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El día que corrí (o algo así) con Martín Fiz

PASO OLÍMPICAMENTEMOISÉS RODRÍGUEZ ·

El vitoriano entendió hace años que el deportista vive del público que le admira y que no es una buena idea colocar excesivas barreras

Viernes, 1 de octubre 2021, 00:09

Martín Fiz atesora esa amabilidad vasca que también le percibo a mi amigo Sugoi Uriarte, el judoca: racionan las palabras y encogen las sonrisas como ... si costasen dinero. Comparten además el honor de ser olímpicos y que bajo esa pantalla de tipos poco expresivos, cuando te interesas por su deporte, no escatiman en tiempo. Y aunque sea en un acto de la marca de ropa que le viste (Luanvi, enhorabuena Carlos por el 'sarao' que montasteis), no dejo de admirar la amabilidad y dedicación que todo un campeón del mundo en maratón, una leyenda del atletismo, brinda a cada corredor ('corredorucho' en mi caso) que se le acerca a pedir una foto o en busca de un consejo.

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«Al final esto es distinto a cuando salís cada día a correr, ¿no? Yo disfruto mucho», me dijo pasadas las nueve de la noche, cuando ya al fin preguntaba si podía retirarse al hotel. El oro de aquel histórico podio europeo de Helsinki 1994 que completaron Diego García y Alberto Juzdado se pasó una tarde entera con nosotros, un puñado de corredores valencianos, de los que coreamos nuestros tiempos y fotos de las carreras por las redes sociales. Nos demostró cómo hacer de manual un ejercicio de técnica de carrera y nos explicó la aportación de las nuevas zapatillas de carbono a la biomecánica del pie.

En medio del Parque Tecnológico de Paterna compartió con nosotros las 'diabluras' que preparó José Garay, entrenador del Cárnicas Serrano. Llegó el momento del rodaje, de trotar cerca de Martín Fiz. Aquello en lo que todos estábamos pensando desde que ese día sonó el despertador. La verdad es que acobarda la naturalidad con la que avanza con cada zancada en la que el vitoriano parece estar acariciando el asfalto. Yo corrí, o algo así, junto a un atleta olímpico y tengo que decir que tuve que esforzarme por no comerme una farola mientras analizaba el deporte que practica ese hombre. Constataba que nada tiene que ver con lo que yo hago en mi combate diario con la materia grasa a la que seis años atrás declaré la guerra.

Hay una tendencia peligrosa entre ciertos deportistas y clubes de alejarse de los aficionados

Disfrutamos de Martín Fiz y oye, que no pasó nada. Que yo sepa, al día siguiente regresó a Vitoria para seguir preparando el maratón de Nueva York, su siguiente gran reto. Lo digo por la tendencia peligrosa de alejar a los clubes y a los deportistas (normalmente los que se sienten poderosos) de los medios de comunicación y, lo más importante, de los aficionados. No comprenden estas personas (ya sean físicas o jurídicas) que viven de lo mucho o poco que les admire al público.

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Martín Fiz no invirtió una tarde en nosotros por lo guapos que somos. Forma parte de su estrategia para seguir siendo un rostro conocido, como el reto de los Six Majors o el récord de la hora en su franja de edad. Cuidar la marca Martín Fiz, en definitiva. Su apuesta, válida como otras, sirva como ejemplo la de Piqué, empecinado en no dejar indiferente a nadie y que para eso se ha asociado con Ibai Llanos. Sólo con eso ya ha elegido a su público objetivo, enfervorizado con cada iniciativa llamativa (algunos dirían que extravagante), como el mundial de globos que van a organizar.

Pero ninguno, ni Piqué ni Martín Fiz, se han parapetado tras la cansina burocracia de sus clubes ni bajo unos cascos de música XXL para alejarse del público. Y así les va, para bien. El atleta vitoriano, por cierto, tiene previsto volver a Valencia, como tarde, de cara la medio maratón. «Es que si estás en el mundo del running, hoy tienes que venir obligatoriamente a Valencia», me dijo antes de despedirnos. Me fui a casa con ganas de correr, o algo así, la 10K de este domingo. Aunque ni de lejos lo haga como Martín Fiz.

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