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JOSÉ MOLINS
Sábado, 22 de junio 2019, 20:13
El cambio climático se hace patente en la Comunitat en múltiples aspectos, pero la gran perjudicada es la fauna de la región, en concreto las 17 especies que actualmente están catalogadas como en peligro de extinción, por lo que reciben una atención y seguimiento especiales para tratar de mejorar su población. Aunque no se establece una cifra concreta de animales para que se considere si están o no en peligro, desde los observatorios de biodiversidad de la Conselleria de Medio Ambiente sí analizan cuando una especie pierde efectivos de forma evidente hasta llegar a datos que hacen temer por su continuidad. Según un informe de la UNESCO, se estima que más de un millón de especies están amenazas y al borde de la desaparición en todo el mundo.
Algunas de esas variedades de animales que escasean en la Comunitat son autóctonas valencianas, como el samaruc, el fartet y el punxoset en cuanto a peces, así como la cerceta pardilla y la madrilla del Xúquer, pero la pérdida de ejemplares año tras año los sitúan en alerta junto a otras especies que habitan en la región e incluso en algunos casos es su última zona de Europa en la que viven.
El Centro de Recuperación de Fauna La Granja de El Saler es uno de los principales en los que se trabaja con animales en peligro de extinción, y gracias a la cría en cautividad han logrado mejorar notablemente la población de algunas de estas especies amenazadas, que han sido devueltas a la naturaleza. En el Servicio de Vida Silvestre de la conselleria hay unas 90 personas para analizar la flora y la fauna valencianas. Su jefe es Juan Jiménez. «La conservación de las especies amenazadas no puede depender de un servicio de la Generalitat, los parques tienen que trabajar más en la conservación de estas especies, y las ONG's tendrían que ser más activas, se trata de un patrimonio», señala.
Los cambios del clima provocan que algunas especies desciendan rápidamente su censo, por la falta de agua y el aumento de las temperaturas, pero otras en cambio se benefician de las nuevas condiciones para repoblarse. «Hay muchas especies que tenían una coexistencia buena con las actividades tradicionales que han sido prohibidas, como la presencia del ganado, pero ya no hay, o las quemas en zonas húmedas. Cualquier modificación a unas especies le van bien y a otras mal. No hay ninguna fórmula perfecta, y además cuando aumenta una especia a veces perjudica a otra», explica Jiménez, que apunta que el pájaro bigotudo, que habita en la Albufera y Santa Pola y que ahora no figura en extinción, lo estará de forma inminente porque le han dañado las restricciones en las zonas húmedas de su hábitat.
En cambio otras especies pueden abandonar la categoría más amenazada, como la tortuga mediterránea, que llegó a estar extinguida en la Comunitat. «Empezamos a introducir ejemplares de Baleares y con la cría en cautividad han aumentado mucho, hay dos poblaciones en libertad, una en la sierra Irta en Castellón y otra en El Saler», señala Jiménez. En total unas 3.500, por lo que en breve saldrá de la categoría de peligro de extinción. También dejó de estar amenazada la nutria, y en la actualidad el Centro de recuperación La Granja se está volcando con la cerceta pardilla, especie autóctona, logrando en torno a 150 crías en cautividad al año, lo que le convierte en el mayor centro de reproducción de Europa en esta especie. En la Albufera hay varias parejas en libertad y en el parque natural El Hondo de Elche irán destinadas muchas de esas crías que están permitiendo salvar a la especie valenciana de la desaparición.
La cría en cautividad también está salvando al samaruc, pez de agua dulce que sólo existe en la Comunitat. Juan Antonio Gómez, del centro La Granja, señala que recientemente se han liberado miles de ejemplares en las costas valencianas, tras haber estado al borde de la extinción. «Está amenazado porque para combatir el paludismo se introdujo un pez de EEUU, la gambusia, que es depredador y se come los huevos del samaruc», señala.
Actualmente la ley se ha endurecido para proteger a la fauna amenazada, y la normativa vigente establece multas de seis meses a dos años de prisión para quien cace especies en peligro, así como la inhabilitación para la caza y pesca de dos a cuatro años, según el artículo 334.
Además de las 17 especies en peligro de extinción, en la Comunitat hay catalogadas otras 52 como vulnerables, que se encuentran a un paso del peligro, y 23 más permanecen protegidas, sin visos de que puedan desaparecer a medio plazo.
Al no ser necesarias cifras concretas que determinen si hay peligro de extinción, esta catalogación se aplica de forma más o menos laxa o estricta. Una ONG, o incluso la ONU, puede considerar a una especie así de forma descriptiva, pero si lo declara un gobierno pasa a tener peso legal y unas obligaciones. «Los gobiernos somos muy cuidadosos en incluir una especie, más estrictos, porque sabemos que conlleva restricciones a usos u derechos, prohibiciones y obligaciones de cuidado y control», señala Jiménez.
Según el informe de la UNESCO, la situación mundial que amenaza a más un millón de especies de biodiversidad supone un declive global «sin precedentes conocidos en la historia» de la humanidad, y además, estas extinciones se están «acelerando» y provocando además un grave impacto para la población mundial.
El trabajo señala que tres cuartas partes de los ecosistemas de tierra y el 66 por ciento del medio ambiente marino han sido alterados significativamente por la acción humana. La media de abundancia de especies nativas en la mayor parte de los hábitats ha disminuido al menos un 20 por ciento desde 1900. Así, más del 40 por ciento de las especies de anfibios, casi el 33 por ciento de los arrecifes de coral y más de un tercio de todos los mamíferos marinos están amenazados.
El Ministerio de Medio Ambiente creó recientemente un nivel de alerta máximo, el peligro crítico, que en la Comunitat afecta a dos especies cuya extinción puede ser inminente. Se trata de la nacra (un mejillón gigante), que está desapareciendo muy rápido a causa de un virus, y la cerceta pardilla, que vive en el parque de El Hondo en Alicante. Desde los años 80 su población cae en picado y hasta hace poco sólo quedaban 20 parejas en España, la mayoría en la Comunitat, su último enclave de Europa. Es un pato subdesértico, adaptado a vivir donde llueve muy poco, y con el plan especial de cría en cautividad realizado en El Saler están consiguiendo una rápida y efectiva repoblación, gracias a la cual podrá abandonar este nivel máximo de alerta.
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Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Héctor Esteban | Valencia
Héctor Esteban | Valencia
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