F. R.
Martes, 3 de noviembre 2020, 00:11
Con casi 14.000 contagios de Covid-19 detectados en las últimas dos semanas, y con las cifras de hospitalizados en planta y en las UCI dobladas en tan solo 14 días, son numerosas las voces de los profesionales sanitarios que trabajan en los hospitales o en Atención Primaria que claman para que los ciudadanos eviten situaciones a las que exponerse a ser infectados.
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Es el caso de una joven enfermera que trabaja en el hospital comarcal de Vinaròs. Su nombre es Anna Fibla y su mensaje a través de las redes sociales traspasa el confinamiento territorial y se ha vuelto viral. «Vemos cada día como la gente muere», se lamenta.
Anna muestra las huellas que adornan su rostro después de una jornada laboral embozada en un equipo de protección integral. Son las señales que salvan de los contagios a lo sanitarios. Una líneas que evidencian la protección ante el coronavirus. La cara, roja, y la nariz, como si se la hubiese quemado al sol en un día estival de playa.
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Pero las baños de sol están ya muy lejos. Lo que la ha quemado es la situación. Los servicios sanitarios están exhaustos y la segunda ola de la pandemia está cogiendo la fuerza de un tsunami, como sucedió hace ocho meses. «A todos los que esta noche o cualquier otra decidís realizar una quedada (con amigos) pensando que la cosa no es tan grave como nos quieren hacer creer, gracias», sostiene con ironía. Y añade a renglón seguido: «Nosotros seguimos aquí, viendo cada día cómo la gente muere».
Anna cuenta en su página cómo despide a los enfermos que fallecen por coronavirus, como si estuviéramos en marzo, abril, mayo o junio. «Lo hacen solos y muchas veces solamente podemos darles la mano para que noten que tienen a alguien al lado que les acompaña en el último viaje», relata la joven.
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La enfermera resta importancia a las marcas que las protecciones dejan en su cara y relata que «dentro de un rato no se notarán». No obstante, se lamenta de las otras, las que le dejan en el alma aquellas personas que se marchan sin un familiar al lado y que tienen que cogerles de la mano para que no se sientan solas, esas «nos marcarán el corazón y la vida para siempre».
Anna también hace un llamamiento a la vida antes que a la economía. «A pesar de que no estaría de más estar unas semanas sin hacer nada, porque si no habríamos de volver a cerrar negocios, colegios... No seamos tan egoístas. ¡Va!», afirma.
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Y añade que puede ser que para entender lo que sucede «habríais de estar viendo cómo mucha gente muere» y pone el dedo en la llaga. «La gran mayoría pensáis que la cosa no va con vosotros y que por encontraros con los amigos no pasa nada». También recuerda el cuento del lobo, «pues aquí nos ha pasado. Que viene la segunda ola, que viene, nos ha pillado sin los deberes hechos,».
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Héctor Esteban
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