Veinte mil estudiantes harán historia la segunda semana de julio, cuando llega la convocatoria ordinaria de la selectividad más desconocida. La pandemia ha trastocado su preparación, las fechas, la configuración de las pruebas y los escenarios. Y tendrán que convivir con unas medidas de seguridad sanitaria que, a falta de conocer el protocolo concreto, serán exhaustivas. Encima, en pleno verano y en instalaciones que, en la mayoría de los casos, carecen de sistemas de climatización.
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LAS PROVINCIAS ha querido sondear el parecer de algunos protagonistas de esa generación anónima que el curso que viene llenará los campus, aterrizando en una universidad que también será distinta, como sucederá en cualquier orden de la vida.
Los nervios son inevitables, algo que no cambia haya o no pandemia, así como esa percepción de incertidumbre ante lo desconocido, esa sensación de adentrarse en tierra ignota, nunca explorada. Eso sí, prevalece la idea de que la nueva opcionalidad en los exámenes aporta tranquilidad, igual que el disponer de un mes más de tiempo para estudiar. También se coincide en que las clases a distancia están funcionando razonablemente bien, salvo en los primeros compases y por el exceso de carga de trabajo, si bien destacan que no hay nada como el contacto profesor-alumno. De ahí que la mayoría se plantee acudir a los refuerzos presenciales. Además, se valora de manera positiva el apoyo recibido de los docentes y se lanza un mensaje, compartido por los nueve estudiantes entrevistados, hacia los correctores:que tengan en cuenta lo insólito de la situación y el esfuerzo que se está realizando.
Llama la atención que, ante la pregunta de cuáles son sus preocupaciones, las respuestas se centren en lo académico más que en lo sanitario, o que incluso piensen más allá de la selectividad: en la posible competencia para acceder a sus carreras ante un hipotético aumento de las notas, fruto del nuevo modelo de examen.
Cabe recordar que las pruebas incluirán muchas más opciones que en convocatorias anteriores, en un intento de que los alumnos puedan alcanzar la máxima nota recurriendo a los contenidos que más se hayan trabajado en clase. Otra novedad es que se realizarán en los centros de estudio, no en los campus, y que la concentración se tendrá que compatibilizar con las cautelas sanitarias: mascarillas, tomas de temperatura y protocolos de entrada y salida, para ir al baño y para los tiempos de descanso.
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«Intento llevarlo lo mejor que puedo, pero el estrés va aumentando, creo que ahora tenemos más carga de trabajo que en el resto del curso», dice Noelia. Muestra «algo de inseguridad sobre cómo se realizará la prueba o cuáles serán las medidas higiénicas», y destaca que las clases online están bien organizadas. Eso sí, no prevé acudir a repasos presenciales y prefiere resolver las dudas a distancia. «Podría ser un riesgo y la selectividad está cerca, más vale prevenir que curar», resume. También le gustaría que los correctores tuvieran en cuenta las circunstancias y destaca que «es importante llevar una organización diaria para no quedarte atrás y agobiarte».
Sofía se muestra tranquila. «La presión se nota bastante, pero siempre la he llevado bien», dice. No le agobian en exceso las pruebas -«me preocupa más el hecho de que la optatividad va a hacer crecer la competencia, aunque me parece correcto haber aumentado las opciones»-, aunque sí le preocupa «no aprovechar el tiempo que me queda para estudiar y distraerme más de la cuenta». Como defiende, no queda otra que «mantener las fuerzas». El mensaje para los evaluadores es «que sean justos» y reflexiona sobre cómo será su primer año en la universidad: «Me habría gustado vivir un curso normal, pero creo que será menos intenso en cuanto a experiencias».
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«La palabra selectividad siempre te genera un pequeño sobresalto, pero con el calendario en la mano te das cuenta de que nos queda más de un mes y que podemos prepararnos con más calma que en años anteriores», defiende Jordi. Preguntado por temores o inquietudes, se refiere a la nota de acceso a la universidad. «Al flexibilizar los modelos de examen es de esperar una subida considerable, y puede provocar que algunas carreras tengan saturación de alumnos que quieren entrar», explica. También destaca la normalidad de sus clases a distancia y aplaude los repasos presenciales, sobre todo «para los que no han podido prepararse en condiciones».
