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CIRCO ÍNTIMO PERO CON FIERAS

Palabras sobrantes ·

Burguera .

Valencia

Lunes, 6 de enero 2020, 08:27

Los políticos no se podían abstraer de estas fechas tan señaladas. Se han mimetizado en ellas. Son tiempos de regalos y de circo. Pues eso. Durante el fin de semana se regalaron palabras gruesas y finas, se obsequiaron insultos y halagos desmedidos, se ofrendaron apoyos y odios africanos. Todo en exceso, como es propio de estos días. Porque el circo está muy en boga, uno pequeño e íntimo, que es lo que toca.

El espectáculo se inició el sábado en ese espacio recogido y chapado llamado Congreso. Aunque ya no se estila exhibir animales, sí se vieron fieras sueltas, para horror de los diputados animalistas, que rechazan el uso de leones, tigres, osos, caballos... y más si un felino está delante de ellos y puede comérselos. Son tiempos, los actuales, en los que se prefiere un circo más humano. Se vende el encanto de estos espacios discretos, que parecen menos aparatosos, pero ciertamente, ahí se meten lanzadores de cuchillos, magos, equilibristas, trapecistas, bufadores de fuego, malabaristas y actores y artistas de todo tipo. Ayer, sin ir más lejos, se escenificó gran escándalo e indignación porque una diputada de Bildu tildó al Estado y al Rey de autoritarios. Desde la oposición se dijo que nunca jamás se vivió nada más repugnante. Siendo repugnante, eso del «nunca jamás» es propio de los 'millennials' que elaboran una lista de las mejores películas de la historia y la más antigua se estrenó en 1994. Y pongo en solfa tal año porque en aquel tiempo, en un mes de mayo, Jon Idígoras, diputado electo de Herri Batasuna cuando ETA mataba a diestro y siniestro, afirmó que «desde la Corona hasta la Guardia Civil» eran «responsables del clima de corrupción desatado en España» y hasta aseguró que «el problema es este sistema heredero del franquismo», para señalar, además, que el entonces rey, Juan Carlos I, había sido nombrado a dedo por el dictador. Y tan pancho se quedó. Y allí estaba Felipe González o Aznar. Nadie movió ni una ceja. Ahora, el elenco de artistas es más conscientes de que la función se retransmite, y no pasan una, a la que pueden se suben al columpio ruso, contorsionan o ejecutan un número de escapismo, y se dan vivas a España, pero también a los Països Catalans, para delicia de grandes y pequeños. O no. Porque el sábado, la sesión de investidura se puso en marcha y al concluir no había nadie aplaudiendo en la platea. O había menos que nunca. Los informativos televisados del sábado noche alcanzaron las peores cifras de audiencia de una cita nocturna sabatina. El personal estaba en sus cosas, pendientes de los regalos de Reyes, del roscón y del resto de miserias humanas tan propias de estas fechas. Probablemente, en el circo eso dio igual, porque había que celebrar la función, el espectáculo tenía que continuar, no fuera que llegase alguno y le impidiera a Sánchez coronarse Rey de la Pista.

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