Fernando Ónega, en la sede de '65ymas.com', el proyecto digital que preside. José Ramón Ladra

Fernando Ónega: «Feijóo ha de romper con Vox e ir a la caza del voto moderado, aunque no sé si es tarde»

Periodista y escritor ·

Su etapa con Suárez le lleva a valorar los pactos de la Transición: «Sánchez sólo habla con los suyos y con Puigdemont»

Antonio Badillo

Valencia

Domingo, 9 de febrero 2025, 00:49

El hilillo de sol que se cuela por el ventanal recayente a la calle de Alcalá apenas quita el frío. Los valencianos no estamos hechos para el invierno madrileño, le digo con tal de romper el hielo apenas asoma por la puerta, luminoso y cálido. ... Igual hemos de parar en algún momento la entrevista por exigencia de su único riñón, avisa Fernando. «Me lo donó hace un año mi mujer», informa, poniéndomelo a huevo. «Pues ya sé quién manda en casa», replico, y él ríe a mandíbula batiente. Desactivo mi defensa antidivos. Ya no hace frío. Le gustan las bromas. Nos vamos a caer bien.

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- En 2022 dejaste la radio alegando que necesitabas vivir, y en efecto te veo muy vivo, pero todavía muy periodista.

- Rebasaba en nueve años la edad de jubilación y llevaba una vida esclava. Tocaba pasar a la reserva. No del todo, pero es importante saber retirarse. En el mundo del toro, en el de la farándula y en el de los putos trabajadores como nosotros.

- El periodista ya compruebo que no. ¿Y la sociedad? ¿Puede vivir sin periodismo?

- Sin periodismo no hay libertad, ni sin libertad democracia. Es un derecho de los ciudadanos, no nuestro. Sólo somos los puñeteros intermediarios entre los hechos y la sociedad, y la independencia es fundamental. Vivimos una transición complicada, el paso de los viejos medios a otros, y están sufriendo principios como la credibilidad, el no faltar a la verdad, el respeto a los demás y la imparcialidad política.

- Viviste el tránsito del parte único informativo de RNE a la prensa libre. ¿Recorremos ahora el camino inverso, la obsesión política por controlar los medios?

- Es la aspiración de todo político, dominarnos, influir en los contenidos. Si no lo logra por las buenas lo intentará por las malas. Lo malo es que lo consiga, y me temo que es lo que está pasando. Hay demasiada docilidad. En Madrid están claros los periódicos favorables al PP y también el del gobierno progresista. Lo mismo ocurre con televisiones y radios. Nuestra credibilidad ha caído a niveles bajísimos.

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- Al guiso se añade la revolución tecnológica. Decía Baltasar Gracián que el oído es la segunda puerta de la verdad y la primera de la mentira. Eso es porque no conocía internet. ¿Afecta este vértigo a la esencia misma del periodismo?

- Estamos ante la posible noticia de la muerte del periodismo. Apenas quedan quioscos de prensa, y a eso añádele las redes sociales, donde la mentira se da por supuesta, se practica y se incita. Tampoco los periodistas ayudamos. Cada vez se contrasta menos, y eso ya no sé si tiene arreglo.

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-De Gracián a Eco. Desde que sacó del trastero la máquina del fango, Sánchez no deja de darle a la manivela. ¿Quien creó tal abismo entre el dicho y el hecho puede liderar la lucha contra el engaño?

- Mira, la persona de la que usted me habla (hace una pausa para enfatizar la retranca) publicó un libro titulado 'Manual de resistencia'. Con el simple nombre confiesa cuál es su meta. Como aspiración me parece muy pobre, seguir en el poder.

-No te asustes por la pregunta. Imagina que en vez de responsable de comunicación del Gobierno de Suárez te condena el destino a serlo del de Sánchez, y le vas con lo del «puedo prometer y prometo». En dos comparecencias te arruina la estrategia.

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- (Suelta una carcajada pero no entra al trapo) En lo del «puedo prometer y prometo», lo que más admiro de Suárez no es la frase en sí, sino su valor para decirla. ¡Se repetía en el discurso siete veces!

- Bueno, con el «fin de la cita» de Rajoy fueron nueve.

- Pero ponte en aquel momento histórico, en un discurso electoral a tres días de las urnas. Fue innovador. Escribirlo lo hace cualquiera, pero presentarte ante 30 millones de españoles, porque sólo había una televisión, y hacer aquello requiere temple. Lo aplaudo por decirlo y además por cumplirlo.

