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DANIEL GUINDO
Miércoles, 22 de febrero 2023, 01:21
Yuri (nombre ficticio para preservar su intimidad) acudía al colegio enfurruñado. A sus siete años de edad había tenido que abandonar a sus padres, su hogar, sus juguetes y a sus amigos. Una fría noche hacia finales del pasado invierno, las bombas lo despertaron. Sin saber cómo y casi con lo puesto, había terminado junto a su hermana en casa de su tía, en un municipio de la comarca de Camp de Turia. De repente, tenía que ir a una nueva escuela en la que no entendía a nadie y trataba de comunicarse, a veces sin mucho éxito, a través de tarjetas con pictogramas. Para sus nuevos compañeros era una novedad. Para él un castigo difícil de digerir porque, en realidad, no era culpable de nada.
Yuri es uno de los más de 45.000 ucranianos que han encontrado refugio en la Comunitat desde que, a finales de febrero del pasado año, Rusia desatara su atroz invasión. La mayoría se ha quedado –de hecho, más de 23.000 se han empadronado entre marzo y diciembre de 2022 en algún municipio valenciano–; algunos, incluso, han tenido la suerte de encontrar un trabajo –unos 3.000–, pero todos siguen pensando y seguramente añorando lo que dejaron atrás.
La Comunitat, y la provincia de Alicante en particular, se ha convertido en la principal tabla de salvación para esa pequeña de parte de ucranianos que, tras recorrer casi toda Europa, han llegado hasta la península. Mucho tiene que ver que esta zona, antes del conflicto bélico, ya fuera uno de los destinos preferidos de la comunidad ucraniana para asentarse en España, de ahí que Alicante fuera, junto con Madrid, Barcelona y Málaga, uno de los cuatro enclaves en los que se instalaron los denominados Centros de Recepción, Atención y Derivación (Creade) de refugiados ucranianos.
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Un año después, como recuerda Miguel Ángel Rodríguez, coordinador autonómico de Cruz Roja en la Comunitat, «prácticamente todo el operativo de emergencias está finalizado», después de que sólo esta ONG, que ha liderado la asistencia a los refugiados, haya asistido a unos 30.700 ucranianos en la autonomía. «En las estaciones de trenes cuando llegaban, en la creación del Creade de Alicante de la noche a la mañana, y en el montaje de albergues de emergencia», como el que se instaló en las viejas instalaciones del hospital La Fe (abierto durante seis meses hasta que fueron realojados en hoteles), o como el que todavía atiende a unas 110 personas en el hospital Valencia al Mar (financiado por la Generalitat). Todo ello fue posible gracias a la ayuda de más de 2.000 voluntarios.
En la actualidad, las casi 1.200 plazas de acogida que gestiona Cruz Roja en la Comunitat (la gran mayoría, del Gobierno central), repartidas entre pisos y hoteles, están prácticamente todas ocupadas, mayoritariamente por ucranianos, con los que la ONG trabaja para proporcionarles formación, especialmente lingüística, orientación laboral, escolarización (el perfil que más se repite es el de mujeres con niños a su cargo)... en definitiva «a tener competencias para moverse por España», resume Rodríguez.
Otro actor principal en la llegada de ucranianos a la Comunitat ha sido la ONG Juntos por la Vida, que desde 1994 desarrolla en ese país proyectos de ayuda humanitaria, acogimiento familiar y cooperación al desarrollo. Por eso, desde que arrancó la invasión rusa, el 24 de febrero de 2022, un grupo de voluntarios se trasladó a la zona para, durante meses, ayudar en la evacuación de refugiados. En total hicieron posible que llegaran a la Comunitat más de 3.200 ucranianos, en su mayoría madres con hijos, que fueron acogidos por familias valencianas (unas 900 juntos con otros recursos).
También han llevado a cabo traslados puntuales de niños, que han disfrutado de campamentos veraniegos o de las celebraciones navideñas, lejos de las bombas y el horror de la guerra.
La Comunitat, por tanto, se ha convertido en el principal bastión en la acogida de ucranianos durante este año (concentra el 27% de las 167.596 resoluciones de protección temporal gestionadas por el Ministerio de Interior) gracias a las entidades sociales, las administraciones y, sobre todo, a la solidaridad del pueblo valenciano.
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