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Doctor Cavadas | Pedro Cavadas: «¿Y ahora quién sigue aplaudiendo a los médicos?»

Pedro Cavadas: «¿Y ahora quién sigue aplaudiendo a los médicos?»

Carga contra los negacionistas y critica la demagogia política: «No va a mejorar la consideración ni la inversión en Sanidad»

Arturo Checa

Valencia

Domingo, 26 de septiembre 2021

Pedro Cavadas es un gran tímido. De esos que bajan los ojos a menudo cuando mantiene una conversación larga. Quizás esa misma timidez es la que le hace tener un aura de antipático y endiosado, una fama que no resiste a unas horas de conversación. Pero nunca afloja ante un reto la mirada del 'doctor milagro', acostumbrado a otear la cara de la muerte en las más de mil operaciones, muchas imposibles, que realiza cada año. Nos recibe en su despacho, en una mesa sepultada bajo papeles, con collares masai y lanzas africanas en las paredes, con dos retratos enormes de Ruolan y Xiaodan a sus espaldas, sus niñas adoptadas en China, hoy ya veinteañeras. El doctor Cavadas apura un trago de una lata de 'Monster' antes de empezar a contestar. Regatea los temas de la pandemia, pero al final, como en el quirófano, es incapaz de decir que no a un reto.

Escucha la entrevista al doctor Pedro Cavadas

-Le pillamos en un hueco entre dos operaciones. No para…

-Es lo más probable cada día. Por las mañanas estoy en quirófano de lunes a viernes, desde que nací casi (ríe). Por la tardes, consultas, menos hoy (martes por la tarde) que suele ser día de lectura y estudio

-¿Cuántas horas trabaja al día?

-Dos jornadas laborales de las malas todos los días. Diez jornadas semanales a la semana. Ese es el glamour de mi vida.

-Será que le apasiona…

-Ya no… El apasionamiento por el trabajo está muy bien, ese entusiasmo infanto-juvenil, pero luego pasa. Me gusta lo que hago, desde luego, pero a estas alturas es más porque creo que es lo que debo hacer. Si hay unos pacientes con unos problemas, hay que hacerlo. Pero muchos días pienso en ir al Colegio de Médicos y darme de baja (ríe). Me levanto y digo: no quiero ir a la escuela. Pero claro, soy yo el que abre la escuela.

-¿Cuántos años lleva en esto?

-En el 89 acabé la carrera. En el 91 empecé la especialidad, cinco años de trabajar mucho. Y en el 95 empecé como especialista. Eso, como años cronológicos. Como años computados por horas de trabajo, unos 80 años... (sonríe de nuevo).

-¿Operaciones al año?

-Más de mil. Antes tenía un equipo más grande y las cirugías pequeñas las hacían los ayudantes, y se hacían incluso más. Ahora tengo un equipo más pequeño y todos los casos son grandes, de los que ocupan una mañana entera.

-¿Qué casos tiene ahora de esos que protagonizan titulares?

-Los casos que llaman la atención es porque alguien contacta a un medio y cogen relevancia. Pero cualquier caso del día al día es más complicado que los que salen en prensa, que podría hacer cualquier cirujano que sepa hacer la o con un canuto. Esto es porta gayola: se abre la puerta, entra un tío con un problema y se le pone solución. A veces con cirugías muy complicadas y creativas, pero manda el paciente.

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-Pero usted es un médico de los milagros o imposibles…

-Sí...

-Será porque acepta los casos que otros médicos rechazan...

-Con matices. No soy más listo que otros. Probablemente sí estudio más y me complico más. Y tenga más horas de vuelo. Me resulta difícil decir que no a un paciente que viene como última opción. Mucha gente, antes de decir 'ya no hay nada que hacer', viene. Y con la mayoría se puede hacer algo, difícil y que requiere actos quirúrgicos heroicos, no tanto por la cirugía, si no por la infinidad de veces que hay que verlo, hablarle, motivarle… Para cambiarle la vida a alguien no sólo hay que operarle. Es tentador rechazar los casos complejos y mucha gente sucumbe. Es una forma muy loable de enfocar la profesión. No todos los exploradores son el Doctor Livingstone y descubren algo. Si le dices que no a un caso complicado, el paciente sigue teniendo el problema. Alguien tiene que hacerlo.

-¿No tiene miedo al fracaso?

-Miedo no, pero no nos llevamos bien, no somos amigos. Aunque amigos no es la palabra, no me gusta banalizar con el fracaso en mi campo. El fracaso de un tipo que quiere cruzar el Atlántico en patito de goma y falla, es un tío que no hace una capullada. El mundo está igual y los patitos de goma, pues lo mismo. Cuando algo no va bien en un caso médico complejo, suele ser un paciente que sale con un problema mayor del que traía o que muere. Y eso no tiene gracia. Pasa poco, pero cuando llevas muchos meses sin una sola complicación, sabes que la próxima está al caer.

