«Cruzo las vías diez veces al día. He oído el golpe. A ver si hacen algo de una vez porque estoy pensando en cambiarme de casa»

No ha sido ni mucho menos la mejor manera de iniciar una jornada laboral. Daniela vive en Alfafar, a apenas una decena de metros donde ha tenido lugar el accidente mortal. Aún con el susto en el cuerpo tras conocer lo que había ocurrido con la joven de Sedaví atropellada por el tren en Alfafar, cree que tardará en olvidar lo sucedido. Incluso se está planteando cambiar de vivienda para no tener que asumir ese riesgo como lo hace en varias ocasiones cada diez.

Estaba preparando a su hijo para ir al colegio y trataba de que el niño acabara de desayunar. Eran casi las nueve de la mañana «cuando he escuchado el golpe», un sonido que aún conserva en su interior. Cuando su hijo sale corriendo, el corazón le da un vuelco por si pudiera sufrir algún atropello.

Al bajar a la calle le han contado lo sucedido y lo ha relacionado con lo que tienen que pasar miles de vecinos. En su caso particular, «yo cruzo las vías diez veces al día. Algunas de ellas voy con mi hijo: lo llevo al colegio, lo recojo, comemos, vuelve y lo recojo por la tarde», por lo que cree que, aunque va con todo el cuidado del mundo, «nadie está libre de que le pase algo así».

Ha suplicado que se tomen medidas urgentes: «A ver si hacen algo de una vez y lo cierran ya. Es un clamor. Lo decimos todo el pueblo».

Vicente Martorell es otro vecino de Alfafar, indignado. Aún conserva en la memoria la muerte de un amigo suyo fallecido el pasado verano. Hace poco meses estaba paseando a su perro y vio a un cadáver tapado. Se preguntó quién sería «y era un amigo mío con el que la tarde anterior había estado fumándome un cigarro. Él iba con cascos. Después falleció otra persona y hoy esta chica. Esto es una vergüenza», ha señalado.

Ha apuntado que, tras el accidente, «los trenes están pasando despacito, pero la semana que viene volverán a hacerlo rápido. Se te lleva el aire. Que hagan el soterramiento y que le den una solución», ha implorado.

Las quejas en la zona son continuas y reflejan una realidad que viven estos vecinos sin que se vislumbre una solución a corto plazo.

Manuel, vecino de Alfafar, lamenta lo ocurrido y exige que se construya una pasarela “porque esto se podría haber evitado. Quien quiere suicidarse lo hará de otro modo, pero hay que poner medidas para evitar estos despistes fatales”.

El cartel donde se advierte del paso de trenes está sucio. La reunión de varios vecinos junto a las vías inicia un improvisado debate: “¿Por qué no lo hacen ya? Yo llevo viviendo aquí 50 años y han pasado muchos partidos políticos. Los ayuntamientos no se han implicado lo suficiente”, apunta un vecino, mientras otro señala que esta medida podría tener un efectos perjudicial: “Supondría acabar con los comercios, los destrozaría”.

Miguel y Ubaldo, dos vecinos que viven cerca del lugar de los hechos, también son escépticos respecto a las medidas de presión que, como la concentración de este jueves, reivindican una solución: “Hemos estado en muchas manifestaciones pero no ha servido de nada”.

Mientras están hablando, un vecino cruza las vías en rojo y la Guardia Civil le advierte. El riesgo sigue ahí.

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