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Enrique Castillejo en una clase del colegio de Puçol donde ejerce como pedagogo. Damián Torres
Presidente del Colegio de Pedagogos y Psicopedagogos de la Comunitat Valenciana

«Hay familias que dedican más tiempo a comprar una lavadora que a elegir colegio»

somos futuro ·

El pedagogo Enrique Castillejo cuestiona que la Lomloe sirva para mejorar y apuesta por un modelo educativo que forme alumnos «creativos y curiosos»

Joaquín Batista

Valencia

Domingo, 1 de mayo 2022, 01:24

Mayo es sinónimo de intensidad en el mundo educativo. Los centros están inmersos en la última evaluación, ya se empieza a planificar el ... curso siguiente y está plenamente condicionado por el proceso de admisión de alumnos, de importancia capital para miles de familias. No es casual que durante este mes LAS PROVINCIAS vaya a dedicar una atención especial a los contenidos relacionados con la enseñanza, dentro de la campaña Somos Futuro, con el fin de fomentar el debate sobre uno de los pilares del estado del bienestar. Con Enrique Castillejo empezamos a reflexionar sobre la actualidad. Y sobre lo que viene.

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-¿Qué consejos daría a una familia que tiene que elegir colegio para el curso que viene?

-Ciertamente es algo complicado. El centro nos tiene que cuadrar como padres, preguntarnos si lo entendemos, si nos gusta su manera de hacer. Si es compatible con la vida de la familia. ¿Voy a elegir un colegio a 50 kilómetros de casa, metiendo al niño dos horas diarias en un autobús por mucho que me guste? Hay que visitarlos, y que no sólo nos deslumbre si tiene una piscina olímpica, que está muy bien. Y preguntar. ¿Qué tipo de profesores tiene? ¿Qué departamento de orientación tiene? Si mi hijo tiene un problema de aprendizaje o de conducta, ¿cómo se va a abordar? ¿El comedor es un espacio educativo? Son algunas preguntas que me plantearía. Las familias tienen que preguntar sin vergüenza, visitarlos y dedicar tiempo a la elección. Por desgracia hay padres que dedican más tiempo a comprar una lavadora que a la elección de un colegio. 

«Hay alumnos que se quedan atrás porque no se garantiza su inclusión»

-¿Qué funciones desarrolla un pedagogo o un psicopedagogo?

-Se dedican sobre todo a la orientación educativa y profesional y a la inclusión, dos pilares fundamentales de cualquier sistema educativo. La Dirección General de la Comisión Europea dice que es una obligación garantizar una buen atención a través de estos pilares, entendiendo la inclusión como la atención específica de aquellos alumnos que por sus diferentes condiciones cognitivas, conductuales, familiares o sociales necesitan una ayuda concreta para evitar el abandono prematuro. En España no es una especialidad regulada. Como las oposiciones son por turno libre pueden acceder profesionales de otros ámbitos. Hay orientadores, pero en un número vergonzante. En la Comunitat Valenciana la ratio es de uno por cada 650 estudiantes. Es imposible atender todas las funciones encomendadas.

-Lo que perjudica, precisamente, a los más necesitados.

-Algo se ha mejorado pero estamos a años luz de otros países como Italia. Hay muchos alumnos que se quedan atrás, que fracasan o abandonan prematuramente porque la administración no es capaz de garantizar una adecuada orientación e inclusión. Las soluciones nunca son fáciles, pero la situación es desastrosa en cuanto a recursos humanos. Los orientadores no sólo atienden a los alumnos, también a los profesores o a las familias para que lo que se trabaja en los colegios tenga continuidad en las casas.

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-Tenemos en marcha otra reforma educativa, la Lomloe. La novena en cincuenta años.

-Se nos debería caer la cara de vergüenza. La Ley Moyano de 1857 estuvo vigente, cierto es que con muchos cambios y reformas, hasta 1970. La reforma de las enseñanzas elementales y medias de Ruiz-Giménez de 1953 también. A raíz de la ley de 1970 (Ley General de Educación de Villar Palasí) se hace una buena reflexión normativa y se pone en orden con la LODE (1985), pero a partir de ahí llega una gastroenteritis normativa porque cada gobierno quiere poner su ley pensando que cambiarán las cosas, pero no han cambiado. Los indicadores educativos que tenemos demuestran que España necesita estabilidad normativa. ¿Y dónde está el consenso? Sin consenso el siguiente gobierno la va a cambiar. Es un desastre advertido por cualquier profesional. Pero en este país la clase política no es escucha ni a la sociedad civil ni a los expertos.

