![Elena Vila, enfermera y estudiante de máster.](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/10/14/elena-RZVxoAyhLswvZwbbeqewq6K-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
![Elena Vila, enfermera y estudiante de máster.](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/10/14/elena-RZVxoAyhLswvZwbbeqewq6K-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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¿En manos de quién está nuestro futuro? Frente a la popular imagen de que los jóvenes no hacen más que mirar fijamente una pantalla y los alarmantes datos sobre los chavales que ni estudian ni trabajan, Elena, David, Alejandro y Adolfo son el claro ejemplo de que no está todo perdido. Cuatro valencianos que compaginan estudios y trabajo por diversos motivos: desahogar a sus familias que durante tantos años han pagado sus gastos, adquirir experiencia laboral mientras siguen formándose para tener un excelente currículum o el propio sentido de la responsabilidad... Como ellos, el 35,8% de valencianos de entre 16 y 34 años estudian y trabajan al mismo tiempo. Lo que se traduce en 340.000 'sisis', según el último informe del Consell Valencià de la Joventut. Una cifra que triplica a los denominados 'ninis'. Como reflejan los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) facilitados por Labora, son 121.681 los jóvenes valencianos que ni estudian ni trabajan. En su mayoría, mujeres. En contraposición al estigma que recae sobre la juventud actual, Elena, David, Alejandro y Adolfo narran cómo se esfuerzan por conseguir el futuro de sus sueños. Estas son sus historias.
@nano.jr10 Se me da muy mal hacer este tipo de vídeos,pero creo que se me a entendido bien.
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«Trabajo desde los 16»
Elena Vila comenzó su andadura en el mundo laboral casi como fruto de la casualidad. Ella era bailarina y le propusieron impartir clases para niños. «Me ofrecieron la oportunidad y no la rechacé. Desde que empecé a trabajar nunca he parado», desvela Elena. Durante años, compaginó su pasión por el baile con una manera de generar ingresos. Después, cuando cumplió los 20 años, comenzó a trabajar como cajera de una superficie comercial mientras estudiaba la carrera de enfermería.
«Considero que a partir de cierta edad no hay que vivir las vacaciones de verano como cuando eres niño y que hay que hacer algo de provecho», dice la enfermera.
Eso sí, siempre ha compaginado el trabajo y los estudios con su vida personal. «Mi madre siempre me ha inculcado que hay que sacar ratos para todo», cuenta la joven. Ella vivió con naturalidad entrar en la vorágine del mundo laboral desde tan temprana edad. «Ganar mi propio dinero significa tanto una satisfacción para mí como un alivio para mis padres», revela la chica con ternura.
Incluso cuando acaba reventada del trabajo y las clases, Elena se fuerza a sí misma para no descuidar sus amistades y seguir apuntándose a los planes. No sólo estudia y trabaja, si no que también es fallera mayor de la Falla San José de la Montaña. Una afición que también consume gran parte de su tiempo y que también requiere de un esfuerzo económico. Pero a Elena le vale la pena. Todo con tal de que a su vida no la absorba la monotonía y pueda seguir sacando tiempo para dedicarlo a sus pasiones.
Para ella, ganar dinero desde que era muy joven le ha permitido ir costeándose sus gastos y también formaciones académicas. «Tanto la academia para sacarme el C1 de Valenciano como las tasas del examen los pagué yo», revela. Actualmente, ejerce como enfermera en un hospital privado de Valencia mientras estudia el máster para poder ejercer su profesión en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
«Es por responsabilidad»
El joven estudió periodismo en la Universidad de Valencia (UV) pero pronto se dio cuenta de que quería diversas sus conocimientos a otras áreas, «Creo que el periodismo es una profesión muy vocacional. Yo prefería tener n trabajo de oficina con horarios», dice David Alagarda con sinceridad. Así que pronto se decantó por el marketing.
Pasó por varias empresas con contractos de prácticas hasta que por fin le salió un puesto fijo para trabajar en una consultoría. Sin embargo, el joven no deja de formarse. «Estoy haciendo un máster en marketing para seguir acumulando conocimientos», dice. El joven está tremendamente orgulloso de no haber tenido que recurrir al apoyo económico de sus padres para costearse el máster, si no que ese desembolso haya salido de su bolsillo. De su esfuerzo. De su constancia. Actualmente, sigue pagando todos los recibos de la formación académica que está cursando.
