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La alcaldesa de Chiva, Amparo Fort. AYUNTAMIENTO DE CHIVA
El ombligo de la alcaldesa de Chiva

El ombligo de la alcaldesa de Chiva

Amparo Fort ha naufragado en la gestión de la crisis del Torico de la Cuerda

Héctor Esteban

Valencia

Martes, 13 de agosto 2024, 23:48

El 30 de julio, el pleno del Ayuntamiento de Chiva tumbó el deseo de la alcaldesa, Amparo Fort, de que Jota, como se conoce al que era su hombre de confianza, pudiera compatibilizar un sueldo de asesor con otro trabajo «en su tiempo libre». La oposición rechazó el (re)torcido plan de Fort. La prensa fue decisiva para que fracasara un chanchullo pagado con dinero público y se descubriera un carísimo pastel de más de 100.000 euros, que va a pagar el pueblo de Chiva. Aquello fue un toque de atención, un ejemplo de que la democracia es la suma de los votos y una lección que la alcaldesa no aprendió. Amparo Fort fue la tercera o cuarta opción del PP para recuperar la vara de mando de Chiva. Un nombre nuevo para tratar de cerrar una lista de no agresión en un partido roto desde el adiós de José Manuel Haro. La inercia del voto popular y el desgaste del anterior equipo de gobierno convirtió al PP en el minoritario más votado. Un pacto elevó a Fort a la alcaldía. Un año después ni hay pacto en el Ayuntamiento ni concordia en el PP.

En las distancias cortas, quien ha tratado con ella, destaca su arrogancia, que quedó verbalizada durante la sesión plenaria de aquel 30 de julio: «Y dale con la ética –en respuesta a un edil socialista–, permíteme decirte que no nos podemos dejar llevar muchas veces por lo que la prensa diga ni por la ética». Una confesión demoledora, propia de quien pierde los papeles e impropia de un servidor público, donde la máxima autoridad local reconoce que sus decisiones no se sustentan sobre uno de los principios fundamentales de la política: la ética.

La altura de miras de la alcaldesa de Chiva termina en su ombligo, como quedó demostrado el lunes tras autorizar el Consell la celebración del Torico de la Cuerda: «La alcaldesa ha conseguido...». Fort, un año después de llegar al cargo, no ha entendido que los cargos públicos trabajan para servir y no para servirse. Desde el martes 6 de agosto, cuando recibió la primera noticia de que las fiestas estaban suspendidas, su único objetivo fue buscar culpables en lugar de hallar una solución. El primer objetivo fue la Peña Taurina, a la que exigió que asumiera la mitad de la culpa, y después cargó contra una funcionaria del Ayuntamiento, sobrepasada de trabajo, a la que señaló públicamente –al igual que hizo el concejal de Fiestas, Ramón Lemos, en un guasap poco valiente– en una estrategia fallida, porque el pueblo, más listo y benevolente, sabe desde el principio quién debe asumir la responsabilidad.

Fort buscó aliados contra la Peña Taurina, destapó el discurso de los disturbios como si sus convecinos fueran pandilleros, rompió con su propio partido, trasladó a sus superiores que todo era fruto de un sabotaje político y negó la información a los grupos de la oposición, a los que no convocó ni a una junta de portavoces para ofrecer el minuto y resultado de una crisis como no ha habido otra. La alcaldesa asumió una postura dictatorial sin caer en la cuenta de que el pleno del Ayuntamiento representa la pluralidad del pueblo. Una alcaldesa debe entender que gobierna para todos los chivanos y chivanas, voten o no voten a su partido. En cambio, optó por un chavista «Aló, alcaldesa» para transmitir como una Reina de Saba un mensaje enlatado e institucional. Sin saberlo, ese fue su gran error, porque la Generalitat, con la resolución para autorizar la fiesta, ha desnudado su estrategia y ha dado la razón a aquellos a los que la alcaldesa señalaba como enemigos.

En Chiva, el Torico de la Cuerda no entiende de ideologías. Es la cuerda que todo lo une. De las pocas cosas que están por encima de las siglas de un partido. La solución era sencilla. Asumir un error humano, cargar con la responsabilidad como máxima autoridad, liderar en compañía del resto de grupos políticos la búsqueda de una solución, apoyarse en el Peña Taurina y tratar de que el 17 de agosto estuviera el toro en la calle como todos los años. Ha perdido la oportunidad de ser una líder a ojos de sus vecinos. Fort fue por libre, asesorada quizá por un mono con dos pistolas, inyectando el discurso del miedo, agazapada, sin dar la cara en la asamblea general y con el único objetivo de salir triunfante a costa del colectivo. En Valencia no han dado crédito a su proceder, a cómo la soberbia ha hecho trizas el camino recorrido por su partido, al que le ha costado casi una década recuperar el Ayuntamiento.

«A mí me preocupa muy poco la prensa. Igual que me preocupa muy poco la gente que se levanta por la mañana, se echa la mochila a la espalda y se pone a deambular por el pueblo», señaló en el último pleno, sin caer en la cuenta que gobierna para ellos, para sus iguales. La gestión de esta crisis la ha convertido en un meme que circula como 'reenviado muchas veces' en los móviles del pueblo.

«No hay que mezclar churras con meninas (sic)», dijo en el pleno. Y tiene razón, porque es difícil debatir con quien no sabe que las «churras» son ovejas y que a las «meninas» las pintó Velázquez. La humildad era el primer paso hacia el éxito.

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