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-No te quites méritos. Si Jarcha musicalizó la Transición, tú con esa muletilla le pusiste la letra. ¿Cómo se te ocurrió la genialidad?

- Hubo mejores letras, pero esta acabó siendo más popular. Estábamos reunidos Suárez, Gutiérrez Mellado y yo. El despacho era alargado y hablábamos andando, de un lado a otro, acerca del discurso. Suárez me dijo que su prioridad era cumplir todo lo que prometiera. Luego yo puse la música y ya está.

- Se esperaba mucho de la nueva política. A ti, que palpaste la vieja, ¿te ocurre como a Diógenes con su perro, que cuanto más conoces a esta camada más añoras a los Suárez, Fraga, González...?

- (Ríe) Es que fue una generación excepcional y me temo que irrepetible. Influyó mucho el tiempo en que se estaba, de transición, y el objetivo de país, la democracia. También un factor externo, el miedo. La Guerra Civil quedaba 50 años más cerca, teníamos excombatientes, mutilados, viudas... Eso estaba en la piel, alimentando la voluntad de acuerdos para sacar España adelante. Hoy dicen que hay que reformar la Constitución, pero es imposible con este ambiente político de lucha por el poder. Ningún partido tiene proyecto de país.

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Fernando Ónega, durante la entrevista. J. Ramón Ladra

- ¿Se ha convertido la política en una profesión más que un servicio público?

- Sólo se piensa en la caza del voto. La tragedia que habéis vivido en Valencia es un clarísimo ejemplo. Por un lado se cuenta el dinero de la Generalitat, por otro el del Estado. ¡Como si ambos no fueran Estado! Con una competencia atroz porque uno es del PP y otro del PSOE. Expongo un segundo caso. Cuando empezó a pudrirse el problema de la vivienda Feijóo reunió a sus presidentes, elaboraron un proyecto y al día siguiente el Consejo de Ministros impulsó el suyo. Ni intercambiaron ideas. ¡Tenemos un desastre común, joder, siéntense!

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- Y en ese contexto, ¿qué piensas cada vez que les oyes hablar con desdén de la Transición?

- Que fue maravilloso ver a personas que habían estado en el exilio, o veinte años en la cárcel, como Marcelino Camacho, regresar para arrimar el hombro. Y sus hijos, en cambio, viven llenos de rencor, actúan con ánimo de revancha. La izquierda sólo ve montajes capitalistas contra el pueblo. La derecha, rojos que quieren ganar la guerra en el despacho tras perderla en el campo de batalla...

- Batalla, rojos... ¿Te preocupa el retorno al lenguaje guerracivilista, la obsesión por Franco? ¿Sientes que la nueva casta política ha perdido el miedo al vacío y juega con fuego?

- Sobre todo en este momento de crecimiento de la extrema derecha en todo el mundo occidental. También en España. Y si encima añades a Franco creas división y odio en la sociedad. Yo defiendo la memoria histórica, que no se olvide lo que pasó, pero si no se hubiera jugado con el traslado del cadáver, el helicóptero, los ministros..., no habría el riesgo de que Franco esté renaciendo como líder para toda una generación. Los chavales de hoy cantan el 'Cara al sol', querido amigo. Si sacas a Franco a pasear, ¡cien actos hablando de él!, y los medios retransmitiendo, y las redes sociales... Esa gente se envalentona.

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- Alfonso Guerra rebautizó a Suárez como «tahúr del Mississippi», si bien pudo apodarlo Moisés por la forma en que separó las aguas para hacer pasar su prototipo de democracia. Ahora tenemos otro tahúr, esa persona de la que usted me habla (se la devuelvo), a quien esta vez Guerra llama «autócrata». Ambos comandan jaulas de grillos. ¿Cuál es menos de fiar, aquella del cambio de régimen o este actual Gobierno de retales?

- Bueno, aquí me vas a permitir que sea parcial (sus ojos traslucen la emoción), porque yo estaba con Suárez y lo he querido inmensamente. Me parece que todo lo que hizo estuvo bien. Se equivocó en cosas, yo seguramente habría diseñado el Estado de las autonomías de otra forma, pero avanzó lo que se podía después de hablar con todo el mundo. Ahora, ¿con quién habla Sánchez? Con los suyos y con Puigdemont. Con quienes necesita para estar en el Gobierno, y así nos va, dependiendo de las condiciones que impone un fugado de la justicia con siete diputados, frente a los 123 del PP. Una coalición PSOE-PP no sería buena, porque dejaría la oposición a Vox y a los independentistas, pero...