Desde que era pequeño, David desarrolló un gran sentido del deber. «Para mí a partir de cierta edad tienes que ponerte a trabajar. Es cuestión de responsabilidad», comenta mientras cruza los brazos con aire de seriedad. Es el mayor de dos hermanos. «Nunca he ejercido de 'padre' para ellos pero sí tenemos muy buena relación e intento cuidarles lo máximo posible. Puede ser por esto o por la educación que he recibido que tengo tanto sentido de la responsabilidad», reflexiona el chico.
Sin embargo, aunque él tenga muy claros sus horizontes no critica a los llamados 'ninis'. Más bien, al preguntarle al respecto prefiere adoptar una postura neutral. «Cada uno tiene sus circunstancias», comenta David de manera comprensiva.
«Quería ayudar a mi familia»
Cuando Alejandro de La Torre estudió Administración y Dirección de Empresas (ADE) no tenía muy claro a lo que quería dedicarse. «Es una carrera con salidas muy amplias», cuenta el joven. Así que decidió meterse de lleno en el mundo laboral para saber qué rama es la que más le gustaba. «Estuve en varias empresas para ir cogiendo experiencia porque cuando estudias la teoría está muy bien, pero luego la práctica es diferente», explica.
Después de haber podido contemplar las posibilidades que le daba la carrera que había estudiado, se decantó por el mundo de las finanzas. Ahora trabaja como contable en una empresa, pero tiene grandes aspiraciones. Por eso estudia un máster en Auditoría para poder abrirse más puertas de cara a un futuro.
«Quería empezar a generar ingresos y tener claro lo que me gusta», revela el chico. Aunque desde que fue muy joven ya había comenzado a trabajar a pesar de que fuera un empleo que no le gustara. En un primer momento, «quise desahogar y ayudar a mi familia de tantos gastos y poder aportar dinero».
Pero después, cuando no fue tan necesaria su aportación económica, su motivación cambió. En un mundo en el que se solicitan tantos títulos académicos para poder alcanzar un buen puesto y sobre salir en su campo.
A pesar de que no tenga mucho tiempo libre, Alejandro siempre intenta dejar espacio para nutrir su vida personal. Porque la juventud también hay que disfrutarla, más allá de todo el tiempo que consume estar trabajando y estudiando a la vez.
Tampoco tiene prejuicios sobre los jóvenes 'ninis'. Alejandro está seguro de cómo quiere que sea su futuro y simplemente se enfoca en estar orgulloso de sí mismo, en lugar de centrarse en lo que hacen los demás.
«Quiero tener ahorros»
Adolfo Martí sabe que tiene suerte. En su caso, no trabaja por necesidad. «Soy un privilegiado porque no necesitaba realmente trabajar para vivir, pero quería tener mis propios ahorros para cuando terminara la carrera». Estudia Administración y Dirección de Empresas en la Universitat de València (UV) y a la vez trabaja como dependiente en una tienda de zapatillas.
«Creo que si tienes buena organización es completamente compatible con tener un trabajo a tiempo parcial», dice Adolfo. A pesar de tener sólo 21 años, el joven siempre ha querido dar el máximo de sí mismo para alcanzar el éxito en su vida profesional. Para él empezar a trabajar no sólo supone pagar sus gastos: las salidas con amigos o incluso costearse la gasolina de su coche. Si no que también «es muy buena manera de saber cómo funciona el mundo laboral. Eso no te lo enseñan en la carrera».
Lejos de ver el trabajo como un suplicio, Adolfo se lo toma con filosofía. Sus compañeros también son jóvenes, por lo que hay un buen ambiente laboral. Un punto que hace que para él sea más fácil ponerse el uniforme y empezar la jornada con una sonrisa.
El chico no sólo estudia y trabaja, si no que también saca tiempo para ir al gimnasio y ponerse en forma. Además, como el resto de entrevistados, siempre encuentra un hueco para pasar el rato con sus amigos o para comer en familia todos los domingos.
Cuatro jóvenes. Cuatro historias con nombres y apellidos. Cuatro casos de los 340.000 valencianos que estudian y trabajan al mismo tiempo. Una realidad opuesta al estereotipo que recae sobre la juventud, eternamente criticada y retratada como simples esclavos de la tecnología.
Además, el último informe del Consell Valencià de la Joventut destaca que la caída del paro entre los jóvenes de la Comunitat fue la mayor de toda España. Así, en el primer semestre de 2022 había 77.932 jóvenes desocupados. Una cifra que supone un 36,83% menos de los que había en el mismo periodo del año anterior. A pesar de esto, desde la institución informan que por primera vez en tres años, una de cada cuatro jóvenes que estaban trabajando es pobre.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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