La defensa de Andreu Ferrer

El amigo de Puig. Parece que la Abogacía mordió el anzuelo que le puso la defensa de Francisco Camps hasta convertir un asunto menor, irrelevante en toda esta causa del aval de la F1 como era la declaración de la mano derecha de Ximo Puig en la Generalitat, en un tema verdaderamente importante. Que la comparecencia de Andreu Ferrer no iba a aportar absolutamente nada lo sabían todos los que acudieron el miércoles a Instrucción 2, incluido el propio abogado de Camps. Pero el papel de la Abogacía y al que pareció sumarse con cierto entusiasmo el PSPV -acusación ya claramente en retirada- carece de sentido para un testigo. La Abogacía, que depende políticamente del propio Ferrer, recurrió su citación, pero le fue desestimada. Y el mismo día de la comparecencia trató de frenarla alegando que habían presentado un recurso ante la Audiencia. Al final, todo esto sólo hizo aumentar la expectación ante el testimonio de Ferrer, un hombre que, por otra parte, nada de interés tenía que decir sobre el aval. El intento de Camps de enredar todavía más este asunto y preparar el terreno para abrir un procedimiento por la contratación de la última pericial fue abortado por la jueza. Llamó la atención que pese a que los medios de comunicación aguardaban en el exterior para captar una imagen de Ferrer entrando en la sede judicial esta no fuera posible. Todos los usuarios del edificio, salvo los trabajadores claro está, tienen la obligación de entrar por la puerta principal. Quizá Ferrer pasó desapercibido entre la multitud que pacientemente hace cola para entrar en el edificio. O puede que esa fuera realmente su intención. A lo mejor estas hipótesis carecen de sentido porque eligió otro acceso como podría ser el garaje aprovechando el vehículo de alguien que dispone de plaza. Pero eso sería muy poco elegante para un secretario autonómico.

La sentencia del Papa. Lo único positivo del fallo de la Audiencia Nacional es que resulta altamente improbable que se repita de nuevo en la Comunitat. Porque por lo demás es otro golpe durísimo contra la región. Que desde una empresa pública, la antigua Canal 9, sean capaces de desviar algo más de tres millones de euros para repartirlos en comisiones puede que sólo esté a la altura de aquel PP salvaje de los primeros años del milenio. Al exdirector de RTVV, Pedro García, le han impuesto seis años y nueve meses de prisión. Y todo pese a que se le ha reconocido su colaboración con la Justicia. Pues menos mal que confesó. Si el exdirectivo -al que le regalaron ropa de marca y le dieron un Mini cooper además de 400.0000 euros como contrapartida- observa el resultado de otras 'colaboraciones' puede ser una invitación a la depresión. Cierto que hablamos de otros delitos, pero el exsecretario del PP Ricardo Costa ha evitado la cárcel pese a una condena de más de cuatro años. Su lugarteniente David Serra, con penas de tres años y ochos meses, también esquivará Picassent a cambio de 150.000 euros de multa. Y mientras, Francisco Camps ha salvado otra bola de partido. Pretendía la Fiscalía y el Partido Socialista que se le abriera otro procedimiento por mentir en el juicio. Los magistrados lo han rechazado. No se puede reclamar una nueva causa con el argumento genérico de que mintió. «Díganme en qué», viene a decir el fallo. El expresidente tiene otro partido en breve. La jueza de Instrucción 5 de Valencia estudia estos días qué hace con los contratos de la visita del Papa. Si resuelve que la fundación es pública o privada. La sentencia de la Audiencia Nacional concluye que es pública, la de Valencia, en cambio, sugiere que nació como privada. El enredo es enorme.