Despoblación sin freno en la Comunitat

Las iniciativas públicas no logran atajar el éxodo que sufren los pueblos más pequeños. Estas localidades han perdido 10.000 habitantes en la última legislatura

Juan Sanchis

Valencia

Domingo, 26 de enero 2020, 01:08

Los datos asustan. El fenómeno de la España vaciada es también una realidad en la Comunitat. Las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) lo confirman. Los municipios valencianos más pequeños, los que tienen menos de dos mil censados, han perdido cerca de diez mil habitantes entre 2015 y 2019, es decir, el 5% de los vecinos.

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De nada o muy poco han servido las medidas anunciadas por el Consell para invertir la tendencia. El fenómeno de la despoblación ha estado presente en cinco de los seminarios semestrales del ejecutivo del gobierno del Botànic. Entre otras actuaciones se ha propuesto el desarrollo de una Agencia Antidespoblamiento para potenciar «acciones transversales» o se ha planteado impulsar la colaboración con los ayuntamientos con una comisión interdepartamental. Las promesas han sido muchas y también los anuncios. Pero hasta ahora las medidas concretas no han sido tantas. Uno de los planes estrella del Consell contra la despoblación ha sido la instalación de cajeros automáticos en 123 municipios en riesgo. Se está a la espera de que se publique el decreto que haga efectiva la decisión. Por otro lado, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se ha comprometido a que este mismo mes se ponga en marcha una línea de préstamos públicos a interés cero a emprendedores ubicados en estas comarcas.

También se han concedido ayudas para poner en marcha brigadas forestales en muchos de estos municipios, una iniciativa que se ha convertido en fuente de empleo en las localidades afectadas por la despoblación en los úlitmos años.

Caferino Casino, con su rebaño en Castielfabib. Txema Rodríguez

El diputado de Ciudadanos Vicente Fernández ha denunciado que estos anuncios son un «brindis al sol porque las medidas concretas son muy pocas». Recordó que el pasado mes de noviembre presentaron una proposición no de ley en la que plateaban una docena de acciones basadas en el plan nacional aprobado por el Gobierno de Sánchez y que incluían exenciones e incentivos fiscales . «El tripartito votó en contra», apuntó Fernández.

De hecho la tendencia no se ha invertido. Todo lo contrario. El fenómeno continúa con su lento goteo. Según el Consell 72 municipios valencianos se encuentran en riesgo de desaparición. La mayor parte se localizan en las comarcas del interior de la Comunitat. Las más amenazadas, según el Comité Económico y Social (CES), se encuentran en el interior de Valencia y Castellón. Todas ellas presentan un crecimiento demográfico negativo: el Rincón de Ademuz (-24,29), l'Alt Maestrat (-19,79), els Ports (-15,68), el Alto Mijares (-8,22), los Serranos (-5,38), el Valle de Ayora (-4,63) y la Canal de Navarrés (-2,35).

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Casas Bajas, en el Rincón de Ademuz, es uno de estos municipios.

  1. Pablo

    Periodista

    La lucha por sobrevivir de Casas Bajas

Pablo Escribano. Txema Rodríguez

Casas Bajas ha perdido el 43% de sus habitantes en los últimos veinte años. Pero no se resigna y presenta algunos síntomas positivos como los 16 niños que asisten al colegio, cuando hace unos pocos años eran sólo cuatro. Pablo Escribano llegó hace unos años y vive con su pareja, Mari Antón, que sí es natural del pueblo. Ella trabaja en una brigada forestal sufragada por la Generalitat y él, aunque estudió periodismo, es monitor en un gimnasio de Ademuz. También colabora con 'Ademuz Diario', un medio en Facebook que informa sobre lo que ocurre en la comarca. Pero es una etapa. «No es para estar toda la vida», afirma Mari.

  1. Paula

    Actriz

    «La calidad de vida que hay no la cambio»

Paula Manzano. Txema Rodríguez

Paula es chilena y hace un par de años optó por trasladarse al Rincón de Ademuz. «Vivía en Barcelona, pero mi marido es de un pueblo cercano y hemos decidido venir aquí», señala. «Añoraba este tipo de vida. La calidad de vida no la cambio por nada. En Barcelona cada vez que salías de casa te gastabas 20 euros y aquí con eso puedes pasar una semana», asegura. Ella y su marido son actores y aquí hacen lo que pueden con talleres y fiestas que se organizan en la comarca. Él también trabaja como cocinero. Otras de las ventajas es el ambiente. «Todo el mundo está dispuesto a ayudas. Es algo que no encuentras en una ciudad grande. Si te falta algo alguien se ofrecete a echarte una mano», destaca Paula.

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  1. Emili

    Jubilado

    «La mayor parte somos jubilados»

Emilio Aguilar. Txema Rodríguez

Emilio está orgulloso de Casas Bajas. Aunque ha nacido aquí, ha recorrido mucho mundo. «Pero siempre he vuelto a mi pueblo» y ahora vive en la localidad, aunque su hijo se ha trasladado a Valencia. «Casi todos somos mayores. Los que están en edad de trabajar se dedican básicamente a la construcción», señala. Jesús Lozano, el propietario del único bar del pueblo, asiente. «En verano y los fines de semana, menos en los meses de invierno, vienen muchos que trabajan fuera», afirma. Quizá lo que echan de menos son algunos servicios. El médico sube tres días a la semana, pero si hay que ir a algún especialista se tienen que desplazar a Teruel, que está a media hora, o a Llíria, a una hora de distancia.

Para las compras, dependen de Ademuz. Sólo hay un pequeño supermercado donde se pueden adquirir productos básicos. El panadero sube todos losdías a primera hora y vende en la plaza del pueblo. El pescatero sólo pasa un día por semana, los martes.

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El Rincón, con menos censados que una calle de Valencia

El Rincón de Ademuz es una de las comarcas más despobladas de la Comunitat. Suma, según datos de 2019, 2.266 habitantes, mucho menos que una calle de Valencia como la avenida del Cid que tiene 5.439 empadronados o Pintor Maella, con 3.199.

Castielfabib, el punto de encuentro entre los tres reinos, es un pueblo que sufre el éxodo de habitantes. En los úlitmos veinte años ha perdido casi el 40% personas censadas. Recientemente ha sufrido dos nuevos golpes. Uno es el cierre de uno de los dos bares que había en el pueblo. Y casi al mismo tiempo se quedó sin supermercado. Tampoco tiene colegio, que se clausuró hace ya unos años, de forma que los cinco o seis niños que viven en el puebo tienen que coger el autobús. El médico se acerca dos veces por semana (los lunes y jueves). Para cualquier compra los vecinos se suben al coche hasta alguna localidad cercana. Eso sí, el panadero sube todos los días hasta la plaza del pueblo y el frutero pasa un par de días a la semana.

Afortunadamente tienen farmacia, aunque en ocasiones tienen que ir hasta Torrebaja a por el medicamento. «Los pueblos se van hacia abajo rápido», señala Octavio Casino mientras observa como su padre Ceferino, que ha vivido toda la vida en Castielfabib, controla las ovejas. Octavio sí que ha tenido que abandonar su lugar de nacimiento para poder ganarse la vida y compagina su vida entre Canet y Castielfabib.

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