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- ¿Cómo habría deshecho este nudo Suárez?

- No lo sé. Él gobernó sin mayoría absoluta y pactó mucho, pero sabía lo que se podía pactar y lo que no. Ya me hicieron esa pregunta con el 'procés'. «¿Cómo hubiera actuado Suárez?», me decían. Y yo les recordaba cómo lo hizo en Canarias con el MPAIAC, el movimiento independentista de Cubillo. Cuando le llegó el aviso de que eso iba en serio, de que EE UU aprovechaba esa circunstancia para presionarnos y que entráramos en la OTAN, Suárez cogió el avión y se fue a Canarias. Y visitó, yo estaba allí con él, las siete islas, pueblo por pueblo. ¿Sabes cuál fue el último lugar donde el CDS tuvo representación municipal? Canarias. En Cataluña, el presidente Montilla mandó un mensaje diciendo que crecía el desafecto hacia España y lo tomaron a coña. Suárez se habría presentado allí.

- Aludíamos antes a la carta de amor de Sánchez. Cuando la publicó vino al recuerdo aquella histórica comparecencia del 29 de enero de 1981. ¿Llegaste a creer que el presidente haría un Suárez o todos teníamos claro que aquello no pasaría de un Joe Rígoli?

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- Mi sospecha es que una de dos, o había algo para irse o era un montaje. Si estás limpio no haces eso, te explicas y ya está. Si das ese paso es una de las dos alternativas, y como respeto la presunción de inocencia me inclino por otra hábil maniobra de Sánchez para plantear la cuestión de confianza que le pide hoy Puigdemont: «No te vayas, Pedro, te queremos...»

- Ya que viene a la conversación, ¿cómo recuerdas aquella histórica dimisión que ni los más íntimos de Suárez vieron venir?

- No contaba con ella, pero tampoco me sorprendió. Estaba harto. La CEOE lo consideraba un rojo. La prensa era durísima, iba mucho al dentista por un problema complicado y se llegó a publicar que tenía la boca podrida. Los bancos veían en él un socialdemócrata radical. Y luego está el Rey (hace una inflexión significativa en la voz). El Rey me dijo que jamás tuvo un gesto de reproche hacia él y no puedo desmentirlo, pero la percepción de Suárez es que le había abandonado.

-¿Se te pasó por la cabeza que algún día la derecha veneraría a González ¡y hasta a Guerra!?

- (Carcajada) En absoluto. González y Guerra acumularon mucha experiencia de gobierno, manejan buena información y tienen miedo a los nacionalismos. Y aquí hago un paréntesis para decir que si hay una forma de tranquilizar al independentismo estoy de acuerdo con lo que hace Sánchez. Y me da pánico que pierda las elecciones, las gane el PP, forme coalición con Vox y deshagan todo, porque eso sí llevaría a un conflicto civil. Territorio conquistado es territorio conquistado, aunque algunas de las competencias que se les ha dado sean dudosamente constitucionales. Dicho eso, comprar la investidura con una amnistía me parece un grado de corrupción importante.

- ¿Vox es amenaza o excusa?

- Para mí, una amenaza; para el Gobierno, un truco que forma parte del discurso enfocado a identificar al PP con el extremismo. Se trata de asustar a la gente, como en las elecciones del 23: «Veréis a Abascal de vicepresidente del Gobierno». Eso tiene una fuerza en las urnas del copón. Y como vienes de Valencia, te diré que no sé si tu presidente estuvo acertado lanzándose a pactar con Vox antes de las generales, pues confirmó todo eso.

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- ¿Un lucense militante como tú ve alguna opción de que otro gallego se mude a corto plazo a La Moncloa o esa falla ha empezado a arder antes de la 'plantà'?

- Tal como están las cosas, con el PP sin mayoría en las encuestas, no veo a Feijóo como presidente, porque tiene más de 60 años y Sánchez agotará la legislatura.

- Y al margen de la edad, ¿crees que gestiona bien el factor Vox?

- Ahora ya no sé si es tarde, pero si yo fuera su asesor le diría: «Has de romper con Vox». Hay un voto moderado que no quiere a Sánchez, pero no tiene adónde virar. Yo iría a la caza de ese voto, que es el que tenía en Galicia, joder. Y hay otra cosa. No se puede ir a unas elecciones como el partido del 'no'. Si todo está tan mal, cree usted ilusiones.

- Pero Sánchez fue el Doctor No con Rajoy y le funcionó.

- La izquierda se moviliza mejor.