«La administración autonómica apostó por la jornada continua. Es una decisión política»

-¿Qué aspecto destacaría y cuál le parece más criticable?

-No le veo prácticamente nada positivo porque es un cortapega. Por ejemplo, no habla nada de tecnología aplicada al mundo educativo y ya sabemos lo que ha pasado con la pandemia. Por cierto, el título de orientación e inclusión es clavado al que ya había. No aporta mucho, más allá de las sorpresas habituales que mete una bancada u otra. E insisto en la falta de consenso y de escucha. En cuanto a aspecto positivo, diría la filosofía que la mueve. Planteo una pregunta a los lectores. Si a un adulto formado no ponen un examen de todas las asignaturas de 4º de la ESO, ¿cuántos aprobaríamos? Diría que pocos. O ninguno. Impartir contenido simplemente para volcarlo en un examen no tiene sentido. Los pedagogos siempre hemos defendido que los contenidos deben servir para aprender y para hacer gente competente.

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-Entonces le gusta el enfoque competencial de las materias.

-Tampoco se ha inventado nada. De cara a la reforma de 1953 las discusiones ya pivotaban sobre ello. Y en la ley de 1970 ya se hablaba de habilidades y capacidades. Y es lo que pide el mercado laboral, además de un título. Que tengas determinadas competencias. El contenido no lo veo como un fin, sino como un medio para competenciar a nuestros alumnos.

-¿Qué opina de la prueba que plantea el Gobierno para acceder a los estudios universitarios de magisterio?

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-La propuesta no está mal, y recuerdo que tampoco es nueva, ya se habló de ella con el anterior gobierno. Pero hay que tener mucho cuidado, ver muy bien qué se va a evaluar, qué competencias queremos que de entrada tengan los futuros docentes, y quién la va a diseñar y aplicar. Quizá si estuviera diseñada por expertos, que están en las facultades de Educación...

-¿Es adecuado el calendario escolar actual? Hay voces críticas con los parones derivados de determinadas festividades. Por ejemplo, como ha pasado entre Fallas y Semana Santa.

-No creo que sea tan definitorio. Lo que es seguro es que no podemos meter más horas lectivas, somos un país que destaca en ello. El modelo que se plantea ya se aplica en Francia y también se quejan. No se puede olvidar que se trata de fiestas muy arraigadas a nivel social. No lo veo un tema tan importante como para invertir mucho tiempo en su debate.

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«No podemos meter más horas lectivas en el sistema, ya somos un país que destaca en ello»

-¿E invertiría tiempo en el debate sobre la jornada? Por ejemplo, la continua no para de avanzar y ya es mayoritaria.

-Creo es fundamental que se investigue si es mejor, y por qué. Se dice que habrá más tiempo después de clase, pero ¿quién lo dice? ¿Y dónde queda el control del menor? El tipo de jornada debe decidirse con un debate templado y calmado, con muchos tipos de profesionales investigando y decidiendo qué es lo mejor desde el punto de vista cognitivo y conductual y siempre teniendo en cuenta la integración de la familia en términos de conciliación. También se dice que los colegios permanecen abiertos con extraescolares. Pero ¿qué extraescolares son? ¿Llevadas por quién? Necesitamos repensarlo. Pero como el gobierno autonómico apostó por ello es una decisión política.

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-¿Cómo le gustaría que fuera la educación del futuro?

-Me gustaría que estuviera volcada en hacer que los ciudadanos fueran felices, pues la gente feliz tiene menos necesidades de apoyo social, o sanitarias, y es más productiva. También me gustaría un sistema educativo que trabajase mucho la curiosidad porque el ser curioso acaba aprendiendo. Y la creatividad. Cuánto talento hemos podido perder... También que diese a los profesores la oportunidad de formarse bien. No es una crítica a ellos, que lo demandan, sino a quienes diseñan los planes. Y que fuera una educación libre de tendencias ideológicas.

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