A las barras

Los domingos la España que sale de misa se encuentra con la España que vermutea. A veces la primera se incorpora a la segunda. Los placeres no discriminan a sus gozosos por su credo o ideología. Se sucumbe a ellos sin más; otra cosa son ... los caros, en los que tampoco se mira el voto pero sí la cartera. Quien firma estas líneas prefiere el vermut en mesa, ya sea en un espacio vestido por Lázaro Rosa-Violán o en una terraza agradable sin pretensiones, pero comparte la alegría que ha despertado el regreso de las barras en la Comunitat, que se interpreta como un síntoma de normalidad. Delante de un mostrador con la superficie húmeda y los taburetes cojos, las propiedades nutricionales de las tapas es lo de menos. Nadie se siente en una barra a contar calorías, sino a conversar entre iguales o dialogar con desconocidos. Más allá de las plazas, los museos y los monumentos, las ciudades también se definen por sus bares, cafeterías y restaurantes.