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La investigación puede empezar con una simple sospecha. Con un comentario que no cuadra, con un cambio de horarios repentino... Pero acusar a alguien de mentir es una tarea complicada si no hay pruebas que lo demuestren. Sin embargo, la intuición es poderosa y da pistas de dónde empezar a buscar. Ahí es donde entra en juego el trabajo del detective. Un empleo desconocido pero cada vez más popular. Las licencias para ejercer como detective privado han crecido en un 80% en España a lo largo de estos diez años, según la última memoria anual publicada por el Ministerio del Interior. Por algo será.
Pero, ¿por qué alguien se gastaría el dinero en seguir los pasos de otra persona? Por lo que más mueve al ser humano: el amor y el dinero. Andrea C., del despacho INDEA Detectives, no tiene ninguna duda en cuáles son los servicios más solicitados: investigar bajas laborales y casos de infidelidades.
A partir de casos simulados que incluyen anécdotas que se ha encontrado a lo largo de su ejercicio profesional, Andrea C. explica cómo se lleva a cabo la labor de un detective. Para ilustrar los casos, se utilizarán nombres ficticios de los protagonistas reales. El seguimiento transcurre desde el primer momento en el que el cliente contacta para pedirle sus servicios hasta que reúne las pruebas necesarias para confirmar o en su caso, desmentir, las sospechas.
«Sin duda los casos más complicados son los de las infidelidades, cuando trabajas para un particular en lugar de para una empresa», desvela la joven detective de 32 años.
Pablo empezó a sospechar que su novia le era infiel cuando empezó a notar cambios en su rutina. No tenía realmente ninguna prueba tangible que le confirmara que estaba en lo cierto. La mosca le rondaba detrás de la oreja desde que María le dijo que quería dedicarse más ratos para ella.
Nada fuera de lo normal. La chica empezó a ir más al gimnasio y a ponerse en forma. También empezó a quedar más con sus amigas. Pero Pablo no se quedaba tranquilo. Tenía la certeza de que había algo que se le estaba escapando.
En ese momento contactó con la detective para contarle sus sospechas. «Descubrir la infidelidad de una mujer puede tardar hasta meses. Las chicas son mucho más precavidas que ellos. A un hombre se le puede destapar que tiene una aventura en una hora», opina Andrea C. después de lo que ha podido observar a lo largo de su trayectoria profesional.
Pero, ¿por dónde empieza a buscar un detective privado? Todo depende de la información que le proporcione el cliente a la hora de contratar sus servicios. Siempre es más sencillo si les aportan una dirección de residencia y de trabajo. Pero a veces, los profesionales tienen que buscarse la vida contando sólo con el nombre de la persona a la que investigan.
Cuando empezó a seguirle la pista a María, lo primero que hizo fue apuntarse al gimnasio al que ella decía que iba. Incluso la detective se sorprendió. La chica sí que iba a hacer ejercicio. También, se pasaba varias horas poniéndose en forma como le decía a su novio.
«Todo parecía normal en un principio», revela Andrea, que todavía se sigue llevando sorpresas de la habilidad que tienen algunas personas de ocultar sus secretos. Pasaron los días y María seguía yendo al gimnasio. No había ninguna prueba de que estuviera cometiendo una infidelidad. La detective habló con Pablo por si quería que terminara con el seguimiento.
Como comenta Andrea C., el precio de un detective suele oscilar entre los 60 y los 80 euros a la hora. Pero el hombre no se rindió. Siguió haciendo un esfuerzo económico porque estaba convencido de las mentiras de su pareja. Y tenía razón.
«Al final ella tenía una aventura con el monitor del gimnasio. Se veían en los vestuarios en periodos muy breves. Era casi imperceptible», recuerda.
Pero lidiar con personas movidas por los celos y el despecho no es una tarea fácil. La detective comenta que hubo momentos en los que llegó a temer de que Pablo pudiera hacerle daño a María tras descubrir su infidelidad. «Me llamaba a todas horas contándome lo enfadado que estaba y que no sabía qué hacer. Se empezó a poner muy agresivo».
