![ELA | «Me sentí humillado al no dejarme subir al avión»](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202210/03/media/cortadas/jose-banon-ela-kY8D-U1802571186438JD-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Cuando José Bañón llegó el domingo por la mañana al aeropuerto de A Coruña para regresar a Valencia no se podía imaginar el lamentable episodio que le esperaba. Con los billetes comprados desde antes del verano, se dirigió al mostrador de la compañía Air Europa para obtener las tarjetas de embarque. Pero no se las dieron. El motivo es que la silla de ruedas que lleva, especial al estar adaptada para un enfermo de ELA como es su caso, pesa 160 kilos, diez más de lo que la aerolínea argumentó que soportaba el avión.
«No me lo podía creer. No me lo dijeron cuando solicité la asistencia, tengo los correos guardados y fue el 2 de junio, les comuniqué que tenía discapacidad, les dije cuáles eran las características de la silla al hablar con atención al cliente de la compañía, les informé de todo y no me pusieron problemas, pero ahora me decían que no». El valenciano viajaba con su mujer y dos amigos, y todos se quedaron con él en tierra para buscar una solución con la que volver a casa.
Fueron varios los trabajadores de la compañía aérea los que le negaron rotundamente la entrada sin darle ninguna otra opción alternativa. «Les manifesté mi enfermedad y mi problema y no lo tuvieron en cuenta, les dio igual», señala. «Me sentí impotente, humillado, abandonado porque pasaban las horas y no me dejaban subir al avión, todo el aeropuerto se dio cuenta de lo que pasaba», lamenta José al recordar el momento.
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«La única alternativa que me quedó fue pagar en Iberia cuatro billetes al precio que fuera, que salía a las 13:30 hasta Madrid, luego cogí un tren, pero tuve que esperar tres horas más en Atocha». Una odisea con la que llegó «pasadas las once de la noche a Valencia, en lugar de a las cuatro de la tarde, que es cuando tenía que haber llegado».
Los cuatro billetes nuevos le costaron 1.200 euros, a los que hay que sumar los taxis, el AVE e incluso la cena en Atocha. Todo eso se lo va a reintegrar Air Europa, ya que este lunes por la tarde la compañía llamó a José para comunicarle que admitían su error y correrían con los gastos extra.
No le va a suponer perjuicio económico pero sí psicológico. «El daño moral que me ha hecho no lo puedo medir, aunque lo importante es que no le vuelva a suceder algo así a nadie más en España, con eso me siento recompensado, que pongan remedio para que no vuelva a suceder», expresa el valenciano. Él además actúa en representración de las personas que están en su situación, ya que es el tesorero de la asociación de enfermos de ELA de la Comunitat, que tiene 240 asociados. Incluso su silla, pese a esos 160 kilos, es de las menos pesadas para una persona en sus circunstancias. «Yo no llevo ventilación mecánica, pero hay otras sillas que sí la llevan y pesan unos 200 kilos».
Este era el primer viaje en avión que hacía desde que está diagnosticado de ELA, hace cinco años, y el motivo era especial. «Había quedado con unos amigos porque celebrábamos el 37 aniversario desde que entramos a trabajar en Renfe, y quedamos en A Coruña para reunirnos y vernos todos». El viaje de ida a Galicia lo pudo realizar sin problemas con la compañía Volotea el viernes, pero a la vuelta se encontró con este desagradable problema.
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«No entiendo todavía cómo pueden pasar estas cosas hoy en día, la impotencia de que sean incapaces de ponerse en tu piel pese a haber hecho lo que tocaba es grande. Yo pagué los billetes en su día, informé de mi situación y mis necesidades y sin embargo al final me negaron la entrada, insistiendo con que me pasaba de peso, que era imposible, me decían que era una cuestión de combustible y no entendía nada», relata Bañón, que denunció la situación y puso una reclamación en Aena y en la Agencia Estatal de Seguridad Área.
José es completamente dependiente debido a su enfermedad y como él mismo dice, lo único que puede hacer solamente es pestañear. «Yo necesito que me den de comer, que me lleven al baño, soy dependiente al cien por cien» y por eso sus dos compañeros, además de su mujer, no dudaron en quedarse con él en A Coruña para volver todos juntos.
A partir de ahora si se le presenta la oportunidad de viajar de nuevo optará por hacerlo en tren, del que además es exempleado. «No arriesgaré a volar con esta compañía ni con ninguna otra, ya no me fío después de esto, por eso a la vuelta preferí ir desde Barajas hasta Atocha, porque en tren sabía que volvía seguro», dice José, que este lunes sintió el apoyo de multitud de amigos y conocidos al trascender su historia.
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