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Un alumno realizando un examen de recuperación en septiembre de 2020. Carlos Barba/efe

Marzà fulminará las recuperaciones, que dividen a padres y docentes

La conselleria alega que los exámenes extraordinarios «carecen de sentido» de acuerdo con los nuevos criterios de evaluación

Joaquín Batista

Valencia

Jueves, 16 de septiembre 2021, 00:34

La Conselleria de Educación se alineará con la tesis del ministerio y eliminará desde este mismo ejercicio los exámenes extraordinarios de la ESO, las recuperaciones que tradicionalmente se hacían en septiembre y que en el 2013-2014 se adelantaron a finales de ... junio. La medida resulta polémica, en el sentido de que entronca con la filosofía de la Lomloe de facilitar el paso de curso y evitar la repetición, con el consiguiente debate, y provoca división entre los colectivos docentes y las Ampas.

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El Gobierno está preparando el real decreto que recoge los criterios de promoción, evaluación y titulación en Secundaria, que está pendiente del visto bueno del Consejo de Estado y que previsiblemente será oficial este mes. El borrador no recoge la existencia de la citada convocatoria, aunque el ministerio señala que la decisión última será de cada comunidad. Sí se mantendrá para los estudiantes de Bachillerato.

Desde el departamento que dirige Vicent Marzà explicaron ayer que la intención es que desaparezca. «Estamos de acuerdo con la propuesta. Consideramos que en la ESO las evaluaciones extraordinarias carecen de sentido después de todo un curso de evaluación continua del alumno de forma colegiada por parte de todo el profesorado», explicaron.

La conselleria hace referencia a los nuevos criterios para pasar de curso que se desprenden de la Lomloe y que se detallan en el real decreto, entre los que destacan que no se fije un máximo de asignaturas suspendidas que obliguen a repetir y que la decisión parta del equipo docente en función de las opciones del alumno para seguir con éxito sus estudios. Educación esperará a que el ministerio termine su trabajo para trasladar las nuevas disposiciones sobre evaluación a la normativa autonómica.

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Entre la comunidad educativa valenciana hay diversidad de opiniones. El sindicato mayoritario en la pública, el STEPV, no ve mal el cambio aunque avisa de que «no puede ser una única medida». «Pediremos una política de seguimiento del alumnado que lo precise, lo que implica más profesorado, menos ratio y una atención lo más individualizada posible. Si hay alumnos con suspensos desde el principio del curso siguiente debe haber medidas para que avancen», dicen.

CSIF, por su parte, critica que no se haya negociado y que no se acompañe de recursos para la mejora. «Sólo edulcora los datos sobre repetición y de fracaso escolar, pero no los soluciona», dice José Seco, presidente de Educación en la Comunitat. «Es una vuelta a la Logse, que fue un gran fracaso. Se iba pasando de curso a niños con bastantes suspensos y llegaban a 4º de la ESO con muchas carencias. La idea era que promocionaran y se subsanaran, pero no fue así», añade.

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«No nos parece un error, pero advertimos de que lo que contempla la ley es un acompañamiento, con ampliación de recursos y con la renovación del currículo académico, que está desfasado y es anacrónico, junto a muchas de las metodologías que se aplican», señala Rubén Pacheco, presidente de la Confederación de Ampas Gonzalo Anaya. También recuerda que apuestan «por la evaluación continua y la superación del modelo que impone un peso absoluto de los exámenes y la evaluación numérica».

Postura contraria defiende la otra confederación de la enseñanza pública, Covapa. «Mejorar los resultados de PISA no puede pasar por devaluar el aprendizaje», sostiene la presidenta, Sonia Terrero. «Estamos a favor de los exámenes, queremos que se cuiden los valores del esfuerzo y el mérito», destaca.

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Por último, entre las patronales concertadas hay coincidencia. «Creemos importante que el docente disponga de los máximos criterios de evaluación», defiende Alberto Villanueva, de Feceval, aunque reconoce que puede haber poco aprovechamiento de la convocatoria. «El alumno debe saber que se requiere esfuerzo. Bajar el nivel acarreará problemas futuros», añade. Por su parte, Vicenta Rodríguez, de Escuelas Católicas, señala que este tipo de medidas corren el riesgo de fomentar «actitudes confortables» entre el alumnado y desmotivación entre los que más se esfuerzan, antes de advertir de que resta posibilidades de recuperar materias que se arrastran de cursos anteriores.

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