Adil y Ayoub, ayer junto al tendido ferroviario. IRENE MARSILLA

«Cuando empezó a rezar hubo un silencio y pensamos que se tiraba»

Viajaban en tren a Valencia y terminaron mediando con el joven que se encaramó a la catenaria. Ayoub y Adil cuentan cómo lo hicieron

Nacho Roca

SEDAVÍ.

Lunes, 26 de agosto 2024

Jarad llegó a España en patera hacía seis días. Había desembarcado en Alicante y había ido a Barcelona. Cuando contactó con sus familiares en Argelia se enteró de que sus padres habían muerto en un accidente. El chaval, de 26 años, solo, sin hablar el ... idioma local, roto por el dolor y preocupado por su hermana de 15, intentaba llegar a Alicante para volver a su país. Desesperado, perdió el control y empezó a caminar por las vías hasta encaramarse a la catenaria del tren en Sedaví, decidido a tirarse. Este es el resumen de la historia que ayer hacía Ayoub, un vecino de Catarroja que casualmente se convirtió en mediador entre el joven y la policía.

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Ayoub viajaba en tren hacia Valencia con su amigo Adil cuando, al llegar a la estación de Benetússer alrededor de las seis de la tarde, les informaron de que el convoy tardaría en salir por un problema, por lo que pensaron en bajarse y coger el autobús. «Creíamos que era por las fiestas de Alfafar, pero cuando empezamos a caminar vimos a mucha gente mirando las vías y por casualidad escuchamos hablar árabe, por lo que nos acercamos al lugar», recuerda Adil.

Allí, a unos cincuenta metros de ellos, había gente reunida y esperaban a Sadre, ciudadano también marroquí al que habían avisado desde el Ayuntamiento para que ejerciera de intérprete.

Ayuob y Adil se acercaron para intentar convencer a Jarad de que bajase de la catenaria, pero «estaba como un niño con miedo, no entendía nada de lo que le decían y únicamente podía hablar con nosotros».

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Estuvieron cerca de dos horas y media con él, tiempo en el que se les pasaron muchas cosas por la cabeza: «Hubo un momento... Cuando empezó a rezar hubo un silencio y pensamos que se tiraba -comentan-. Estaba mal y nosotros le decíamos: ¡Confianza! La Guardia Civil y los bomberos tuvieron mucha paciencia, porque entraba en razón y a los treinta segundos volvía otra vez. Les pedimos el favor de que se retiran para que se le quitara el miedo, porque cuando empezamos a hablar con él en todo momento decía que no quería bajar porque tenía miedo de que le hicieran daño. Pensaba que los bomberos eran militares».

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Ayoub relata que «no estaba bajo los efectos del alcohol ni nada similar. Estaba con miedo, hubo un momento en que le dimos agua, pero dijo que si no bebía yo primero él no quería. Tenía miedo».

La mediación de ambos fue clave. «Le pedimos que bajara, que lo acompañábamos, y al final le dije: Baja, te doy mi bonobús para que puedas irte y nosotros te acompañamos», dice Ayoub.

Finalmente descendió. «Le prometimos ir con él al hospital, aunque la verdad es que regresé a mi casa un poquito mal, porque no podíamos hacerlo. No podíamos ir, pero queremos saber cómo está».

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