Malena se siente «muy estresada» y reconoce que no tiene claro qué hará tras la selectividad. «Creo que va a ser más difícil al no haber podido ir a clase en dos meses», explica. Lo que más le preocupa es «tener que estudiar todo el curso de todas las asignaturas, algo que me resulta complicado», y confía en los refuerzos presenciales. «Soy una alumna que necesita tener al profesor presente para comprender las cosas», dice, antes de sumarse a las peticiones de comprensión por parte de los correctores.
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Lo que más le preocupa es «el hecho de no poder contar con clases presenciales antes de la prueba», pues la enseñanza online «no es lo mismo». «El grado de interacción profesor-alumno es diferente, la capacidad de atención es menor al haber más distracciones... Es difícil, pero para haberse adaptado sin tener el sistema educativo preparado se han salvado los muebles muy decentemente», explica. También muestra su preocupación por la cuestión sanitaria, por un posible contagio, y apuesta por realizar test a los alumnos. En cambio, le sosiega tener más tiempo de preparación y la flexibilidad de la prueba, aunque «en los momentos finales saldrán los nervios».
«Incertidumbre sería la palabra perfecta para resumir este periodo», sintetiza Cristina. Lo que más le ha costado ha sido mantener la rutina, y destaca que «nunca nos hemos enfrentado a este modelo de prueba». «Mi mayor miedo es llegar y bloquearme o tardar mucho en elegir las preguntas», dice. «Vamos a hacer historia, pero estamos asustados, es un momento crítico añadido al gran peso de que hace dos meses que no pisamos un colegio, psicológicamente es duro», continúa. Y pide certidumbre, algo que no han tenido en estos meses: «Necesitamos saber ya todo lo referente a la prueba».
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«Estoy bastante nerviosa», explica la estudiante de Xirivella, acostumbrada a preparar los exámenes en la biblioteca y no en casa, donde le resulta más complicado concentrarse. «Lo que más me inquieta es no tener conocimientos suficientes para afrontar la prueba. No es lo mismo una clase normal que a distancia», añade. Confía en que lleguen los refuerzos presenciales «para que me den más confianza, que me sirvan para sentirme más segura con los exámenes». Preguntada por qué mensaje trasladaría a los correctores, señala que «saben cuál es la situación», por lo que pide «que miren un poco más allá y tengan en cuenta el esfuerzo del alumnado».
«Tenemos bastante tiempo y más facilidades, lo que me tranquiliza, pero también siento nervios por hacer algo que no se ha hecho antes y porque nos jugamos nuestro futuro», explica esta alumna de La Vall d'Uixó. «No podemos preguntarle a nadie por su experiencia y es la primera vez que hacemos la PAU en el instituto y con un examen diferente al que hemos practicado durante dos trimestres», insiste, si bien cree que «todos -alumnos y profesores- nos estamos adaptando a la situación lo mejor posible». En cuanto a los refuerzos en los centros, sólo los prevé para materias «en las que se me haga más difícil ser autodidacta» y asegura que se esforzará todo lo posible «para sacar un buen resultado, pero tampoco me pondré más peso del que pueda soportar».
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Una vez conocidos los modelos de examen, explica, parte de la incertidumbre se rebaja, aunque reconoce sentir nervios «ante una prueba que te presentan como la más difícil de tu vida, aunque los que ya la han pasado digan lo contrario, y que va a definir tus próximos años en la universidad». Valora que las sedes sean los centros y la mayor opcionalidad, y su mayor temor es «tener un mal día». «Somos personas, no robots programados para hacer exámenes», añade. Prevé acudir a los refuerzos presenciales -«un repaso a las primeras evaluaciones nunca viene mal»- y plantea a los correctores que valoren «el esfuerzo de presentarse tras un año tan confuso y agobiante».
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