló en su horario laboral, en la tienda. Una droguería con tres décadas de antigüedad que han reformado como tienda de especializada en higiene, belleza, parafarmacia, droguería, infantil y mascotas.
Ubicada en la avenida Santa María del Puig de la localidad, la tienda Clarel, no dista mucho del barranco, pero sí la suficiente para que cuando su encargada le llamó por teléfono avisándola que el puente de Picanya había caído, darle tiempo a ponerse a salvo. «Me dio tiempo de cerrar porque las persianas son automáticas y aún me dio tiempo de bajarlas», recuerda Amparo. Clarel reabrió hace unos meses, «esto es tipo droguería, ya tenía 27 años, creo que le ha venido hasta bien la reforma», asegura Amparo.
Muchos de los afectados han abierto las puertas de sus negocios pese a no tener todo listo ya que no podían aguantar más tiempo sin ingresos. La falta de materiales y de mano de obra en estos momentos de gran demanda se está notando en el sector comercial que necesitan productos a medida.
La Casa del Paper de Algemesí abrió hace apenas dos semanas ya que comenzaba la temporada de comuniones pero todavía no tiene montado el escaparate. «Yo sabía que esto iría para largo pero no pensaba que tanto. Nos hemos encontrado con la falta de mano de obra y como la cristalería se tiene que hacer a medida se ha retrasado mucho», señala María José, propietaria de esta librería.
Otros comercios todavía están en proceso de apertura. La tienda de reparación de calzado de Miguel Ángel en Algemesí abrirá sus puertas el 8 de mayo porque está dentro de un supermercado. «Estaba todo el local deshecho y productos esparcidos por todas partes», recuerda Miguel Ángel que pese a la tardanza en reabrir el negocio no teme la pérdida de clientela. «Soy el único zapatero de Algemesí así que no tengo miedo aunque hayan pasado seis meses, la gente lleva tiempo preguntándome cuándo abro», relata este profesional.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.