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Si se hubieran cumplido todas las promesas, la Albufera sería uno de los parajes más cuidados de la Comunitat. Lamentablemente no ha sido ... así. La historia reciente de este parque naturales se puede resumir en el refrán castellano: «Del dicho al hecho hay un buen trecho«.
Las intenciones son buenas pero los incumplimientos son todavía mayores. El pasado lunes el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, durante el debate de política general anunció su intención de invertir 600 millones en la Albufera. El año pasado la promesa fue la de gastar 240. Pero la realidad doce meses después es que apenas se han incluido dos millones -1.550.000 euros para ser exactos- en el capítulo de inversiones en los presupuestos de 2021. Puig señaló que la mayor parte de esa lluvia de dinero saldrá de los fondos europeos. Mientras, habrá que esperar a ver si termina por concretarse.
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Uno de los problemas es que el presidente no detalló en qué actuaciones concretas va a invertir esa cantidad. Durante su intervención no hizo ninguna concreción de los proyectos. Ni tampoco se recogió en las posteriores propuestas de resolución. Por de pronto, la Conselleria de Emergencia Climática únicamente ha aprobado pedir a la Unión Europea 60 millones para el encauzamiento de barrancos, la recuperación de ullals, arreglo de motas o, incluso, la compra de algún tancat.
El Estado, pese a las inversiones prometidas en reiteradas ocasiones, únicamente incluyó en los presupuestos para este ejercicio cinco millones de euros. El compromiso era la ampliación del colector oeste, un proyecto que se viene arrastrando desde casi inicios de siglo.
El colector oeste, que recoge los alcantarillados y residuos de los municipios colindantes al parque, está colapsado. Construido en los años ochenta del siglo pasado se ha visto sobrepasado por el crecimiento poblacional. La ampliación está pendiente desde inicios de siglo. El Estado se comprometió a acometer la obra. Finalmente el proyecto ha sido sustituido por la puesta en marcha de un colector paralelo.
El Programa Agua fue impulsado por el Gobierno de Rodríguez Zapatero para sustituir al derogado trasvase del Ebro. Entre las obras que incluía se encontraban varias relacionadas con la Albufera. Una de ellas fue la construcción de siete depósitos a lo largo de la Pista con el objetivo de frenar la llegada de vertidos al parque natural. Se previeron para recoger la primera avenida de las lluvias de los polígonos colindantes y evitar que entraran en la laguna. Las obras, declaradas de urgencia en 2004, no empezaron hasta 2010. En 2012 se paralizaron por varios errores en los proyectos. Los trabajos no se han reanudado hasta este mes de septiembre y aún tardarán año y medio en estar acabados.
La depuradora de Pinedo no da abasto y desde hace años se proyectó la construcción de otra en el sur del parque para aliviarla. Ha pasado por distintos presupuestos sin que se haya construido. Ahora el Estado ha asumido su puesta en servicio en Alcàsser con una inversión de 35 millones.
El Ayuntamiento de Valencia inició en 2010 los trámites para declarar la Albufera reserva de la biosfera. Se paralizó por desacuerdos entre los municipios. El Botánico se comprometió en la legislatura pasado a volver a impulsar la candidatura. El proyecto duerme en un cajón. Nada se ha sabido de ella en estos dos últimos años.
Una de las soluciones para frenar la llegada de vertidos al parque es la construcción de redes separativas para las aguas pluviales y las residuales. El proyecto lleva también años de espera. Depende de la inversión de los ayuntamientos pero también la Confederación del Júcar se comprometió a invertir en el proyecto en el Plan del Júcar 2015-2021. No se ha ejecutado y el mismo programa se ha incluido en el borrador del plan 2022-2027 que está en tramitación.
Es el gran problema de la Albufera. El lago no recibe suficiente agua. Las promesas se han reiterado pero hasta el momento no han terminado de cumplirse. El Ayuntamiento de Valencia reclama un caudal mínimo anual de 70 hectómetros cúbicos mientras la Confederación Hidrográfica del Júcar no da su brazo a torcer y de momento no ha accedido a esta petición. También los ecologistas insisten en la reclamación de más recursos aunque sin éxito. Ahora la cantidad que se considera aceptable es la de 210 hectómetros cúbicos al año cuando a mediados del siglo pasado la laguna podía recibir hasta 500 anuales. Muchas han sido las promesas, pero los recursos son escasos y el Júcar no tiene los suficientes para atender todas las necesidades.
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