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El barranco de Chiva entre las cinco y las seis de la tarde del 29 de octubre. LP
Informe dana 29-O

¿Dónde estabas el 29 de octubre a las 20:12 horas?

Un pitido irritante de alerta llegó a los móviles en plena inundación y nadie ha olvidado qué hacía justo en ese momento

Martes, 28 de enero 2025, 00:42

A las 20:12 horas del 29 de octubre llegó un mensaje en castellano y valenciano a los teléfonos móviles a las personas ubicadas en la zona afectada por la dana: «Alerta de protección civil. Por las fuertes lluvias como medida preventiva se debe evitar ... cualquier tipo de desplazamiento en la provincia de Valencia. Estén atentos a futuros avisos a través de este canal y fuentes oficiales, en X@GVA112 y en ÀPunt». El mensaje llegó acompañado de un pitido ensordecedor y en pleno caos, cuando la gente trataba de salvar su vida. Todo el mundo sabe dónde estaba en el momento en el que recibió un mensaje que nadie olvidará, un comunicado muy cuestionado por llegar tarde y mal argumentado. La consellera de Emergencias, Salomé Pradas, días después reconoció que no sabía ni que había un sistema como el ES-Alert para avisar a la población ni un botón rojo que apretar.

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El pitido sonó en el móvil de Mario Izquierdo, vecino de La Torre, mientras sacaba sus coches del garaje del edificio: «Tuvimos que bajar porque el agua empezaba a llegar a las calles del barrio y ahí me sonó el móvil. No sabía ni lo que era, tampoco le prestas demasiada atención en ese momento porque estaba intentando salvar los vehículos».

La Torre fue una de las pedanías de la ciudad de Valencia más afectadas. «En el patio de casa había varias personas refugiadas, tuvieron que dejar sus coches en la V-30 –a la mañana siguiente, varios de ellos acabaron desayunando en su casa–. También subí a la terraza y allí me encontré con varios bomberos, a los que les dejé mi móvil para contactar con el cuadro de mando». Mario asegura que todo fue muy rápido: «Un compañero me llamó desde Torrent y me preguntó: ¿cómo va el río?. Y yo le dije, pues bien, aquí no ha llovido. A los cinco minutos de esa llamada el caos era impresionante».

A Sergio Torres el mensaje del móvil le pilló en la A-3, justo en la orilla del barranco del Poyo. «Ya habíamos salido del coche. Un bombero, que también estaba atascado, nos dijo que nos bajáramos», apunta. Estaban varados frente al polígono de La Reva. «Llegó el mensaje pero bueno no sabíamos ni qué hacer ni dónde pasar la noche. El agua en ese momento saltaba por encima del puente del barranco». Pasadas las nueve de la noche, Sergio cruzó el puente andando junto a su tío y fue uno de los que pasaron la noche refugiados en la gasolinera El Pont, un punto con vistas al cauce del Poyo. «Yo salí de trabajar a las cinco y media de enfrente de Bonaire. Nadie nos dijo que no nos metiéramos en la carretera, nadie nos informó. No me hacía falta ya ese mensaje pasadas las ocho porque ya estaba metido en la boca de lobo».

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A Tere López el mensaje le pilló en el balcón de su casa, un segundo piso de un edificio de Paiporta: «Cuando sonó el móvil ya había más de medio metro de agua en la calle, era increíble. Me acuerdo que con ese pitido pensé: ¿y ahora esto?»

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Tere no había llevado a sus hijos al colegio ese día pero por la tarde, como no llovía, sí fue a la academia de inglés con los pequeños: «Al llegar, el profesor nos dijo: no hay clase, se ha caído el puente en Picanya». Durante la vuelta a casa, el agua empezó a anegar las calles y subía el nive por segundos. «Mi marido bajó a por el coche al garaje. Me acuerdo que cuando volvió me dijo: lo he subido en una rotonda, no te preocupes que de ahí no se mueve». El agua se llevó el coche. «Pocos minutos después de sonar la alarma recuerdo que se fue la luz en Paiporta», señala.

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Beatriz Castellote trabaja en Turís. Intentó acceder pasadas las cinco y media a Chiva por la carretera de Godelleta pero no pudo pasar. Buscó la A-3 por la carretera que lleva a Alborache. Al llegar a la autovía, se quedó atrapada. «La alarma me sonó arriba de un autobús, donde pudimos subir después de que unos militares nos dijeran que saliéramos de los coches. Ya se los llevaba el agua».

