Solar en el que se encontraba la discoteca, cerrada en 1995. DAMIÁN TORRES

Discoteca Espiral: donde la fiesta era extrema

Ruta Destroy; capítulo 4 ·

El local de l'Eliana pinchaba la música más 'underground' de toda la zona

Álex Serrano

Valencia

Sábado, 4 de diciembre 2021, 00:19

Espiral no era una discoteca para todos los públicos. Ni siquiera para 'ruteros' habituales. Espiral era, en sí misma, un mundo distinto, especial, con sonidos que no se escuchaban en ningún otro punto de la Ruta Destroy y que terminó por hacerse un hueco ... con una apuesta decidida por música 'underground', mucho más electrónica y más potente que en otras discotecas. Era el sitio donde la Ruta se extremaba y donde la fiesta se volvía más oscura que ningún otro lado.

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Abierta en los años 70, Espiral nació de forma efectiva en 1981. Estaba situada lejos de Valencia, en un polígono industrial de l'Eliana, por lo que en un primer momento congregó al público que vivía más cerca. Le costó hacerse un hueco en la Ruta Destroy principalmente por un motivo geográfico.

«Si hubiera estado en la carretera del Saler, habría sido una de las mejores, sin duda», dice José Antonio, un joven, por aquel entonces («y ahora también», apunta, aunque ya roza los 50), que pasaba no pocas noches en la sala. Y tardes, porque Espiral abría hasta que el DJ quisiera: las sesiones duraban lo que quien pinchaba quisiera que duraran.

Y qué DJ, coinciden todas las fuentes. Un nombre sobresale por encima de todos los demás: Jesús Brisa. El pinchadiscos valenciano fue el creador de un sonido especial, alejándose del pop comercial y apostando por sonidos más oscuros. El lector asiduo a esta sección (gracias) habrá visto que, en realidad, esta coletilla, «sonido más oscuro y menos comercial» se puede aplicar a prácticamente cualquier discoteca de la Ruta, pero en Espiral el paroxismo al que llevaba la música a quienes la escuchaban parece acreditar que, aquí sí, los sonidos eran especiales.

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«La música que ponían ahí dentro no tenía nada que ver con la de otros sitios», insiste José Antonio, que apunta que en Espiral había un clima de libertad que no se veía en otros puntos de la Ruta.

«Era la más cañera, y sí, tomábamos de casi todo, pero nunca vi una pelea ahí dentro», asegura este 'rutero'. Según diversas fuentes, hasta los baños eran mixtos. El público, aunque podía ser más local, o quizá precisamente por eso, no llegaba a crear grandes problemas de peleas o discusiones.

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La sala, ahora desaparecida, contaba incluso como una piscina, como The Face, en Pinedo, pero sin el aura elitista o 'de la capital' que tenía esta. «No había broncas. La música lo impedía», dice José Antonio.

Entre esa música que parecía 'amansar a las fieras' se cuenta, por supuesto, el himno de la discoteca. En 1991, Dunne, que era, con toda probabilidad, Germán Bou, firmó un LP llamado Espiral. En él aparecería el que sería conocido como himno de la sala, una pieza de cinco minutos de duración en la que se alternan sonidos electrónicos sobre una base profunda y rítmica. Escucharlo, lo cual es todavía posible, traslada inevitablemente a una noche de fiesta sin muchas más restricciones que las que marque tu propio cuerpo.

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Hay quien dice que Espiral aceleró el declive de la ruta cuando uno de sus DJ, R. A. F. A., se suicidó en directo en un programa de radio en 1993. La sala cerró sus puertas en 1995 y fue una de las primeras grandes en caer. Por aquel entonces ya se había hecho un nombre y ya era, claramente, marchamo de calidad y de fiesta eterna. La atención mediática, como siempre, y la presión policial propiciaron que la fiesta extrema echara el cierre.

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