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Alumnos de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, en clase. Irene Marsilla

«Es el primer día que piso la clase»

La Politècnica recupera la normalidad tras el contagio masivo. Los alumnos agradecen la vuelta a la presencialidad, y los hay que han pisado las aulas por primera vez desde que se inició el curso

Joaquín Batista

Valencia

Lunes, 19 de octubre 2020, 10:52

El campus de Vera de la Universitat Politècnica de València ha vuelto hoy a su actividad normal. Más bien a la prevista inicialmente, a la que permite el azote de la pandemia, después de haber sido la primera institución académica española en tener que suspender las clases presenciales tras el brote vinculado con el colegio mayor Galileo Galilei.

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El 5 de octubre se decidió que los 25.000 estudiantes pasaran a formarse en remoto, tres semanas después de empezar el ejercicio para la mayoría de cursos (entre 2º y 4º) y sólo tras siete días de actividad para los de 1º, que arrancaron el 28 de septiembre. De hecho, son bastantes los que esta mañana han pisado las aulas por primera vez, más que mediado octubre, pues su primera semana de clase ya fue telemática. Cosas del modelo híbrido y la necesaria distancia social en las aulas, que obliga a alternar la formación online con la física, la de toda la vida.

Es lo que le ha sucedido a Marina, alumna de 1º de Ingeniería Aeroespacial, que descansa junto a un grupo de compañeros en el Ágora del campus, donde ya se ve actividad. Terrazas bastante llenas y bancos al sol ocupados durante las pausas. «Es el primer día que piso las clases. Tenía ganas», señala apenas cinco minutos antes de volver al aula. «Las clase online se pueden seguir más o menos bien, pero estar seis horas delante de la pantalla más el tiempo que te pasas estudiando cansa un montón», añade. «Hay gente para la hoy es su primer día, y algunos ni siquiera han venido todavía. Y dar clases así de algo que a lo mejor no conoces lo suficiente pues desmotiva bastante», señala.

«Agotan muchísimo», refrenda Sara, una de las compañeras con las que charla. «Aunque tengas que coger el tren para venir, que también te cansa, es peor en casa. Estar ocho horas delante de un ordenador sin ver a nadie, con descansos supercortos... es necesario que te dé algo el aire», sentencia. Para Guillermo, del mismo grupo, la sensación es la misma. «Se aprovecha mucho más aquí que en casa encerrado. Al final acabas mucho más cansado y tienes más distracciones. En el campus ves el ambiente, oyes al profesor, tienes el apoyo de la pizarra....no es lo mismo«, dice.

Cerca de ellos charlan David y Lidia, también de 1º pero del grado de Biotecnología, que fue el más afectado por el brote. De hecho, antes de la suspensión general de las clases físicas los alumnos de entre 2º y 4º ya habían pasado a la modalidad online. «Hemos estado una semana en clase presencial y las dos siguientes en casa. Prefiero la clase. Aunque estén bien preparados los profesores y los recursos técnicos, cuesta más concentrarse y prestar atención online«, señala él. «Lo tienes todo mucho más a mano», corrobora ella.

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No sólo se ve movimiento en las inmediaciones del Ágora. También junto a la Escuela Técnica Superior de Canales, Caminos y Puertos, donde poco antes de las once Javi Macías hinca el diente al bocata que traía de casa. «Lo bueno es no desplazarte, pero online no aprovechas ni la mitad que la clase en el aula», dice antes de entrar de nuevo en la escuela. «Creo que nos volverá a pasar (volver al modo online), pero no tan a lo bestia. Más de uno habrá aprendido que hay que controlar a la hora de juntarte con los amigos«, reflexiona sobre lo sucedido.

Un buen indicador del cambio en el campus es la actividad de la pizzería del Ágora, punto neurálgico y de encuentro para muchas generaciones de alumnos. La regenta Antonio Galbis, que ha recuperado la concesión tres años después, exactamente la semana pasada. Es decir, sabe perfectamente cuál es el nivel de trabajo en una situación normal, lo que le permite comparar. «La semana pasada estuvimos a un 10% de capacidad y ahora sobre un 60%. Aún le falta vida», explica a LAS PROVINCIAS. «Pero si nos mantenemos en este nivel, entre el 60% y el 80%, ya me doy por satisfecho, y creo que esto será lo habitual. Para llegar al máximo, al 100%, necesitaríamos la presencialidad total», reflexiona. Algo que, o cambia mucho la evolución de la pandemia, o no será posible este curso. «Si las cosas se hacen bien y la gente respeta las medidas se puede funcionar», concluye señalando a la terraza. Mesas distanciadas (casi todas ocupadas), limpieza más o menos constante y separación para fumar son la tónica general en las instalaciones.