-¿Cómo sobrelleva la muerte de un paciente?

-Las no previstas, duelen. Yo trato a mucha gente que sé y saben que van a morir. Pacientes oncológicos en la última fase, cuya calidad de vida puede mejorar con cirugía. El éxito es que muera y que el día anterior esté sin dolor, con ilusión de hacer cosas y de la mano de alguien. Con dignidad: que hable, respire, que todo salga por donde toca, sin tubos… Cuando un paciente muere en un postoperatorio o por una complicación, pese a haber hecho todo lo humana y divinamente posible, es trágico, pero hay diferencia entre que algo no salga bien por no haberse preparado o no haber estudiado lo suficiente, y una muerte accidental en la que has dado el 110%; por desgracia la medicina de casos severos es así.

-La medicina ha alargado la vida de nuestros mayores. ¿Pero son más años felices entre enfermedades crónicas?

-Es complejo. Como los que dicen que se utiliza el 13% del cerebro. Ni el 12 y el 14. ¿Y el 87% restante quién lo conoce? Hay afirmaciones categóricas que todo el mundo se queda con ellas y que no se basan en nada. ¡El ser humano está programado para vivir hasta 140 años! Es una idiotez. ¿Qué es un deseo humano vivir eternamente? Claro, y el de todos los animalitos. ¿Que la gente vive cada vez más años? Sí, pero es un triunfo matizable de la medicina. Con 110 años, lo siento mucho pero… ¡Qué bien está el abuelo! Que lo sientas y no se cae, que no se le cae demasiado la baba, que cuando le acercas la cuchara traga y se deja cambiar el pañal... ¿eso es estar bien? Gracias, pero yo no quiero estar así de bien. Se alarga la vida pero surgen patologías que antes no existían, nadie vivía lo suficiente para ello. Ahora lidiamos con enfermedades que nos hemos inventado los médicos a base de hacer que las personas vivan muchos años. A la naturaleza se le puede engañar hasta cierto punto. Se le puede sacar una década de calidad de vida, con algo tan básico como alimentación razonable y ejercicio. La medicina antienvejecimiento, que mueve millones de 'pavos', es una gran mentira comercial para sacar dinero.

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-¿Tiene actualmente la Sanidad suficientes medios?

-No tendrá nunca suficientes medios. Es un pozo sin fondo. No hay ningún país del mundo con un sistema sanitario alabado por todos. En Estados Unidos, mucho súper hospital… si tienes pasta. Si no, mueres como un perro en la puerta. Otros dicen Sanidad libre y gratuita para todo el mundo. Como deseo humano está muy bien, pero ¿quién lo paga? En otros ámbitos está muy clara la diferencia entre lujo y mínimo razonable. Todo el mundo tiene derecho a una casa, ¿pero todo el mundo tiene derecho a un casoplón de 4 millones? Todo el mundo tiene derecho a tres comidas, ¿pero todo el mundo tiene derecho a comer en un tres estrellas Michelín? En medicina es imposible distinguir entre mínimo y lujo. Un calvo que quiere ponerse pelo, si no se hace con cargo a mis impuestos, mejor. Pero un paciente con un tumor maligno, que acceda a una quimioterapia cara, ¿quién le dice hasta qué tratamiento se le cubre? La medicina gratuita no existe. Gratuito en este mundo está el amor de una madre y poco más.

-¿Hay demagogia en los políticos…

-(interrumpe la cuestión) ¡Sí, sí! No sé de que me va a preguntar, pero sí…

-...si hay demagogia en los políticos al hablar de Sanidad…

-Sí, pero al hablar de eso, del tiempo que hace o de cualquier cosa. Es parte de su trabajo: hablar de lo que sea, y si mañana hay que decir lo contrario, se dice, negando lo que se dijo ayer. La política en gran medida es demagogia, con todo respeto.

-Imagino la respuesta, pero imagine que le llama Puig y le ofrece ser conseller de Sanidad. ¿Qué le dice?

-Ay, ay… (ríe). Le agradecería el detalle, porque la educación debe ser lo primero siempre. Y luego declinaría amablemente. Sé hacer mi trabajo, no me voy a meter en algo que no sé hacer, porque voy a fracasar. Si quiere el peor conseller de Sanidad que haya habido en la historia, entonces hablamos.

-¿La pandemia ha puesto en valor la Sanidad?

-No. ¿Quién ha vuelto a aplaudir a los médicos? Y han seguido en las puertas de Urgencias, en malas condiciones, trabajando un montón de horas. ¿Quién se ha vuelto a acordar de ellos? Eran los héroes, les hacían caceroladas, tocaban el piano, canciones, 'Resistiré', 'Facciamo finta che'... Todo lo que ponen los libros de autoayuda en tiempos de crisis. Pero el siguiente capítulo, ¿qué hay que hacer tras la crisis?, está en blanco. Me encantaría que la pandemia nos hubiera hecho mejores, pero seremos igual de capullos. No creo que vaya a haber una mejora de la consideración ni de la inversión en sanidad. Se queman las Torres Gemelas y los bomberos pasan de los chistes del 'bombero torero' a ser superhéroes, pero al cabo de un tiempo ya no se acuerda nadie. Homenajes, aplausos… y al minuto siguiente, si pueden bajarles el sueldo o subirles los impuestos, se hace. No hemos aprendido nada.

