Pablo Alcaraz
Viernes, 29 de septiembre 2023
¿Puedo ir con mi mascota en autobús, metro o tren? ¿Mi perro puede ser un comensal más en un restaurante gourmet del centro de Valencia? ¿Al final, necesito sacarme un cursillo? ¿Y el tema del seguro? Estas son algunas de las principales preguntas que ... rondan por las cabezas de los valencianos en la primera jornada de vigencia de la nueva ley de bienestar animal. Tras su aprobación en marzo de este mismo año, la aplicación del texto legal ha sido descafeinada puesto que algunas de las medidas más polémicas como el cursillo obligatorio, los seguros o el registro necesitarán ser desarrolladas más adelante con un reglamento específico. Así y todo, hoy se hace efectiva la esterilización obligatoria y el microchip de los gatos de menos de seis meses o se pone punto y final a los sacrificios en los refugios de animales sin criterio veterinario o judicial mediante.
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Gordon es un golden retriever que pasea por la Malvarrosa junto a su amo José. El perro tiene diez años y medio de edad bien llevada. No requiere correa porque tiene un talante tranquilo, no ladra a otros animales ni corretea entre las palmeras sino que aprovecha para tumbarse un rato a la sombra mientras observa a los bañistas desde abajo. Se acerca la hora de comer y la pareja humano-animal tiene dos opciones posibles: volver a su domicilio en transporte público o buscar mesa en alguno de los chiringuitos de la playa.
En el primero de los casos, la ley establece que «los transportes públicos y privados facilitarán la entrada de animales de compañía sin perjuicio de lo dispuesto en la normativa sobre sobre salud pública, en las ordenanzas municipales o normativa específica». Por lo tanto, el articulado de la ley sí refleja que las compañías de transporte como las ferroviarias, las aéreas o las navieras de corta, media y larga distancia podrán transportar a estos nuevos viajeros. Sin embargo, los inquilinos del mundo animal deberán cumplir con «las condiciones de acceso, respetándose las condiciones higiénico-sanitarias y de seguridad exigidas por la ley».
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Desde Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV), encargada de los servicios de Metrovalencia, apuntan a que podrán acceder al metro sin problemas los perros de asistencia a personas con discapacidad identificados como tal mediante un carnet, los que vayan con sus instructores de adiestramiento, los que acompañen a las fuerzas de seguridad o animales domésticos con sus respectivas jaulas o trasportines. De hecho, este ha sido el caso de una pareja de jóvenes valencianos que almorzaban en una terraza frente al palacio de la Alameda. Tomaban un café mientras un bichón maltés blanco jugueteaba bajo la mesa. «Pues justo hoy lo hemos traído en el tren», comenta un joven mientras señala al perro. Fuentes de la EMT confirman que en materia de transporte en autobús todo sigue igual: deben tener un peso igual o inferior a 15 kilos, con chip identificativo y certificado de vacunas actualizado así como no pertenecer a una especie tóxica, venenosa o potencialmente peligrosa.
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La segunda opción era comer en un restaurante. Los responsables de un establecimiento hostelero situado en el paseo de la Malvarrosa afirman haber permitido siempre la presencia de canes en la zona de terraza, pero nunca se les ha presentado un cliente con un perro con la exigencia de comer dentro. Sin embargo, de acuerdo con la legalidad, «los establecimientos públicos y privados, alojamientos hoteleros, restaurantes, bares y en general cualesquiera otros en los que se consuman bebidas y comidas, podrán facilitar la entrada de animales de compañía siempre que no exista riesgo para las personas u otros animales». En caso de no admitir la entrada y estancia del animal, cada establecimiento deberá mostrar un distintivo que lo indique, visible desde el exterior del establecimiento. La normativa se aplica de manera idéntica en otros puntos de especial interés para la gente con mascotas como las grandes superficies comerciales o los supermercados de alimentación. Otros espacios como las playas, los parques y el resto de espacios públicos quedan bajo la jurisdicción de los ayuntamientos de todo el país.
José reconoce que la entrada de canes en este tipo de recintos sería algo más problemática porque «por muy educados que estén, no dejan de ser animales que pueden hacer sus necesidades allí o comerse los productos de los estantes». Por estos motivos, él es partidario de no ir acompañado de Gordon cuando va a hacer la compra. Admite haber seguido el proceso de tramitación de la ley a través de los medios de comunicación por la falta de campañas de información desde las instituciones.
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La dueña de Jax, un pastor alemán adoptado de una perrera después de haber estado en la calle, opina que el registro de mascotas es necesario para mejorar la seguridad de los animales para una mejor localización y tratamiento de sus posibles problemas.
Otro de los aspectos más llamativos de la nueva ley es la imposición de multas a los dueños que dejen a los animales más de tres días sin recibir ningún tipo de atención. En el caso de los perros, la cuantía temporal sin supervisión se reduce hasta las 24 horas. El texto legal también recoge el método de gestión de las colonias felinas urbanas. Las fases que se utilizarán para controlar la cantidad de gatos que vagan por las calles de Valencia serán la captura, la esterilización y el retorno, un método similar al que se empleaba en la ciudad para combatir la plaga de palomas.
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