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«En los días de calles vacías, las navajas estaban en casa»
Daniel Cardona. Policía Nacional ·
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Daniel Cardona. Policía Nacional ·
Detrás de uno de esos controles policiales del confinamiento estaba, tras la mascarilla, el oficial Daniel Cardona. 43 años. Valenciano. 15 años en el cuerpo y hoy en los 'zetas' del Grupo Atención al Ciudadano. Sobre los agentes han caído serios cometidos: ser guardianes del estado de alarma y, después, del uso de mascarillas. Evitar las fiestas ilegales, velar por los aforos...
Según Cardona, «los policías hemos tenido que aprender a ser psicólogos con la pandemia». Más allá de las multas o detenciones, «hemos hecho mucha concienciación». Como recuerda, «dejas de correr detrás del delincuente y lidias con muchos ciudadanos de a pie que no entendían la importancia de quedarse en casa». Con excusas como «voy a pasear al perro» o «una bolsita con un pan a toda hora y en cualquier lugar para fingir salidas a comprar».
Pero hubo mucho más que controles. «En los días de calles vacías, las navajas estaban en casa». Se refiere al «aumento de conflictos y discusiones vecinales, de padres contra hijos que querían salir, problemas psicológicos agravados con armas blancas, fiestas en pisos...». El agente lamenta el egoísmo de algunos jóvenes ante el problema. «Piensan que no van a morir y que, por tanto, nada importa. Que la pandemia no va con ellos».
En la época dura del confinamiento el oficial se aisló en un piso para proteger a los suyos. «Durante 70 días, ni besos ni abrazos. Telefamilia. Fue durísimo». Además, «ver la ciudad desierta oprime el alma, pero los aplausos diarios nos llegaban muy dentro. La policía no suele recibir tanto cariño».
Hoy los agentes siguen extremando precauciones. «Grupos estancos, mascarilla siempre, hasta en el coche patrulla, guantes en cada intervención... Sólo nos falta bebernos el gel», bromea. Los vehículos son rociados con líquido desinfectante. «Se limpian por dentro y por fuera y reciben dosis de ozono». Con todo, «prefiero trabajar como lo hacemos ahora que con la gente encerrada en casa».
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