Miguel se levantaba ayer a las seis y media de la mañana porque había escuchado a la perrita llorar. La recogieron el día anterior, la ... única hembra de la camada de una perra que sobrevivió, embarazada, al 29 de octubre. Por eso han decidido ponerle de nombre Dana. Miguel tiene nueve años y no ha ido hoy al colegio en el que está matriculado ahora de forma provisional, en Canals, de donde es su madre, Alma, y donde alquilaron un piso porque su neumólogo le dejó claro que Miguel no podía vivir en Catarroja. «Echo de menos mi casa, a mis amigos», dice, con unos grandes ojos que miran fijamente a los extraños que le hacen tantas preguntas, entretenido con el pequeño cachorro que se ha convertido en su principal juguete.
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Alma había acudido ayer en Catarroja con su hijo pequeño porque está inmersa en los interminables trámites que la realidad postdana obliga a no abandonar para acceder a las ayudas. Miguel la acompaña porque está saliendo de una neumonía provocada por la insuficiencia respiratoria crónica que padece, agravada por la humedad del primer piso donde viven, y que se cuela como un enemigo invisible en sus pulmones. «Hemos tenido que ir varias veces a La Fe para que le conecten al oxígeno, y le han recetado cortisona y antibiótico», dice su madre.
Miguel es uno de los pacientes de los municipios afectados por la dana que está sufriendo en primera persona los perjudiciales efectos en la salud de vivir con humedad y moho. Lo explicó ayer la presidenta de la Sociedad Valenciana de Neumología, Cruz González. «Estamos a las puertas del invierno, y las personas que sufren enfermedades respiratorias deberían ser realojadas» para evitar convivir con la humedad y el polvo en suspensión. «Hay que buscar una solución, al menos a corto y medio plazo», explica la neumóloga.
Cruz González admite que los especialistas están preocupados porque existe «un riesgo importante para la salud», justo en el momento en que están a punto de hacer su aparición la gripe y las infecciones respiratorias. «Esta situación puede agravar cualquier patología», asegura la neumóloga, que se ha sumado al Colegio de Arquitectos en un escrito remitido a través de la Asociación de Afectados por la Dana que se reunió con el vicepresidente Gan Pámpols hace unos días para reclamarle, entre otras cosas, que actúen en este sentido.
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De hecho, Cruz González reconoce que, como le dijo el neumólogo de Miguel a su madre, están recomendando a los pacientes con patologías respiratorias que se vayan a vivir a otro lugar para evitar que se agrave su situación. «La única forma de eliminar la humedad, como ya dijeron los arquitectos, es ventilar, y no se puede hacer por las bajas temperaturas», reconoce la presidenta de la Sociedad Valenciana de Neumología.
En el baño de casa de Miguel las paredes han empezado a oscurecerse por el moho, que libera unas partículas minúsculas llamadas esporas que, cuando se respiran, pueden resultar perjudiciales para la salud. Las casas todavía están muy húmedas, y como advirtió el informe hecho público por el colegio de arquitectos, no solamente las personas que habitan en las plantas bajas «están altamente expuestas a esta contaminación fúngica, sino también las que viven en plantas superiores, ya que el polvo en suspensión puede transmitir las esporas de los hongos».
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Pero Miguel no es el único que ha tenido que irse de su casa para no agravar su infección respiratoria. Los nietos de María Luisa están escolarizados en Elche, de donde es su madre, porque son asmáticos, y su médico les avisó que vivir en Catarroja podría suponer un peligro real para su salud. Ella misma cuenta cómo vivir en una planta baja le ha provocado problemas respiratorios. «Estoy con antibióticos desde hace semanas y todavía no me he podido quitar la infección de encima», se queja, mientras hace cola en el Ayuntamiento de Catarroja porque no puede dejar de tramitar las ayudas porque ha perdido su casa.
Maruja vive en Paiporta, y desarrolló también una infección respiratoria que le obligó a guardar cama con 40 grados de fiebre y una afección pulmonar. «El médico me recomendó que cerrara puertas y ventanas e intentara llevar la mascarilla incluso en casa», asegura. Maruja tiene setenta años y vive en un piso que no tiene problemas de humedad. «El médico me ha dicho que se debe al ambiente que se respira en Paiporta».
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Aunque la Conselleria de Sanidad no ha querido dar cifras de atendidos y hospitalizados por problemas respiratorios en la dana, no hay más que darse una vuelta por los centros de salud de los municipios afectados para advertir que hay muchas personas que acuden estos días por afecciones respiratorias. «Si es que con esta humedad no se puede vivir», se queja María Amparo a las puertas del centro de salud de Catarroja, al que hay que subir por una rampa exterior habilitada de forma provisional.
Ya lo dijo Begoña Serrano, presidenta del Instituto Valenciano de la Edificación, hace unas semanas. «Yo sé que la gente intenta volver cuanto antes a la normalidad, recuperar sus casas, pero las casas todavía están mojadas. Además, el nivel freático está todavía muy alto y sube mucha humedad del suelo». Los arquitectos alertan de que hasta que no pasen los meses más fríos no se podrá eliminar la humedad, a pesar de en este momento los deshumificadores, los calentadores y las bombas de calor son los electrodomésticos más codiciados.
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De hecho, muchos negocios han vuelto a abrir sus puertas conscientes de que tendrán que volver a cerrar para reformar, porque las paredes están mojadas y saltan los azulejos, o el parqué. «De momento, vamos facturando para poder sobrevivir», explica el dueño de una peluquería en Benetússer, donde el olor y la humedad se sienten con mucha fuerza.
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