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La que le va a caer a Cotino

Espadas ·

FERRAN BELDA

Lunes, 6 de enero 2020, 08:26

Se ha quedado mucho caqui en el árbol. Han bajado los precios. Voces tan autorizadas como la de Vicente Lladró lo achacan a un exceso de oferta, a que la fiebre del persimón que ha vivido el agro valenciano podría haber saturado el mercado. Y, me lo estoy temiendo, no tardará en salir quien le eche la culpa a Juan Cotino por declarar en el anuncio de su dimisión como presidente de las Cortes que se iba a dedicar a los caquis. Y no estaría bien. Al otrora director general de la Policía se le atribuyen muchas trastadas. La Audiencia Nacional, por ejemplo, ya le ha notificado que va tener que buscar a alguien para que se los cuide. El 9 de marzo comienza la vista de la primera de las causas que se siguen contra él por uno de los presuntos desmanes cometidos al socaire de la visita de Benedicto XVI a Valencia, el del alquiler de las pantallas y la megafonía. Un arriendo que iba a costar 3 millones pero que terminó costando 7,4. Luego vendrá la de la Fundación V Encuentro Mundial de las Familias y, si procede, la del caso Erial. Pero para acusar a Cotino de la crisis que ha experimentado el sector del caqui esta temporada habrá que forzar mucho los argumentos. Cierto es que en 2005, siendo consejero de Agricultura, patrocinó una gran campaña de promoción del producto. Verdad es también que en 2014 hizo esa declaración de fe en el futuro del caqui y que sus palabras, al proceder de un referente social de próspero pasado agrícola y empresarial, pudieron incentivar en alguna medida la plantación de palosantos. Sin embargo no lo es menos que este árbol tarda entre cuatro y siete años en dar fruto. Y por tanto el posible efecto contagio que pudiera haber provocado su apuesta no se empezará a notar en realidad hasta la temporada 2020-2021. Y aún así resultará temerario achacar a su pronunciamiento los incrementos que registre la producción a partir de ahora porque supone olvidar que son los labradores de esta tierra los que vienen abandonando un cultivo para dedicarse a otro más rentable y/o menos sacrificado desde el Neolítico. Y la sustitución de los naranjos por los caquis arrancó bastante antes de que Cotino se subiera al carro del persimon. La producción en 1998, año en la que se creó la denominación de origen protegida Kaki de la Ribera, fue de 900 toneladas. En el presente ejercicio se han cosechado en España 400.000, de las cuales un 85% en la comarca antes mencionada y otro 5% en el resto de la Comunidad Valenciana. Para el presidente de la DO Cirilo Arnandis la solución pasa por frenar la creación de nuevas plantaciones. Un imposible metafísico en una sociedad que se rige por libre iniciativa y donde el objetivo a conseguir es extraer del campo (heredado) el mayor beneficio con el mínimo esfuerzo. No imitar a Almería.

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