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La catedrática de Filosofía Elvira García Bello

Elvira García, filósofa: «Tener estabilidad emocional es mucho más difícil hoy»

Catedrática de Filosofía ·

La escritora valenciana plantea que la filosofía puede ayudar a los más jóvenes a combatir algunos de sus problemas

Viernes, 16 de agosto 2024, 00:33

Elvira García Bello es catedrática de Filosofía, antropóloga y escritora. Se toma su tiempo para responder a cada pregunta. Considera que el pensamiento crítico debe ir acompañado de la empatía y que la mejor manera de cultivar esa empatía es el arte, pues nos involucra. Acaba de participar en la serie documental 'Qué preocupa a los jóvenes', de cinco capítulos, que la web de LAS PROVINCIAS ha ido publicando cada semana durante los meses de verano. Hablamos con ella de esto, de cómo la filosofía puede aportar sosiego a la inmediatez y de los problemas que más afectan a los jóvenes.

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–Dice que la ansiedad es algo que en cada época se enfrenta de forma diferente. En un mundo con mensajes tan simples y tanta inmediatez, ¿cómo puede la filosofía ayudar a los jóvenes a enfrentar la ansiedad?

–Siempre digo que la juventud puede echar mano de los estoicos para enfrentar buena parte de sus problemas. El estoicismo, desde sus inicios, fue una filosofía que trataba de dar herramientas para manejar el estrés y la ansiedad. La clave está en centrarse en aquello que podemos controlar y aprender a aceptar con tranquilidad lo que no podemos cambiar. Cuando surgen presiones tan grandes como las actuales, aceptar que no podemos controlarlo todo nos puede ahorrar muchos problemas. Es una tarea para toda una vida. Tanto en jóvenes como en no tan jóvenes.

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–Se habla mucho de que los jóvenes de ahora somos más débiles y quejicas, que estamos atontados por las redes… Incluso hay estudios que indican que el coeficiente intelectual de los nativos digitales es menor de lo que era antes. ¿Qué opina sobre esto?

–Respecto al coeficiente intelectual, está más que demostrado que se trata de una medida que ya no sirve, está desfasada. Se calculaba en función de parámetros muy rígidos como la capacidad matemática o la espacial. Esto hizo aguas ya con la teoría de las inteligencias múltiples [teoría datada en 1983]. Vieron que el CI dejaba fuera muchísimas cosas. Yo considero que los nativos digitales han desarrollado otro tipo de conexiones neuronales, otra forma de estructurar la realidad. Eso de que ahora el coeficiente es menor en los jóvenes me parece una simplificación total. El género humano tiene intacta la capacidad intelectual desde que apareció en la Tierra. Esto lo ha visto la antropología. La diversidad humana es tan grande que pretender que un patrón único sirva para dar un diagnóstico uniforme es absurdo y estigmatizante.

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–Marx decía que si el trabajo es lo único que tenemos, acabamos alienados. Parece un concepto muy antiguo esto de estar alienado, pero seguimos estándolo en cierta medida, ¿no?

–Por alienación se entiende aquella persona explotada que vende todo su tiempo para producir algo que no va con su persona y que no le sirve para fomentar la creatividad. Cuando te cosifican es cuando se produce la alienación. El trabajo debería ser creativo para cada persona, pero como no lo es, se produce ese alejamiento de lo que uno es. Actualmente, quizás se ve más porque muchos de los trabajos a los que pueden acceder los jóvenes son precarios, cortos y variables, además de poco especializados. Si en un trabajo no hace falta que demuestres una habilidad especial y puedes ser sustituido perfectamente por cualquier otro, entonces las condiciones son óptimas para la alienación. También le ocurre a la gente mayor, pero especialmente a la juventud.

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–Ahora se aspira a tener tiempo libre para cultivar las aficiones, la estabilidad emocional… Se ha roto eso de trabajar, formar una familia y ganar mucho dinero. ¿Es realista esa búsqueda de los jóvenes en un sistema que premia precisamente lo contrario?

–Los jóvenes de ahora fueron educados para vivir en el Estado del Bienestar, ese lugar donde trabajas pero tienes cierta calidad de vida y tiempo para ti. Ese es el modelo que se ha querido seguir, pero desde hace tiempo viene siendo contradictorio con un capitalismo salvaje que provoca esta precariedad. Que los jóvenes deseen eso es fenomenal, pero hay una contradicción flagrante entre sus deseos y lo que el sistema les ofrece.

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–Algo que también está muy presente en las generaciones jóvenes de esta parte del mundo son las falsas necesidades por haber crecido en un mundo tan materialista. ¿Estamos peor que antes en ese sentido?

–No sé si peor, pero es una situación preocupante. La cantidad de estímulos ha aumentado extraordinariamente por la inmediatez y las redes sociales. Los estímulos que tiene un joven de hoy no tienen nada que ver con los que tenía su madre, ni mucho menos su abuela. Conservar la estabilidad emocional es mucho más difícil. Es imposible cumplir todas las expectativas que el sistema nos crea, y eso genera una barbaridad de insatisfacciones. El entorno es muy hostil.

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–Las generaciones jóvenes han crecido rodeadas de un panorama político farragoso y cortoplacista que simplifica el mensaje y hace uso del populismo prácticamente todo el tiempo. ¿Hay que combatir esa desafección política de los jóvenes o es algo lógico teniendo en cuenta las circunstancias?

–El mundo de hoy es muy veloz para facilitar que se comprometan políticamente. Si el modelo de las personas que se dedican a lo público falla (por los rifirrafes, el populismo, la corrupción…) es muy loable que los jóvenes no quieran saber nada. Pero también es muy peligroso que la juventud se desentienda porque son ellos quienes tendrán que gestionarlo todo en el futuro. Junto a esto, buena parte de la juventud ha vivido muy protegida, entonces tienen un nivel bajo de tolerancia a la frustración. En este sentido, conocer situaciones que no han visto nunca puede ser de ayuda. Y para eso están las historias de vida que se narran a través de la literatura, el cine, etcétera. Esa es en mi opinión la mejor forma de facilitar un cambio de visión acerca de las cosas.

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–Señala que nos preocupamos constantemente por el pasado y por el futuro y que si consiguiéramos centrarnos en el momento presente tendríamos mucha paz. Esto suena muy bonito, pero ¿cómo podemos conseguirlo?

–Esto sí que se está escrito mil veces por culturas antiguas. Solo existe el momento presente, es lo único que tienes en tus manos. Perdemos muchísima energía viviendo hacia delante y hacia atrás y solo tenemos poder sobre el ahora. Esto lo sabemos desde hace milenios y no hemos podido cambiarlo todavía. Son gajes del oficio, porque tener una mente distinta a la del resto de animales capaz de extraer conclusiones del pasado tiene este riesgo. Creo que a clave para alcanzar el equilibrio está en aprender a manejar la incertidumbre.

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