-No le gusta hablar de la pandemia y las vacunas…

-¡Si es que yo no sé de eso! Me liaron, dije lo que era obvio, que la amenaza del Covid estaba ahí. Que si vacuna sí o no. ¡Yo que sé! Que pregunten a expertos.

-¿Cree como médico que se ha gestionado bien la pandemia?

-No lo sé realmente. Yo estudio de otra cosa. No me he estudiado ni una letra del Covid. Sí más de mil de artículos de cirugía. De eso, no sabría decir.

LA SOCIEDAD

«El dolor es lo único que nos iguala. Que todos nacemos libres e iguales… bla, bla, bla»

ENGAÑOS

«La medicina antienvejecimiento, que mueve millones y millones, es una gran mentira»

-¿Qué diría a un negacionista?

-¿A un negacionista? Como a un terraplanista, le diría, ¿qué te tomas? Déjalo, que no te acaba de sentar bien. Como aquel chaval que murió de difteria porque su padre o su madre decidieron no vacunarlo. Esos tíos deberían estar pudriéndose en la cárcel. Yo es que creo que las vacunas no son eficaces, dicen. ¿Y usted qué sabe? Lea la información científica de verdad, no en una web sin editar. La literatura científica ordenada por evidencias, con lo que sabemos de un tema en ese momento y su nivel de calidad. Con eso puedes opinar, pero no basado en el 'Diezminutos Journal'.

-Volvamos a la faceta personal. ¿Con qué desconecta?

-Durante muchos años trabajaba los fines de semana. Los sábados eran los días de las cirugías largas, al no tener consulta por la tarde. Esa enfermedad pasó, la de estar los fines de semana deseando que fuera lunes para volver a trabajar, lo de la locura infantojuvenil... Luego te haces mayor y el lunes estás deseando que llegue el viernes. Desconecto viendo a mis hijas, cuando se dejan, porque ya hacen su vida (Ruolan y Xiaodan tienen 21 y 17 años), mi chica y la caza con arco, que practico aquí en Valencia. Cazar o simplemente ver animalitos. Disfruto viéndolos. De pequeño quería ser Félix Rodríguez de la Fuente, quería ser naturalista, pero no había estudios que se parecieran e hice Medicina.

-Y salta a la vista que África le apasiona, viendo las máscaras en su despacho...

-La fundación que puse en marcha en África era un sueño de infancia. Costó, porque los programas de colaboración son engañosamente complejos. Parece fácil: llego con mi ayuda, la gente la recibe, me dan abrazos, me vuelvo… No. Logramos implantarlo en Tanzania, pero se fue al traste con el Covid. Ahora estamos rehaciéndolo con permisos de trabajo, medicación nueva… África enamora, aunque donde vayas, la gente sufre igual. El dolor es lo único que nos iguala. Que todos los hombres nacen libres, e iguales… bla, bla. Un tío se rompe un hueso y le duele igual te llames Joe Biden o Perico. A Biden posiblemente le arreglen el hueso en 0,2 segundos y a Perico tarden más, pero les dolerá igual.

«La eutanasia se debe legislar bien, si no es fácil 'eutanasiar' al abuelo para heredar»

-Tanto andar cerca de la muerte, ¿qué piensa de la eutanasia?

-Le pusieron un nombre muy feo, pero etimológicamente es perfecto, 'buena muerte'. No consigo verla tan mal. El problema es legislarla bien, porque si no es muy fácil 'eutanasiar' al abuelo para heredar. Hasta lo más loable se puede prostituir. Que una persona muera con dignidad y cuando decida, me parece normal, planteamientos religiosos a parte, quién los tenga, pero es muy fácil de alterar a cambio de dinero. El problema es legislarlo sin connotación política. ¿Qué tiene que ver la política con la muerte de una persona? Yo entiendo que los políticos se quieran meter en todo porque viven de ello, pero nada tiene que ver con ninguna opción política el que una persona tenga un padecimiento que excede su capacidad de sufrir, que la medicina no le ofrezca curación, y de manera lúcida dice, soy dueña de mi vida y decido que termine, algo que ocurre desde que se inventó el mundo y la medicina, pero algún día había que legislarlo. Si una persona decide cómo vive, o cómo le dejan vivir, por qué no puede elegir cuándo le gustaría morir.

-Decía usted «el que tenga creencias religiosas». ¿Usted no es creyente?

-Gracias a Dios, no. Respeto profundamente a quien tiene convicciones religiosas. Y me da cierta envidia, porque hace la vida mucho más sencilla, te ayuda a entenderla.

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