Andrea no se podía quedar de brazos cruzados tras ver que podía ser una amenaza, así que acudió a la Policía y les tuvo al tanto de la situación para que pudieran actuar de inmediato en caso de que ocurriera una emergencia. «Al final no le hizo nada y creo que hasta volvieron juntos», detalla ahora entre risas.
En el trabajo de un detective es trascendental saber distinguir entre diversos tipos de clientes, dado que hay algunos que no tienen buenas intenciones. «He tenido casos en los que después de hacer un seguimiento exhaustivo y demostrar que la otra persona no era infiel el cliente ha querido que continuara con la investigación aunque fuera clara diciéndole que se estaba gastando el dinero tontamente», dice la profesional del despacho INDEA Detectives. Aunque esté asentada en Canarias, Andrea es valenciana y hace trabajos por toda la península. La joven lo tiene muy claro: «Lo más importante en esta profesión es actuar con legitimidad y ética y ver qué fronteras no puedes traspasar».
Aunque trate con particulares, los que más suelen demandar sus servicios son las empresas que sospechan de sus empleados que están de baja laboral. A Andrea le llamaron después de que un trabajador alegara que se había quedado prácticamente ciego mientras cortaba unos materiales con una sierra radial, que era parte de su trabajo.
En un principio, la empresa no sospechó nada al ver que Ignacio traía partes médicos en los que quedaba por escrito que un accidente laboral le había dejado ciego. Pero había demasiado dinero en juego. El trabajador reclamaba una indemnización de casi un millón de euros.
Sin embargo, Ignacio se negaba a que le examinara el médico de la aseguradora, tan sólo quería aportar los partes de un perito particular que había aportado él. En ese instante la empresa decidió contratar a una detective. Del trabajador sólo tenían el nombre, así que concertaron una reunión con él para que después Andrea lo pudiera seguir y recabar pruebas.
Ignacio llegó al lugar con un bastón, unas gafas de sol y acompañado de una mujer para guiarle los pasos. Llevaba el disfraz perfecto. Cualquiera hubiera dicho que era un invidente de verdad. Al finalizar la reunión, la profesional empezó a seguirlo. Él seguía caminando como si fuera invidente durante unos 10 minutos. Pero enseguida se descubrió su engaño.
«Al alejarse unos metros, se quitó las gafas de sol y dejó de utilizar el bastón», desvela. Sin embargo y por si no quedaba claro que estaba fingiendo sufrir ceguera, Ignacio perdió un millón de euros en cuestión de minutos. Nada más llegaron al coche, se puso a conducir. Blanco y en botella. Aunque el seguimiento no finalizó ahí. Le encargaron a Andrea que continuara investigando para tener todos los datos del engaño del trabajador.
«Le seguí a una reunión que tenía con su abogado. Allí también fue con el bastón y las gafas de sol y se quitó el disfraz cuando se alejó del despacho». Así supieron que también había estado engañando a su letrado y que no era partícipe de su estafa.
A la hora de recabar los indicios, la licencia de detective privado da bastante libertad para poder tomar imágenes y grabaciones como comenta Andrea. Por ejemplo, puede hacer fotografías desde la calle al interior de una vivienda si es relevante para la investigación. Aunque el Tribunal Supremo unificó doctrina y declaró ilegal espiar a un trabajador en su casa u en otros lugares privados y declaró que el despido por estas pruebas era improcedente.
Pero, sin duda, es muy útil en sus investigaciones poder observar a la gente en su entorno privado. Eso es algo que le ocurrió cuando trataba de dilucidar si una baja laboral era real o si la trabajadora estaba fingiendo. La mujer había alegado que no podía trabajar porque tenía un problema en las cervicales que le impedía su movilidad. «Cuando fui a su casa la vi limpiando toda la terraza», comenta entre risas.
Para ser un buen detective es muy importante la discreción. Que el investigado no se dé cuenta de tu presencia. «En una ocasión casi me descubren. El hombre al que seguía me dijo que ya le habían puesto un detective una vez». En el gremio tienen un dicho: «Si a quien sigues da dos vueltas a la rotonda tienes que abandonar, porque te van a pillar».
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