![Incendio Bejís y Vall d'Ebo | «Te juegas más que un quemazo»](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202209/06/media/cortadas/bomberos%20y%20arlandis-R4YMUSHNFYGi86buVATEIaL-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Dieciséis estaban de guardia y 33 de permiso o vacaciones, pero todos los bomberos de Valencia que se movilizaron el pasado agosto para acudir a la Vall d'Ebo y Bejís lo hicieron con la misma idea: atajar un fuego que al final se comió 32.000 hectáreas. El Parque Central acogió ayer un sencillo acto de reconocimiento que sirvió para que los sentimientos y recuerdos aflorasen de nuevo.
El cabo Ramón Pelayo acudió a Bejís y lo primero que recuerda es a los vecinos de El Toro lanzarse al monte «sin pensárselo, con ramas, con lo que tuvieran, abriendo camino. En otros sitios hemos visto que no se han implicado tanto y esto es digno de mención».
El salón de actos del Parque Central, en la avenida de la Plata, albergó las palabras de agradecimiento tanto de la vicealcaldesa Sandra Gómez como del concejal de Protección Ciudadana, Aarón Cano, quienes incidieron en la virulencia del fuego y la relación de estas catástrofes con el cambio climático. La primera anunció por esto un refuerzo el próximo verano en los retenes de bomberos en El Saler.
Antes, el alcalde Ribó había recibido a un grupo de bomberos en el Salón de Cristal del Ayuntamiento. En una pequeña intervención, dijo que «la labor, en muchos casos desinteresada, ayudó a extinguir el fuego y evitar que los daños fuesen todavía mayores»
Una pantalla gigante de televisión mostraba al mismo tiempo vídeos grabados por los propios bomberos, llamas demasiado cerca, pero que en ningún momento obligaron a los funcionarios a salir corriendo.
Eso sí, en todos los testimonios recogidos por LAS PROVINCIAS, lo que imperó fue el temor a que cambiase la dirección del viento. Pelayo comentó que estaban en funciones de prevención en el camping de Viver, más tarde en El Toro y también en Jérica, cuando «empezaron a saltar los incendios. El cambio de viento era lo que más respeto causaba, era cambiante súbito, no daba tiempo a nada».
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El camping se libró por poco. «Estaba en zona peligrosa, si hubiera tocado el valle habría sido muy peligroso». El paisaje era «espantoso, vimos un vehículo de bomberos de Castellón totalmente calcinado. Te pones en el pellejo de los compañeros y te das cuenta de que te juegas más que un quemazo, impone».
Las condiciones de trabajo eran muy duras. «Vimos brigadas aerotransportadas, que los sueltan y tienen que recorrer hasta terreno quemado. En ciertas circunstancias te juegas más que el sueldo», señaló.
El cabo Enrique Mas estaba de guardia el día que fue movilizado a la Vall d'Ebo. «Salimos del servicio de un vagón de tren en el túnel de Serrería y fuimos para allá». En total, 30 horas seguidas de trabajo con algún bocadillo y un vaso de café hasta que llegó el relevo.
«En Pego trabajamos en extinción y en tareas de avituallamiento de agua, unos 18 bomberos y tres mandos; fue muy duro lo que nos encontramos allí, teníamos fuego arriba y abajo, por lo que trabajamos para que el fuego no nos rodease», dijo.
«La gente muy agradecida y nos ayudaba en todo, aunque hubo compañeros que no podían ni subir por la montaña, acabamos reventamos porque subimos dos veces, una para extinguir y otra porque saltó al otro lado del pico».
«Miedo hay, no sabes nunca cómo girará el viento. Los mandos controlaban a la gente y cuando veían que cambiaba, nos movían lo antes posible. El viento cuando cambia es el enemigo», sentencia.
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El bombero Álex Fornes, quien trabajó en Bejís, indica que en estas situaciones es importante la formación para que «prime la seguridad». En el camping la imagen que se encontraron era «desoladora. Por la noche nos llevaron a la zona de montaña del incendio, todo controlado aunque el viento era impredecible, un poco peligroso. El exceso de confianza es un peligro y hay que tener experiencia, factores que en la montaña hay que tener en cuenta, por suerte, no tuvimos que salir corriendo».
El inspector David Roca, que participó de manera activa en los incendios, explicó que «nuestras labores fueron las de apoyar a los compañeros del Consorcio, pero una vez estás allí te llega el fuego y te toca trabajar en primera línea»
El incendio de Bejís quemó cerca de 20.000 hectáreas, y supuso el desalojo de 1.500 personas de las montañas de la comarca del Alto Palancia, afectando a la zona en la que se encuentra la Cueva Santa de Altura, en pleno Parque Natural de la Sierra Calderona. En este incendio participaron ocho bomberos que se encontraban de guardia, y 24 voluntarios que o bien se encontraban fuera de servicio o estaban de vacaciones.
El incendió que se produjo en la Vall de'Ebo, arrasó cerca de 12.000 hectáreas y supuso el desalojo de vecinos de varios municipios de la zona como Famorca, Fageca, Tollos o Beniaia, entre otros. En él participaron ocho bomberos que se encontraban de servicio y otros nueve que acudieron de refuerzo.
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