- Como Madrid es tu hogar y yo estoy de visita, seguro que me lo puedes explicar. Parafraseando a Rumba Tres: ¿Qué es lo que tiene Ayuso que los vuelve locos?

- (Se descoyunta) Ayuso ganó público cuando se plantó ante el pacto de izquierdas y lo multiplicó con la pandemia, al conquistar al sector de la gastronomía, «Santa Ayuso que nos da de comer». ¿Cuánto dura eso? No sé responder. Lo que sí creo es que no sería una buena sucesora de Feijóo. La considero un fenómeno muy madrileño, y fuera de aquí la ven más cerca de Vox que del PP, imagen que está explotando 'El País' y algunos otros. Además, estoy seguro de que no dará un golpe de Estado.

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- ¿Quién lo tuvo más complicado, los padres de la Transición para salvar la democracia o Felipe VI para salvar la monarquía tras su herencia envenenada?

- Felipe VI. Ni un día tranquilo y van diez años.

- ¿Te ha decepcionado mucho Juan Carlos I?

- Sigo teniendo una... (se detiene, como si le costara pronunciar la próxima palabra) buena relación con él. Cuarenta años de afecto no los borra el conjunto de episodios que se conocieron de golpe, aunque sí me ha decepcionado. Intento comprenderlo, pero es imposible. Un jefe del Estado no puede defraudar a la hacienda del Estado. Valen los polvos, las queridas, los pecados de la carne. ¡Los envidio!

- ¡Ojo con lo que dices, Fernando, que te juegas el riñón!

- (Ríe) Sí, te agradecería que no me dejaras sin riñón.

- Permíteme barrer para casa. Vengo de un pueblo arrasado por una catástrofe natural y otra institucional. ¿Entiendes que tras algo así políticamente no pase nada?

- Y lo peor, me temo que no va a pasar, salvo que… Hombre, el cerco a Mazón es serio, con no sé cuántas manifestaciones, y que no me digan que las mueve el PSOE, igual que no fue la extrema derecha la que tiró bolas de barro. Alguien tiene que asumir responsabilidades.

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- El golpe a Mazón parece definitivo, es mi opinión, ¿pero puede el Gobierno sostener su alegato de inocencia?

- No. Se han enviado, ¿cuántos militares han dicho? ¿20.000? Pues era tan grave que tendrían que haber enviado 40.000, y no depender, como ya ocurrió con el Prestige, de los voluntarios. Si nadie paga por las consecuencias que se pudieron evitar, entonces se proclama la impunidad de la gestión errónea.

- Antes de que la dana lo arrasara todo, la infrafinanciación marcaba el relato reivindicativo de los valencianos. ¿Ese discurso llega a Madrid o nace y muere en la Comunitat, lo que hablaría del fracaso de nuestra política local?

- Veamos, yo soy de la otra punta de Galicia y tengo conciencia de la insuficiente financiación de vuestra región.

- ¿Y con eso nos hemos de contentar, con el reconocimiento estéril?

- Ay, querido amigo, ahí llegamos a una reflexión muy peligrosa: Valencia no tiene independentistas. Fíjate en lo que estoy diciendo, y lo mismo sirve para Galicia.

- Durante años asistimos al estigma de la Comunitat por los casos de corrupción. Visto a casi 400 kilómetros de distancia, ¿hasta dónde llegó el chapapote del daño reputacional?

- Ya sabes la rapidez con que hoy se devora la información. En mi tierra hay una canción que dice: «Yo me quería casar, madre, no tengo ropa. Cásate, hija mía, cásate, que una pierna tapa la otra». Y no olvidemos que hubo un presidente con una barbaridad de juicios y en todos resultó absuelto, por lo que hay una verdad judicial y otra verdad política y hasta periodística.

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- Desde la presidencia de este magnífico proyecto informativo senior, '65ymas.com', ¿dirías que España es país para viejos?

- Queremos conseguirlo, pero aún no lo es, aunque está cambiando.

- Y pensando en tus cuatro nietos, ¿dirías que la España que les dejamos es país para jóvenes?

- Ahora mismo tampoco. Yo no querría ser joven porque no sé vivir en un piso compartido.

- Entonces, si no es para viejos ni para jóvenes, ¿para quién es país España?

- Pues será para jóvenes, digo yo, pero cuando crezcan, encuentren su hueco en el mercado laboral, puedan acceder a créditos…

- Y de momento que lean el 'Manual de resistencia' de Sánchez.

- (Sonríe) Sí, les vendrá bien.

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