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Álbumes con imágenes en blanco y negro de todas las poblaciones afectadas, la memoria fotográfica depositada por buena parte del millón de habitantes de los municipios arrasados por la DANA en sus hogares, corrían el riesgo de desaparecer junto al resto de enseres que la riada destrozó. Un peligro, menor si se quiere comparado con la tragedia que azota Valencia desde el el día 29, pero que tiene su importancia: no tanto durante estos días de turbulencias sino mañana, cuando se abra la luz, salga el sol definitivamente, la provincia recupere el pulso vital y la normalidad vuelva a habitar entre nosotros. Entonces, tal vez habría quien pudiera lamentar ese gesto tomado en la inminencia de recomponer su vida de enviar a la basura, junto al resto de cachivaches inservibles que se llevó la crecida y acabaron en el contenedor, una rica memoria fotográfica: cuando Marisa Vázquez de Agredos, profesora de Historia del Arte de la Universitat de València y conservadora de Patrimonio Artístico, observó por redes sociales que esas imágenes estaban condenadas al vertedero, el campus lanzó un llamamiento que ha obtenido un eco extraordinario. Gracias a su iniciativa, se contarán por miles las fotos salvadas de la DANA.
«Contamos con cientos de voluntarios», explica Vázquez De Agredos, que se ocupan de la «campaña de recogida». Un proceso cuya sustancia aún se desconoce, por razones muy comprensibles: los accesos a las zonas más críticas continúan sometidos a restricciones y por lo tanto los dueños de las fotos que aspiran a salvarlas (una posibilidad, no una garantía, avisa la profesora) no pueden ponerse en contacto aún con la UV. «Se recuperarán los álbumes a medida que podamos ir entrando a las poblaciones», advierte. Y añade: «Tenemos también alumnos, profesores y personal de administración y servicios de nuestras universidades que están en las zonas afectadas y hacen una gran labor de acopio de estos materiales, para centralizarlos y recogerlos juntos».
Con una observación adicional: hasta que ese material no llegue al laboratorio «no sabremos especificar» qué imágenes se salvan y cuáles son irrecuperables. «Cuando lleguen habrá un examen de diagnóstico inicial, sobre el que se decidirán los criterios de intervención en cada caso», afirma Vázquez de Agredos, quien ya sabe después del primer contacto con los interesados que algunas imágenes sufren severos daños. «Tienen barro y también hedor, lo que significa actividad microbiológica», informa: es decir, documentos de difícil recuperación... lo cual sería una auténtica lástima, porque, como dice la profesora, se trata de imágenes de gran valor documental y también sentimental. «Son fotos muy conmovedoras», asegura. También anota que quienes ponen ese material en sus manos «acaban llorando agradeciendo nuestra iniciativa». «Y nos dicen: 'Hemos perdido todo, pero si podemos recuperar las fotos de los yayos estamos felices».
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