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Tener hijos es una tarea difícil pero gratificante como ninguna, es una experiencia vital necesaria y aconsejable en la mayoría de los casos. La responsabilidad que conlleva no es poca y la adaptación que los padres hacemos frente a las nuevas generaciones suponen un plus ... más de dificultad. Me refiero a que hace pocas décadas, en nuestros años mozos, la adolescencia tal vez fuera más pobre y sencilla, pero había unas reglas tan estrictas como claras. La calle fue nuestro videojuego favorito que nos hizo ser lo que somos ahora: adultos luchadores que aprendieron a buscarse la vida y sacarse las castañas del fuego. Si querías peces, había que mojarse.
Recuerdo que tuve un profesor de Historia que se llamaba Carlos y estaba muy, pero que muy loco por trasladarnos una asignatura que sobre el papel era un «peñazo»: Historia. Explicaba cada acontecimiento de la historia como si de una película se tratara, con anécdotas, aventuras y la emoción que el hombre le ponía en clase, siempre de pie. Era nuestro Robin Williams en el 'Club de los poetas muertos'. La docencia la llevaba en la sangre. Era un apasionado de todo tipo de guerras, en especial la Primera y la Segunda Guerra Mundial donde puso más interés para explicarnos el nacionalsocialismo que en la película de 'La lista de Schindler'.
Siempre nos repetía una y otra vez la importancia del conocimiento y así poder evitar caer de nuevo en grandes errores de la humanidad como el de Adolf Hitler y el Tercer Reich: a persecución de los judíos, el exterminio, en definitiva, la locura de un dictador responsable del Holocausto. ¿Pudiera haber puntos en común con el comportamiento de Putin? ¿Se repite de nuevo la historia de alguna manera? La sabiduría y el conocimiento eran importantes y lo siguen siendo en la actualidad, a no ser que pretendan convertirnos en un país de analfabetos subvencionados.
No quiero menospreciar el valor de nuestros padres, pero serlo hoy con un gobierno que elimina materia básica de estudio y deja pasar de curso con asignaturas suspendidas complica y mucho la crianza. Estamos creando personas ignorantes de su pasado y conformistas con su futuro, es la generación de la comodidad, del «dámelo ya hecho», de los que en breve irán a votar con el sobre y la papeleta ya metida. Porque a esa edad mola mucho un presidente que te deja pasar de curso con suspensos o te da 400 € para ir al cine o comprarte videojuegos.Antes decíamos aquello de «dame pan y llámame tonto», pero es que en esta ocasión los van a hacer tontos de verdad.
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