Votación sobre la jornada continua organizada en 2017 en un colegio de Valencia. Damián Torres

La jornada continua aumenta los deberes y el consumo de móviles, videojuegos o televisión

Un estudio liderado desde la Universitat y financiado por Educación advierte de que el horario intensivo reduce el descanso del alumnado y no incrementa el tiempo compartido con la familia

Joaquín Batista

Valencia

Sábado, 5 de marzo 2022, 00:32

El debate sobre la idoneidad de la jornada continua en los colegios vuelve a coger fuerza después de que la conselleria haya dado luz verde a impulsar nuevos cambios para el curso 2022-2023 tras dos ejercicios de bloqueo.

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Aunque no se conocen los resultados ... de la evaluación externa prometida en 2016 -más allá de una referencia a que no provoca diferencias significativas en el rendimiento, sin más explicación- sí hay bastante literatura científica sobre sus efectos. 'Time. El tiempo en la infancia: un mapeo de España', es uno de los últimos trabajos y aunque no entra directamente en cuestiones de resultados escolares sí evidencia que los alumnos formados bajo la modalidad intensiva dedican más tiempo a hacer deberes y al consumo de pantallas que los que estudian con jornada partida. Fue financiado por la Conselleria de Educación, Investigación, Cultura y Deporte, el departamento dirigido por Vicent Marzà durante la primera legislatura del Botánico.

«La idea era hacer un análisis de datos sobre cómo organizan su tiempo los alumnos de entre 10 y 18 años en función del tipo de jornada, a partir de variables interesantes como el tiempo dedicado al ocio, al deporte o en función de con quién estaban», resume Daniel Gabaldón, profesor titular de Sociología de la Educación de la Universitat de València e investigador principal del proyecto.

El estudio se basa en datos de la Encuesta de Empleo del Tiempo del INE, tanto de la primera edición, correspondiente al periodo 2002-2003, como de la segunda y última, entre 2009 y 2010. Se trata de datos nacionales, teniendo en cuenta además que entonces no había jornada continua en los colegios de Infantil y Primaria de la Comunitat pero sí en la mayoría de centros de Secundaria.

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Para discriminar el tipo de jornada los investigadores se basaron en el patrón de asistencia a clase, pues los encuestados debían rellenar una parrilla dividida en periodos de diez minutos con el tipo de actividad realizada. A partir de ahí se calculó el tiempo medio diario dedicado a nueve ítems.

Para las concusiones del periodo 2002-2003 se recurrió a una muestra de 934 alumnos con jornada continua -239 de Primaria, que se corresponderían con los cursos 4º, 5º y 6º, y 695 de Secundaria, desde 1º de la ESO hasta Bachillerato-, comparando los resultados con los de 461 estudiantes con la modalidad de mañana y tarde -216 de la primera etapa y 245 de la segunda-.

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De promedio los de continua dormían 27 minutos menos al día, dedicaban 16 más a los deberes, seis más para estudiar durante su tiempo libre, 30 más al ordenador, los videojuegos, la televisión o los móviles (pantallas), 13 más a la práctica deportiva, 10 más a relaciones con amigos, vecinos o parientes, uno más a la vida en familia y tres más al ocio pasivo. Ambas muestras destinaron el mismo tiempo a la lectura.

LOS DATOS

  • Periodo. El trabajo analiza a qué dedican el tiempo los alumnos españoles de 10 a 18 años. Se basa en la última encuesta del INE, referida a los años 2009 y 2010.

  • Muestra. Se analizaron las respuestas de 475 alumnos con jornada continua y de 165 con horario de mañana y tarde.

  • Diferencias negativas. Los de continua dormían 42 minutos menos al día, dedicaban 29 más a hacer deberes y 43 más al uso de ordenadores, videojuegos, televisión o móviles.

  • Diferencias positivas. Además destinaron 16 minutos diarios más a la práctica deportiva y otros tantos a relaciones sociales con amigos, parientes o vecinos.

  • Cambios no significativos. No se detectaron diferencias en el resto de actividades analizadas: estudios durante el tiempo libre, vida social en familia, ocio pasivo (no hacer nada) y lectura.