A Beatriz el mensaje no le salvó de nada porque ella ya estaba a salvo en un autobús que se convirtió en el lugar en el que pasar la noche. «En un momento, con pocos segundos de diferencia, le empezó a sonar la alarma a todos los que estábamos allí, en ese autobús que fue nuestra salvación».

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Arquímedes Parra estaba en su casa de Sedaví. En su empresa, el lunes 28, decidieron que sus empleados teletrabajaran debido a la alerta. «Me acuerdo que mi hijo Pablo decía que ya se estaba inundando todo pero aquí no pasaba nada y yo no le hacía mucho caso. Cuando llegó el pitido y vi que pedía que no saliera a las carreteras pensé que era un mensaje para la gente de Chiva o por allí porque había visto las imágenes».

La esposa de Arquímedes estaba en el centro comercial Aqua. «Poco después el pitido empezó a llegar el agua. Me acuerdo que estaba la tarde rara. Les dije que se vinieran pero a los pocos minutos les volví a llamar para que se fueran a casa de mi madre. Después, hablando del tema, recuerdo que mi hija, que estuvo de Erasmus en Turquía, recibió una alerta similar en su móvil por una amenaza de terremoto».

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Marta se había quedado en casa de su prima en Alaquàs porque su marido le había dicho que no volviera a Picanya. Estaba comprando comida en un supermercado cuando llegó el mensaje. «Él seguía atrapado en el coche», cuenta. No se volverían a ver hasta 24 horas después, cuando Marta fue andando hasta Picanya. En el caso de Fran, que vive en La Torre, el mensaje le sorprendió en casa, desde donde veía las calles de la pedanía convertidas ya en ríos. «Por suerte, yo estaba ya en casa», dice.

Carlos tuvo menos suerte. «Escuché el mensaje desde las ventanas abiertas, porque estaba en la calle intentando salvar a un hombre y su hijo que se habían quedado atrapados en el garaje. Hicimos una cadena humana para sacarlos antes de volver a subir a casa», indica Carlos, que vive en Catarroja. Él cree que tuvo «mucha suerte» porque consiguió salir con vida del infierno en que se convirtió su pueblo. Más de doscientas personas, por desgracia, no tuvieron tanta suerte.

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De las 09.00 a las 13.00 horas

  • Primer desaparecido y rescates en La Ribera

La calle Buñol en Chiva durante la mañana de la dana del 29 de octubre. LP

A las siete de la mañana llueve con mucha fuerza en Chiva. Al menos, hasta las nueve, cuando los vecinos empiezan a asomarse al cauce. Los verdaderos problemas están más arriba, en la zona de Utiel –el alcalde suspende las clases–, donde el río Magro baja con fuerza hacia La Ribera Baja. La alerta cambia de naranja a roja por territorios. No está convocado el CECOPI, hay escolares en las aulas y desde la Generalitat se pide precaución sin excesiva alarma. Un camionero desaparece en l'Alcúdia –luego será la primera víctima de la dana– y se producen los primeros rescates en las cercanías de los barrancos próximos al Magro. La lluvia que caía en la sierra de los Bosques alimenta tres grandes barrancos: Chiva, Grande y Cueva Morica. Al mediodía, el primer aviso desde Emergecias debido a que el aforo del Poyo en Riba-roja marca 250 metros cúbicos por segundo. Los ayuntamientos ribereños reciben correos para que estén al tanto de la situación e informen de cualquier anomalía que detecten. La mañana es complicada pero en principio todo parece bajo control excepto las actuaciones puntuales en la ribera del Magro. El pantano de Forata amanece con cinco hectómetros cúbicos de agua pero no para de recibir aportes desde agua arriba en todo el día. En Chiva, durante la mañana la lluvia da una tregua pero el cauce del barranco no. No cae en la población pero baja todo lo caído aguas arriba. Hay que tener en cuenta que la rambla, con bastante pendiente, acelera la velocidad del agua. A las 13 horas, Mazón comparece para decir que lo peor ha pasado y que va a mejorar.

