F. D. U. C.
Madrid
Domingo, 16 de marzo 2025, 19:25
Con la fuerza de la Fe, la serenidad del deber cumplido, rodeado de su mujer, hijos y nietos y conservando sus sentidos afrontó el destino de todos los hombres con una mezcla de resignación estoica y esperanza. Valenciano de adopción, Esteban Uceda prestó sus servicios en el Servicio Marítimo, Unidad Orgánica de Policía Judicial, Información y Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en la provincia de Valencia durante más de 30 años
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Nació en una época dura en Villarrodrigo (Jaén) en el seno de una familia humilde de guardias civiles. Vivió también en otro pueblo de Jaén, Beas de Segura, hasta los 11 años cuando su padre se retiró del cuerpo: la Benemérita. Era una época dura, y como todavía quedaban hijos pequeños, el cabeza de familia tuvo que seguir trabajando, por lo que los Uceda González se trasladaron a Torrent.
Esteban Uceda se vio obligado a abandonar los estudios y buscó trabajos de carpintero o sastre a la edad temprana de 13 años, y en cuanto pudo, siguiendo la tradición familiar, ingresó en la Guardia Civil. Una afortunada coincidencia hizo que conociera a su mujer mientras estuvo destinado en Mallorca, y ya no sé separarían nunca tras formar un matrimonio feliz y enamorado.
Su mujer, Juani, el otro pilar de la familia, aportó solidez, cariño, y apoyó para que estudiase tanto en sus ascensos como en sus cambios de destino. Fue un hombre, un guardia civil con una enorme cultura. Sus hijos seguían consultándole tantos las decisiones importantes como los detalles más intrascendentes, porque siempre hacía gala de sabiduría y sensatez que completaba con su reflexiva experiencia.
Trabajó para los demás, para los ciudadanos, sus compañeros y sus subordinados, en las especialidades de Tráfico, Investigación, Policía Judicial, Servicio Marítimo (como responsable de la seguridad en el mar en los actos previos de la 32 edición de la America´s Cup), y además consiguió la licenciatura en Derecho. Le seguiría un Máster en Criminología y sus sanas ansias de conocimiento no le abandonarían nunca.
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Pero lo mejor era su forma de ser. Los valores tan recios de los que nunca presumía, pero que le eran tan característicos. Su amor por la familia que formó. Sus hijos Pili, Esteban y Paco, su yerno (+) y nueras, sus nietos de los que siempre ha sentido tanto orgullo dan gracias a Dios por este regalo de padre.
Era valiente y hasta sus últimos momentos llevó con profunda dignidad una enfermedad tan penosa como el cáncer. Se ha presentado ante Dios. Va como los guardias civiles, con el uniforme en perfecto estado de revista, el corazón limpio, sus cuentas saldadas, con el amor de su familia, el agradecimiento de los suyos por haberle tenido como esposo, como padre... con el respeto de los que le conocían, una vida dedicada a los demás y, como dicen los guardias civiles con la satisfacción del deber cumplido.
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