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Primer día en el Ceip Les Foies de Gandia. Las obras de la futura escuela ya están en marcha. Óscar de la Dueña

La enésima vuelta al cole entre barracones

Miles de alumnos darán clase un año más en aulas prefabricadas sujetos a las inclemencias meteorológicas y con problemas de espacio

ó. de la dueña/n. van looy/j. batista

Jueves, 9 de septiembre 2021, 02:08

Las primeras horas del curso, el tercero de la pandemia, se desarrollaron sin incidencias, aunque muchas familias empezaron deseando que pase un año, o dos en el peor de los casos, para saber qué se siente dejando a los hijos en un colegio de ladrillo, definitivo, que sustituya a los eternos barracones.

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Más de tres mil alumnos se forman en centros donde todas sus estancias son prefabricadas desde hace años o décadas. Y aunque no hay cifras oficiales, si se suman los que tienen parte de las instalaciones en aulas provisionales y los que han pasado a esta situación mientras se tramitan o ejecutan las futuras obras el dato se multiplica: 19.000 según el PP. Pese a los avances -cada vez quedan menos barracones estructurales- aún hay trabajo por hacer.

El colegio Les Foiesde Gandia lleva tres lustros en prefabricadas y hay estudiantes como Hugo Bona que sólo han conocido esta realidad. Iba a clase en «casetas» y aunque lo veía como «algo divertido» ahora reconoce que la situación es «muy seria».

Las madres y padres están hartos, aunque saben que ya están en marcha las obras del nuevo colegio. Si no hay cambios estará durante el 2022-2023. «Esto no es vida. Cada vez que viene un temporal fuerte tenemos miedo de que las cubiertas o aulas salgan volando», indica Ana María Gisbert, con dos hijos en el centro. «Los días de lluvia es una pesadilla pensar que los pequeños están en estos barracones», añade. Idea que comparte María Rus. «Ya es hora de que llegue el nuevo colegio. Esto no es plan. Aunque las aulas están equipadas los padres sufrimos, esa es la verdad», señala. También se pronuncia María Dolores Cercós: «Tenemos ganas de que acaben el nuevo colegio y tengan una educación como todos los escolares, y no que cuando llegue un temporal los manden a casa».

«Cuando acaba el curso se intenta que para la vuelta esté de la mejor manera posible, pero nunca se consigue. Cuando se arregla una cosa se rompe otra, o a los pocos días de empezar a utilizar la luz o el agua empiezan a surgir problemas», explica Sonia Terrero, presidenta del Ampa del Ceip Amanecer de Torrevieja, que acumula 17 años íntegramente en barracones. También explica que han tenido que lidiar con desperfectos en suelos, patio o en la cubierta, con las consiguientes filtraciones. La esperanza es que el nuevo colegio esté en el primer trimestre de 2023.

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Marta Tonda, del Ampa del Álvaro Esquerdo de La Vila Joiosa, recuerda que cuando estaba en edad escolar el pabellón de los más pequeños ya era de aulas prefabricadas. Hace más de treinta años. Si nada se tuerce el nuevo centro llegará durante el 2022-2023. «Destacaría que los patios son muy pequeños para los niños, sobre todo en época de covid, por estar parcelados. Y son muchos años ya y los barracones necesitan reparaciones», explica. Carecen de gimnasio y aula multiusos y las dimensiones del comedor obligan a hacer varios turnos. Y aunque no han sufrido inundaciones, el repiqueteo constante del agua en la chapa cuando hay lluvia fuerte llega a «asustar» a algunos niños.

Trece años acumula en barracones El Bracal de Muro d'Alcoi. El año pasado se realizaron mejoras, con cambios de ventanas y la instalación de una cubierta que han mejorado las condiciones. «El invierno lo pasamos bien, aunque no hubo apenas lluvias y no tuvimos muchos incidentes como otras veces, cuando hemos llegado a tener que dejar de ir por las goteras», comenta Rebeca Ferrer, presidenta del Ampa. Eso sí, no hay sombra en el patio, y cuando pega el sol los alumnos padecen. La situación cambiará en la recta final de este curso, cuando estrenen el nuevo centro.

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Kiko De Andrés, presidente del Dama de Guardamar de Guardamar del Segura, confía en que este ejercicio sea el último en prefabricadas, que tienen más de una década. Hace tres años un tornado arrancó la puerta de acceso, y pocos meses después un incendio nocturno por un problema eléctrico dañó las instalaciones. «No deja de ser una casa de plástico», ejemplifica. El principal inconveniente, destaca, es la falta de espacio, y lamenta que cuando se precisan mejoras de mantenimiento (por ejemplo goteras) la empresa es «reacia» a acometerlas rápidamente. «Es un incordio, y tengo la convicción de que esta situación ha salido cara. Espero que se aprenda y no se vuelva a repetir», zanja.

«Tener aulas prefabricadas nos genera problemas de espacio para poder traer presencialmente a la misma cantidad de alumnos que otros institutos, fue un problema claro el pasado curso. Además, no tenemos espacio suficiente para talleres de biología, tecnología o física y química», explica Ignacio Gascón, director del IES Pere María Orts i Bosch de Benidorm, parcialmente en barracones. La comunidad educativa ha vivido una odisea con sucesivas paralizaciones de las obras.

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La eterna provisionalidad también preocupa al Ampa, y su presidenta Lorena Sánchez afirma que hasta que no vea hecho el nuevo edificio «no se lo creerá».

Tanto Gascón como Sánchez coinciden en que las condiciones climáticas no son un inconveniente -cuentan con aire acondicionado y calefacción- y la segunda asegura que la empresa «realiza periódicamente las inspecciones necesarias para que no aparezcan problemas ante fenómenos meteorológicos».

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