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La vuelta a la normalidad de la Universitat Politécnica ha sido relativa si se tiene en cuenta que la actividad deportiva sigue cancelada por precaución, como explican fuentes del Rectorado. Sí hay movimiento en la biblioteca, que dejó de funcionar en las dos semanas previas. Y las plazas de aparcamiento en la avenida Los Naranjos brillan por su ausencia salvo en el tramo situado frente a los invernaderos. Otra pista de que el campus recupera el ritmo. La semana pasada se podía aparcar sin muchos problemas incluso en las inmediaciones del Rectorado, algo impensable ahora.

José Alberto Martínez (1º de Telecomunicaciones) tuvo una primera semana presencial, aunque fue light. «Antes del parón tuvimos una semana de adaptación, de presentación de cada asignatura y de los profesores. El primer contacto», explica levantando la cabeza de su portátil desde un banco próximo a la biblioteca.

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«Con el tema de la distancia y la mascarilla conocer gente nueva ha sido complicado, y luego llegan dos semanas online, cuando no habías hecho muchas relaciones... Casi que este primer mes hemos estado funcionando solos«, añade. En cuanto a la docencia a distancia, reconoce que ha sido complicado. «Los profesores se han tenido que adaptar un poco, algunos alumnos tenían fallos de conexión, o al ser tantos a la vez la red se caía en algún caso... Y no es lo mismo dar Matemáticas o Física a través de una pantalla que de manera presencial, donde puedes preguntar al profesor o intervenir más fácilmente. Tener interactividad a distancia es muy complicado«, señala.

Reconoce que tenía ganas de pisar el campus y de entrar ya en la rutina. «Es el primer año de universidad y tienes unas expectativas distintas a lo vivido de momento», sentencia.

Por otro lado, tanto la UPV como Galileo Galilei y la Generalitat han puesto en marcha diferentes medidas para determinar posibles responsabilidades en relación al brote, después de que trascendiera la organización de una fiesta no autorizada en la azotea del colegio mayor días antes de que se dispararan los contagios.

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Desde el centro, de gestión privada, destacan que esta misma mañana el último alumno que tenían confinado en su habitación ha dado negativo (sumaron en total 131 contagios), y en relación al comité de disciplina puesto en marcha todavía no hay novedades.

Por su parte, fuentes de la Conselleria de Justicia y Administración Pública han explicado que la investigación que lleva a cabo la Policía Autonómica se está ultimando, y una vez cerrada se determinarán, si proceden, las propuestas de sanción. Las pesquisas se centran tanto en identificar a los asistentes a la fiesta y a sus responsables (brillaron por su ausencia las medidas de seguridad sanitaria) como en si desde la empresa gestora se cometió algún tipo de negligencia en relación a la organización de la misma.

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Las aulas confinadas por contagios en colegios e institutos vuelven a reducirse

El número de aulas de colegios e institutos confinadas como consecuencia de los contagios de coronavirus se volvió a reducir la pasada semana, la sexta del curso, según se desprende del balance oficial facilitado ayer por la Conselleria de Educación. Se trata de la segunda caída consecutiva, de manera que fueron 307 las clases aisladas (total o parcialmente) de 206 centros distintos. Esto supone una reducción del 9,7% y del 7,62% respectivamente.

Entre los días 13 y 17 de este mes se determinó el aislamiento de 136 grupos de 93 escuelas. Además, se desconfinaron otros 169 grupos de 110 centros, después de haber finalizado la cuarentena de al menos diez días decretada por Salud Pública.

En la ecuación también hay que tener en cuenta las 171 aulas de 113 colegios que continuaban aisladas desde semanas previas, es decir, donde no había finalizado aún el periodo sin clase presencial fijado por las autoridades sanitarias. «Por segunda semana consecutiva los desconfinamientos de grupos superan a los confinamientos», defendió la conselleria.

A nivel global, de los casi 47.000 grupos que tienen los colegios y los institutos valencianos sostenidos con fondos públicos, el 99,4% han seguido las clases previstas sin que se haya presentado ninguna incidencia relacionada con el virus. Y en cuanto a escuelas, de las 1.845 censadas finalizaron la sexta semana sin ninguna aula en aislamiento el 88,8%, estando el 11,2% restante afectadas por los contagios. Se trata de porcentajes que se sitúan por debajo de la media estatal y que se han ido manteniendo más o menos estables. El pico hasta el momento se alcanzó en la cuarta semana (373 unidades de 262 colegios).

Volviendo a los últimos datos, en Alicante hay 78 centros que tienen 126 grupos confinados (12,2% y 0,8% sobre el total de la provincia, respectivamente), en Castellón son 24 clases de 34 escuelas (9,6% y 0,6%) y en Valencia las cifras se elevan a 104 y 147 (10,9% y 0,6%).

Cuando el contagio se detecta dentro de un grupo burbuja, donde los niños no mantienen las distancias de seguridad -ni es obligatoria la mascarilla si es de Educación Infantil- la cuarentena la hacen todos los compañeros y el docente. En el resto, depende del estudio de los contactos del alumno afectado.

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