![La difícil convivencia en Valencia](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/05/01/pisos-REAJkLRNEXrm4BsYVzBu28O-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Son cerca de las doce del mediodía del primero de mayo cuando aparece un joven arrastrando una maleta y una guitarra al hombro en busca de su domicilio por unos días en Valencia. Es la calle D'Alt, en pleno centro de la ciudad, y en la que se concentra un número importante de pisos turísticos. Aquí los vecinos ven con inquietud la «explosión» de este tipo de visitantes.
«Me da miedo las fiestas y el turismo etílico». Hacen mucho ruido, sobre todo por las noches«, explican Manolo y Remedios que han aprovechado el festivo para salir a dar un paseo por el barrio.
También señalan que en el barrio «hace falta limpieza de las calles. Hay muchas vomitonas y meados por los rincones. Hay malos olores durante todo el día».
Otra de las molestias es el ruido de las ruedas de las maletas tanto por las mañanas como por las tardes. A todas horas. Manolo y Remedios comentan que el crecimiento de estos pisos en el barrio ha sido exponencial en los últimos años, «sobre todo desde la pandemia. Y va a ir a más y a peor».
Uno de los problemas que este matrimonio detecta es que cada vez quedan menos vecinos porque los apartamentos turísticos copan cada vez más edificios. «Tenía que organizarse de otro modo», subraya María José, otra vecina del barrio que anda deprisa para hacer algo de ejercicio. «Es incómodo que haya tanta gente», afirma esta mujer que, además, hace una apuesta por el medio ambiente. «Nosotros no viajamos y cuando salimos lo hacemos en tren», resalta. Otro de los problemas que detecta María José es que aumentan los precios de los establecimientos del entorno y la gente se marcha.
Para María del Carmen, otra vecina de este barrio valenciano, uno de los problemas a los que se enfrenta es el continuo trasiego de turistas, especialmente jóvenes, con las maletas. «Aparece mucha gente arrastrándolas», destaca.
Julio viene desde Benicalap y recorre rápidamente la calle D'Alt. Señala que allí en su barrio se encuentran con el mismo problema. Cada vez son más los locales que se reconvierten en apartamentos turísticos. «Expulsan a la gente, la trasladan hacia el extrarradio», afirma y señala que así el barrio se sumerge en la degradación. Además, señala que molestan y que «son un negocio para cuatro pero que perjudica a todos los demás».
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Para Pablo, que acaba de abrir una tienda de artesanía cerámica, el panorama es similar al que describe Julio. «El barrio se degrada con tanto apartamento turístico. Se echa a la gente que termina yéndose y todo queda en manos de los turistas», afirma. Destaca que no le parece mal si una persona viene para estar cuatro o cinco meses o de los que vienen a hacer turismo «pero no se emborrachan. El de los apartamentos turísticos, es de baja calidad y no sé si nos interesa».
Inma vive en la calle Obispo don Jerónimo, una vía plagada de apartamentos turísticos. Señala que en su finca hay varias de estas dependencias «que siempre están cambiando de gente. Es continuo».
Las molestias para Inma no son tanto el ruido como las dificultades que ponen para convivir. «No me gusta porque vivo incómoda. Son un incordio. Se creen los reyes de la calle, la ocupan toda y es muy difícil circular con el coche»., destaca y añade que las terrazas de los bares ocupan cada vez más espacio en las calles.
Justo por esta calle pasa un grupo de estudiantes, Felipe, Manuel, Sergio y Stephan, que están en Valencia hasta el viernes. Provienen de la Universidad de Birmingham. «Valencia es una ciudad linda, muy bonita», explican y señalan que lo que más les ha sorprendido es la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Estuvieron viendo el partido del Real Madrid en un pub donde se quedaron hasta las dos de la madrugada.
Dani Adell es de la Asociación de Vecinos del Cabañal, una de las que más agresivas contra la proliferación de este tipo de apartamentos. «Hay una explosión de este tipo de pisos. Ya lo veíamos venir y en el Plan Especial pusimos que no podían haber más de un 10% por manzana y ahora se supera este porcentaje en muchas partes», aclara. Por todo ello reclama más inspecciones por parte de la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia.
«La gente está alarmada porque están cambiando los residentes. Los vecinos se van y llegan los turistas que cambian la morfología del barrio. Cada vez hay menos tiendas y más locales pensados para ellos», subraya Dani Adell.
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Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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