DELEGACIONES
Jueves, 13 de enero 2022, 01:08
El estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 marcó un antes y un después en la economía. En la Comunitat el recuerdo de una de las mayores crisis de la historia sigue estando muy presente en forma de esqueletos de hormigón. Se trata ... de huellas antiestéticas que empañan el paisaje en gran parte de los municipios y que ahora sólo sirven de lienzo para los grafiteros. Los siguientes casos son sólo ejemplos de grandes construcciones fallidas que continúan recordando la volatilidad del mercado urbanístico.
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Castellón
Entre maleza resisten decenas de edificios en localidades de Castellón a la espera de ser comprados y acabados. Almassora o Moncofa son algunas de las localidades que aspiraban a aumentar su población de forma sustancial y que se quedaron con un gran número de viviendas inacabadas.
Náquera
En Náquera, en pleno acceso a la sierra Calderona, se encuentran alrededor de medio centenar de viviendas inacabadas en estado deficiente sin que haya visos de que vayan a mejor. «Llegas a Náquera y te encuentras con esto, no es la mejor tarjeta de visita», dice Juan, vecino del municipio.
Desde el Ayuntamiento se ha intentado solucionar este problema aunque es un proyecto privado. «He tratado de que algún inversor pueda asumir su finalización pero de momento nadie está interesado», explica el alcalde, Damián Ibáñez. El primer edil también recuerda que ha requerido a los propietarios a que lo aseen por el peligro existente, sobre todo, cuando hay vendavales.
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Catarroja y Rocafort
La burbuja inmobiliaria también dejó en el aire muchas de las actuaciones urbanísticas en la comarca de l'Horta. Entre ellas, el PAI Nou Mil.leni en Catarroja, baluarte del pelotazo urbanístico promovido por el Grupo Llanera y el Instituto Valenciano de Vivienda (IVVSA) en 2007 y ahora convertido en terrenos yermos y abandonados, después de que los tribunales lo tumbaran. Su próximo destino será seguir como suelo rústico y recuperar los campos de cultivo, a expensas del nuevo Plan General.
En Rocafort, el PAI del Bovalar es otro ejemplo de la crisis de la construcción, aunque hace tres años el Ayuntamiento aprobó su caducidad y resolvió la condición de agente urbanizador de la empresa adjudicataria, lo que ha permitido retomarlo con una gestión directa por parte de la administración local.
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Alzira
El boom inmobiliario no sólo se centró en la construcción de viviendas. En Alzira se proyectó un gran centro comercial en Vilella que incluía un área de automovilismo y una ciudad del cine que se paralizó con los cimientos. Esta zona se encuentra en venta por parte del Sareb pero se antoja muy complicada su continuación debido que a menos de dos kilómetros ya está en marcha otro centro comercial.
Vallada
En la comarca de la Costera el caso más destacado es el de Valkpark en Vallada, el proyecto de parque empresarial de más de 1,3 millones de metros cuadrados que aspiraba a ser uno de los nudos logísticos relacionado con la náutica más importantes de la Comunitat. El Plan se paralizó en 2009, dejando endeudado al Ayuntamiento en cerca de 30 millones. Sólo se encuentra urbanizado el 37% de todo el terreno y desde 2019 en el que el Consistorio consiguió ser el agente urbanizador se está intentando reurbanizar y relanzar.
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Piles
En Piles hay dos grandes torres que presiden la entrada a la playa, que siguen dando una imagen tétrica de esta zona de costa. La falta de financiación dejó muchas construcciones por acabar, que después se han retomado, al ser más reducidas, pero estos dos altos esqueletos de hormigón y ladrillo son el claro ejemplo de aquella crisis, ya que se ven desde muchos lugares de la Safor. De hecho, Piles busca alternativas para dignificar el acceso a la playa y mejorar la imagen de estas torres.
Alcoi
Lo que empezó como un megaproyecto urbanístico para construir 1.500 chalets a los pies de la Sierra de Mariola en Alcoi es actualmente otro cementerio de ladrillo. Las boyantes expectativas iniciales para la urbanización de Serelles se vieron reducidas por la Conselleria de Medio Ambiente a 500 casas, de las cuales solo se llegaron a construir poco menos de 50. A pesar del fiasco inmobiliario, una treintena de familias adquirieron su vivienda y residen actualmente en este conato de urbanización que todavía tiene pendiente de ejecutar servicios básicos como un acceso a través de un puente.
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Pego
La Marina Alta cuenta con una importante urbanización que la crisis de 2008 se llevó por delante, la de Penya Roja en Pego. La empresa entró en concurso de acreedores y abandonó el proyecto, que contemplaba la construcción de cerca de 1.2000 viviendas. El pillaje y el deterioro se apoderaron de la parte construida. Y a lo largo de los años los grafitis inundaron sus muros. Pero pronto esa estampa cambiará. La nueva empresa propietaria ha vallado la zona y ha comenzado a tirar paredes por dentro del armazón fantasma para retomar la construcción tras más de una década de letargo.
La Vila Joiosa
En la Marina Baixa fue una de las regiones donde con más intensidad se vivió aquella fiebre inmobiliaria. Uno de los ejemplos está en la Cala de Finestrat, en primerísima línea de costa, se encuentra el esqueleto del Hotel Atrium Beach, paralizado en el primer lustro de los años 2000. Diez pisos más de los permitidos, un obrero muerto y dos más heridos al caer un montacargas y una interminable historia de juicios lo mantienen paralizado.
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