En cuanto a los datos del periodo 2009-2010, la muestra disponible era más pequeña (475 de continua y 165 de partida). «Siete años después todos los indicadores que podían evolucionar de manera negativa lo hicieron», en palabras del investigador. Dormían 42 minutos menos, tenían 29 minutos más de deberes al día y destinaban 43 más a las pantallas. También se mantuvo la tendencia positiva en cuanto al deporte (16 minutos más que los de partida) y sumaban otros 16 de diferencia en cuanto a relaciones con amigos, parientes o vecinos. No se detectaron variaciones significativas en cuanto al estudio durante el tiempo libre, el ocio pasivo, la lectura o la vida en familia, parámetro al que suelen aludir los defensores del horario intensivo.

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Los resultados, presentados en marzo de 2021, salieron a colación en la jornada organizada el pasado sábado por la Confederación de Ampas Gonzalo Anaya, ideada para facilitar información sobre el nuevo proceso de cambio y datos sobre los efectos entre el alumnado.

En su intervención Gabaldón matizó los dos últimos parámetros citados, en el sentido de que pudo influir la metodología de la encuesta. Por ejemplo, no capturaba el periodo de comedor en la jornada partida como tiempo compartido con amigos o de práctica deportiva, algo habitual en este tiempo previo a las clases vespertinas.

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Durante la jornada el investigador incidió en otros aspectos, como la posible influencia de la concentración horaria en la obesidad infantil. Para ello se cruzaron los datos de la Encuesta Nacional de Salud 2011-2012 con las comunidades con mayor implantación de la jornada continua. Detectaron «correlación, que no implica causalidad», lo que llevó a Gabaldón a plantear que el resultado «debería ser suficiente para que las administraciones se plantearan qué puede estar pasando», en el sentido de que se impulsen estudios más específicos.

«Que haya más tareas en casa es indicativo de que el rendimiento está bajando»

El proyecto Time no se centra en analizar los efectos en el rendimiento escolar de una jornada u otra, si bien son aspectos que también se han tratado en estudios previos. Eso sí, el investigador plantea la siguiente reflexión. «La administración traslada que no hay cambios y por tanto no empeora el rendimiento, pero con nuestros datos sí vemos que aumentan los deberes. Si están haciendo más tareas fuera de la escuela para conseguir los mismos resultados académicos es indicativo de que el rendimiento está bajando», señala.

Durante la jornada de la Gonzalo Anaya Gabaldón sí hizo referencia a estudios previos que apuntan en la misma dirección. En clave valenciana se refirió a la primera evaluación que realizó la conselleria en 2015 sobre nueve centros, que detectó una bajada de los resultados en las evaluaciones diagnósticas, recomendando que se frenara la extensión de la modalidad continua. Y también al segundo conocido, desvelado por el periódico Magisterio y basado en 139 escuelas, donde la minoración en los resultados de estas pruebas se consideró no significativa.

También aludió al trabajo del profesor de Sociología Rafael Feito, de la Complutense, que analizó los datos correspondientes a la comunidad de Madrid detectando un empeoramiento del desempeño.

«El mensaje es que deberíamos tener cuidado de no proyectar ilusiones legítimas, como es pasar más tiempo con los niños porque luego el tiempo que tenemos los adultos es muy limitado», explica Gabaldón. «Y cuando cerramos la escuela antes se fomenta una privatización del tiempo. No se da una acción coordinada desde el centro, sino que cada uno tira hacia un lado», señala de manera gráfica.

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Es decir, habrá familias que buscarán completar el tiempo vespertino mediante actividades extraescolares, deportivas o academias de repaso, opción que no estará disponible para núcleos con condiciones socioeconómicas desfavorables. Cierto es que el modelo valenciano incluye una oferta obligatoria de talleres hasta las 17 horas y que deben ser «de calidad», pero no se puede olvidar que son voluntarios para las familias y en muchos casos no son impartidos por organizaciones especializadas como empresas de extraescolares.

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