NURIA VALLADOLID
Valencia
Miércoles, 21 de agosto 2019, 14:34
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La revista Cretaceous Research hizo público ayer el descubrimiento de una nueva especie de dinosaurio espinosáurido, que ha sido bautizado como 'Vallibonavenatrix cani'. La primera parte del nombre significa 'la cazadora de Vallibona', mientras que la segunda hace referencia al descubridor de los restos que han posibilitado la identificación del dinosaurio, Juan Cano Forner.
El hallazgo se detalla en un estudio liderado por Elisabete Malafaia, del Instituto Dom Luiz da Facultade de Ciência da Universidade de Lisboa, junto con los otros autores, José Miguel Gasulla, Fernando Escaso, Iván Narváez y Francisco Ortega, del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED, además de José Luis Sanz de la Universidad Autónoma de Madrid. El estudio ha sido posible gracias a los fósiles que el aficionado a la paleontología, Juan Cano Forner, de Sant Mateu, Castellón, recogió a principios de la década de 1990, y que forman parte de su colección museográfica, reconocida por la Generalitat Valenciana desde 1994.
Asimismo, el trabajo de este estudio se enmarca en la línea de investigación que el Grupo de Biología Evolutiva de la UNED desarrolla para la reconstrucción de las faunas que habitaron los ecosistemas del Cretácico Inferior de la Formación Morella, en la actual comarca castellonense de Els Ports.
El único fósil conocido de Vallibonavenatrix es parte de un esqueleto de dinosaurio de entre 8 y 9 metros, e incluye vértebras dorsales, sacras y caudales, así como elementos de la cintura pélvica.
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El Vallibonavenatrix pertenece a los espinosáuridos, un grupo de dinosaurios carnívoros terópodos relativamente poco presentado en la península ibérica, y de mayor presencia en el norte de África, América del Sur, Asia e Inglaterra. Se caracteriza por presentar ciertas semejanzas con los cocodrilos, entre ellas su hocico y dentición. Este dinosaurio es, además, de cráneo aplastado y bastante grande para ser un carnívoro. Es reconocible por el desarrollo de espinas neurales altas en algunas de sus vértebras, lo que da lugar a una especie de vela sobre el dorso de su espalda. Tal y como indica Francisco Ortega, esta vela podría haberle servido o bien para el control de la temperatura, dada su pertenencia a un clima tropical, o bien para preservar la energía.
Hasta este momento, los escasos restos de espinosáuridos de la Península habían sido asignados al Baryonyx, del Cretácico Inferior de Inglaterra. Este descubrimiento permite concretar la asignación, así como profundizar en la diversidad de espinosáuridos ibéricos.
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