De las 13.00 a las 20.12 horas

  • El caos tiene nombre: la rambla del Poyo

A las seis de la tarde, la calle Ramón y Cajal en Chiva, junto al barranco. LP

La situación se complica en Utiel y en Requena. El Magro se ha desbordado y anega el barrio de La Fuente, donde todo apunta que puede haber víctimas. La UME se pone en marcha pero nadie cuenta que durante el trayecto se van a encontrar con muchos problemas, como carreteras cortadas. Sobre las tres de la tarde empieza a llover con muchísima fuerza en Chiva. El barranco baja con un caudal elevado pero el caos llegará poco después. Los esfuerzos están puestos en la Plana de Utiel, donde las imágenes son catastróficas con vehículos arrastrados por la corriente. Las lanchas de salvamento tratan de rescatar a vecinos. El CECOPI se constituye, el jefe del Consell está ausente y en la rambla del Poyo se cuece a ciegas la gran catástrofe. En cuestión de minutos, el barranco de Chiva se transforma en un cauce de destrucción. La cuenca del Poyo almacena los caudales de decenas de barrancos que no pueden encauzar tanta agua. Todo se desborda. En la A-3 los conductores empiezan a quedarse tirados con la sensación de sálvese quien pueda. En Picanya cae una pasarela por la fuerza del agua y de repente, en un área metropolitana con una tarde de viento raro, irrumpe un tsunami que lleva la devastación a una zona en la que viven medio millón de valencianos. Desde el Consell sigue sin reaccionar, sobrepasados y sorprendidos por la situación. Hay vecinos atrapados en sus coches, en sus plantas bajas y comercios. Muchos tratan de salvar su vehículo del garaje sin saber que es una trampa mortal. A las 20:12 Emergencias respira con un mensaje que llega demasiado tarde.

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De las 20.12 a las 00.36 horas

  • Hay fallecidos y la amenaza de Forata

El punto más alto del agua, más de siete metros, en el barranco de Chiva. LP

La situación pilla en fuera de juego al Consell. El presidente de la Generalitat, que por fin ha logrado llegar al CECOPI tras una comida privada y problemas de tráfico, comparece por primera vez para señalar que la situación es muy complicada y que los equipos de emergencia no pueden llegar a los puntos afectados. Los vídeos grabados durante esa tarde noche y hechos públicos durante los días siguientes dan fe de que los ciudadanos se ponen a salvo como pueden. Hay vecinos que rescatan a personas echándoles sábanas por las ventanas que actúan como cuerdas, hay a quien se le lleva la corriente con la esperanza de poder agarrarse a alguna farola o árbol, imágenes de camiones flotando sobre ríos, calles que se anegan en minutos, gente subida a muros, a los techos de las gasolineras... En Forata, el pantano está por encima de su capacidad y desagua a las nueve de la noche a más de mil metros cúbicos por segundo. Los servicios de emergencia no pueden estar presentes en todos estos hechos porque no han podido llegar por una flagrante falta de previsión por parte de los mandos de la emergencia. LAS PROVINCIAS publica que hay un muerto en el garaje de una finca en Massanassa, llegan noticias de posibles víctimas en el cuartel de la Guardia Civil de Paiporta... Los vecinos del área metropolitana asisten a una devastación nunca vista. Aguas arriba, la imagen es de la de la destrucción. En Valencia se habilita La Petxina y l'Alqueria para acoger a los evacuados. Pasada la media noche, a las 00:36 comparece Mazón, acompañado de la consellera Pradas para confirmar que se han hallado los primeros fallecidos.

De las 00.36 a las 06.00 horas

  • Amanecer en el Apocalipsis

La imagen de la destrucción, el amanecer del día después de la dana. LP

Sólo los que han pasado la noche en la zona cero son capaces de saber la dimensión de la catástrofe. La noche es larguísima. Hay gente que no sabe qué ha sido de padres, hijos y hermanos. Los gritos se escuchan en el caos como banda sonora de la peor noche que se recuerda en Valencia. El Túria también baja de lado a lado para relatar que aguas arriba, en los Serranos, la destrucción y el caos también ha sido la tónica de una día que ha dejado muertos en unos pueblos que tampoco tienen que ser olvidados. El caudal del agua desciende casi a la misma velocidad que ha subido. En Chiva, por ejemplo, al amanecer, casi no hay rastro de agua, que ha dado paso al barro y al lodo. El sol alumbra la pesadilla. Los tractores, antes del alba, ya están operativos para ayudar. Los días que quedan por delante son duros y no se van a olvidar. Esa misma noche, cuando el agua da una tregua, se empiezan a contar cadáveres. En l'Horta Sud, donde una riada sin lluvia a sorprendido a sus habitantes, la lista se multiplica por decenas: Catarroja, Sedaví, Paiporta, Benetússer... Esa misma noche ya hay familias en duelo y otras agarradas a la esperanza con suerte diversa. En la carretera, la chatarra se acumula en las cuentas. La gente trata de volver a su casa procesionando por el asfalto como si un desfile de zombies se tratara. Hay gente que tocará a la puerta de su casa y será la primera prueba para su familia de que su padre, hija o hermano están vivos. El amanecer del día 30 de octubre será el primero de una reconstrucción física y emocional a la que aún le queda mucho tiempo.

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